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Entrevista

«‘Natasha’ es un cómic lleno de vida y humor»

La idea original nació de un guion cinematográfico escrito por Koldo Almandoz, pero la idea se trasladó al mundo del cómic con el dibujante Aritz Trueba como compañero de viaje. El resultado se llama 'Natasha'.

Aritz Trueba y Koldo Almandoz, autores del cómic 'Natasha'. (Iñigo Uriz | FOKU)

Natasha tiene 18 años. Acaba de llegar a la ciudad para estudiar en la universidad. Comienza a vivir en un piso que comparte con Elena y Ane. Lejos del pueblo y con nuevas amigas Natasha descubre una nueva vida llena de desafíos: la convivencia en el piso, los estudios, el trabajo en un bar, los baños en la playa nudista, las salidas nocturnas. Hasta que un día el pasado aparece para dar un vuelco al presente.

Año y medio antes, Natasha apareció en un vídeo de contenido sexual. En el vídeo, Natasha y dos chicos del pueblo consumen drogas y alcohol y terminan manteniendo relaciones sexuales.

El vídeo sexual se difundió rápidamente y conmocionó al pueblo. Natasha fue objeto de comentarios y actitudes despectivas, que provocaron que tuviera que dejar el instituto.

De esta forma se presenta “Natasha”, una novela gráfica guionizada por el cineasta Koldo Almandoz y dibujada por el artista Aritz Trueba y que en su versión en euskara ha sido publicada por Farmazia Beltza y en castellano por Nuevo Nueve.

¿Cuándo nació “Natasha”?

Koldo Almandoz: Primero nació con la idea de ser una película, un guion que escribí en 2018. Finalmente, el proyecto no salió adelante porque no encontramos financiación, no hubo una apuesta clara por parte de EITB. Ya se sabe lo difícil que es hacer una película en euskara en este país. La historia la tenía abandonada, era una película sobre tres chavalas jóvenes en un momento muy concreto. El guion estaba pensado para ser filmado en aquellos momentos muy determinados. No me cuesta descartar proyectos. No me obsesiono, no puedo estar quince años esperando para sacar adelante un proyecto en concreto porque me parece que eso no es muy saludable.

Fue entonces cuando entró a escena Aritz Trueba.

Aritz Trueba: En esta relación creativa hemos contado con la ventaja de ser vecinos. Koldo y yo tenemos mucha confianza y compartimos una gran afición por los cómics. Cuando Koldo preparó el dossier de la película, me pidió unos dibujos que ilustrarán varias escenas. En 2019 le pregunté cómo se encontraba el proyecto y él no estaba muy convencido de que saliera adelante. Yo acababa de terminar un cómic y le animé para que sacáramos adelante la historia, pero esta vez en clave de viñetas. El cómic arrancó en 2020. Koldo había desarrollado mucho más la historia original. Para Koldo es su primer cómic pero yo estaba muy tranquilo porque iba a trabajar con alguien que iba a aportar su experiencia, su narrativa visual. Durante todo el proceso he aprendido mucho, sobre todo en lo relativo a cómo organizar las viñetas y narrar las historias de otra manera.

Pero para Koldo Almandoz no ha supuesto su primer coqueteo con las viñetas.

K.A.: Así es. Hace años publiqué algunas cosas horribles en el “Naparheid” y “TMEO”. Pero hay una cosa que me gustaría remarcar en torno a “Natasha”, que por lo que hemos dicho Aritz y yo parece que es una novela gráfica que nació de un descarte de película. Es decir, de una frustración y eso no es verdad. En su paso a las viñetas, la historia original ha sufrido muchas variaciones que partían de una idea definida. Ha sido un año en el que hemos disfrutado mucho creando “Natasha” porque hemos tenido una gran complicidad y comunicación. Aritz ha aportado muchas cosas al guion y él me ha dejado aportar detalles en torno a sus dibujos. Al contrario del cine, ves que todo avanza de otra manera en un proyecto colaborativo realizado por dos personas. La película no hubiera sido esta “Natasha” y este cómic no es la película. Cine y cómic son dos lenguajes muy diferentes. Por ejemplo, las elípsis funcionan de manera muy diferentes. Personalmente, esta ha sido una experiencia creativa muy enriquecedora.

¿Qué elementos destacaría Aritz Trueba de esta colaboración?

A.T.: Creo que una de las cosas más bonitas ha sido el ejercicio de laboratorio que ha conllevado “Natasha” en su adaptación. Mucha gente puede tener en mente que se trata de una adaptación de una película. La cuestión fundamental es hacerlo de manera atractiva. Una adaptación literal provocaría que todo funcionara de manera muy estática, un auténtico rollazo. Es un cómic que está muy centrado en los diálogos. Es muy emocional y ello nos obligaba a experimentar mucho. Apostar por la poesía, tanto en el juego de viñetas, como en su ritmo y encadenado de diálogos.

¿«Natasha» es un cómic de distancias cortas?

A.T.: Sin duda. Priman las interioridades, los miedos, ahelos, alegrías y afectos. Su temática es muy contemporánea y también lo es porque habla del desarrollo de una emoción. Está muy centrada en reflejar diferentes emociones. En esta obra confluyen historias cuyos personajes cuentan con un desarrollo muy personal, más emocional e íntimo. La protagonista cayó en un agujero negro y muy profundo debido a un episodio del pasado y a lo largo de la trama se revela cuánto tiempo se toma ella para volver a asomarse a la luz. Todo ello inmerso en crónicas cotidianas que comparte junto a sus amistades. En el apartado visual, lo importante para expresar todo ese caudal de emociones radicaba en la línea. No queríamos una línea que estuviera muerta, fría. Debía tener organismo. La línea que define los dibujos se alteraba a partir de diversos episodios de gran implicación emocional. En explosiones de alegría o tristeza, o durante un orgasmo, esta línea se disparaba. Queríamos traansmitir todo ese volcán a partir de trazos muy vivos y en constante cambio. Los tonos también han influído mucho. En un principio pensaba dibujar la historia en blanco y negro, pero me di cuenta que la inclusión de diferentes grises subrayaban mucho más el contraste entre el blanco y el negro.

¿Y en lo relativo a su narración?

K.A.: Los personajes avanzan a medida que hablan, a medida que los vamos conociendo un poco más viñeta a viñeta. Hemos jugado mucho con los diálogos. Hemos huído de los tradicionales bocadillos cuadrados en los que parece que asoma una voz en off explicando lo que está haciendo el personaje en ese instante. Esto era algo fundamental, dejar que sean los propios personajes lo que se encarguen de avanzar la acción. Ellas tienen el control de la historia. Otro elemento que quería destacar es que, a pesar  de lo que pueda indicar su trama, es una historia cargada de humor y vitalidad. El cómic arranca con el episodio del vídeo sexual pero la trama avanza unos pocos años más y descubrimos a Natasha en su propio aprendizaje vital. No es una víctima. Ella el sexo siempre lo ha vivido con mucha naturalidad. A ella lo del vídeo aquel no le molesta que tuviera contendio sexual suyo, le molestan las inseguridades que sintió con su madre en el pueblo y lo que conllevaba ser una hija adoptada. No está traumatizada, sale con sus amigas del instituo o se va con ellas a conciertos o de bares.

¿Un despertar a la vida y las emociones?

K. A.: Sí. Esa fase de descubrimientos, del paso de la infancia a la adolescencia. Es una crónica compartida por tres mujeres y que cada cual tuvo o tiene sus propios problemas y cómo los afrotan. La historia surgió así porque tras dirigir “Oreina”, que era una historia en clave crepuscular y con personajes ya en eda adulta, necesitaba hacer algo más luminoso, urbano y enraizado en lo más cotidiano y reconocible. En ese sentido, sus diálogos funcionan a la manera en la que se expresan hoy en día los más jóvenes. Se habla como se habla en la calle. Unas hablan mejor euskara que otras o intercalan expresiones en castellano.

¿Un juego constante entre palabra y dibujo?

K. A.: Así es. Cuando ves una película de puertorriqueños en Nueva York, te gusta que hablen de la forma en la que lo hacen. Eso mismo queríamos en el cómic, trasnmitirlo mediante su línea y palabra. La gente no habla como lo hacen en las reuniones de Euskaltzaindia. Eso no sería muy real. “Natasha” quiere ser un pequeño y humilde espejo generacional.