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Impotencia ante la inflación

Los mensajes de los bancos centrales sobre la naturaleza del actual aumento de precios son contradictorios. A pesar de ello, ya han decidido subir los tipos de interés, una receta infalible para dar la impresión de que controlan la situación. Los efectos de la subida serán sobre todo financieros.

El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, tras la reunión del G7 en Koenigswinter (Ina FASSBENDER | AFP)

Estos días se han publicado las actas de la última reunión de la Reserva Federal de EEUU en la que el regulador estadounidense aprobó una subida de 50 puntos básicos, la mayor en 22 años, hasta dejarlos en un rango entre el 0,75% y el 1%. Por lo que se deduce de las actas existe un acuerdo amplio para continuar subiendo los tipos en los próximos meses.

La idea general es que con unos tipos más altos se frenará el alza de los precios. Algo que, sin embargo, no comparte Philip Lane, economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), que la semana pasada dijo en Madrid que «la tasa de inflación no sería muy diferente si hubiéramos comenzado a normalizar antes». Explicó que en gran medida la tasa actual de inflación «es importada» y proviene de un shock de oferta. Vino a decir que la causa, básicamente, son los problemas de abastecimiento y por tanto los tipos de interés apenas hubieran influido.

No es de la misma opinión, el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, que en declaraciones a “Der Spiegel” señaló que prevé que en julio el BCE suba por primera vez los tipos. Un alza al que «seguirán más en la segunda mitad del año». A pesar de apostar por las subidas de tipos apuntó que «la inflación no caerá de la noche a la mañana, podrá tardar algo».

La conclusión es que la decisión ya está tomada: sirva o no para bajar la inflación, los tipos de interés subirán. Es muy importante dar la imagen de que se controla la situación.

En realidad, los tipos de interés apenas tienen capacidad para frenar el aumento de los precios y, según algunos estudios, amplifican todavía más el alza de precios. Un caso claro ha sido el de Turquía, donde los altos tipos no han conseguido domar la creciente carestía de la vida.

Sí tiene, sin embargo, otros efectos, sobre todo financieros, que conviene considerar.

En primer lugar, con intereses al alza, la cotización de la divisa suele subir. El euro lleva un año perdiendo valor frente al dólar a causa de los rumores sobre el aumento de tipos en EEUU. Hace un año cotizaba a 1,21, en la actualidad a 1,07. En ese mismo sentido, el Banco de Rusia volvió a bajar la semana pasada el tipo de interés para frenar la constante revalorización del rublo.

También aumentan las cuotas de las hipotecas cuya referencia sea a interés variable.

El aumento de tipos tiene otros efectos de los que casi nos habíamos olvidado. Algunos son macroeconómicos, como la subida de la rentabilidad de la deuda pública –el estado tiene que pagar más para financiarse–, y con el alza aparece la famosa prima de riesgo.

Otros, sin embargo, también los notan los trabajadores. Así por ejemplo, la rentabilidad de la deuda pública sube porque  su precio baja. La ganancia de estos bonos es la diferencia entre el nominal –100 por ejemplo– y lo que cuesta comprarlo –por ejemplo, 99 antes (ganancia de 1%) y ahora 98 o 97 (ganancia de 2% o 3%)–.

Vender esos bonos ahora puede suponer pérdidas. Es por esa razón que la mayoría de planes de pensiones han informado de importantes caídas en la rentabilidad este año. Son algunos de los efectos de esa subida de intereses.