La conservadora Cheney, la última republicana que retó a Trump, muerde el polvo en Wyoming
Liz Cheney, continuadora del legado neoconservador de su padre, Dick Cheney, ha perdido las primarias en Wyoming. Dejará en enero su escaño en el Congreso, desde el que ha sido el único azote republicano contra Donald Trump. Mientras, promete pelea y hay quien no la da por políticamente muerta.
La representante republicana en el Congreso por el estado de Wyoming Liz Cheney, principal crítica de su partido hacia el expresidente Donald Trump, ha perdido este martes las primarias para presentarse en las elecciones de medio mandato de noviembre por un amplio margen de más de 30 puntos porcentuales contra la candidata apoyada por el magnate, Harriet Hageman, una distancia mayor incluso que la anticipada por las encuestas y por los antecedentes electorales de ese estado, el más trumpista de EEUU.
Cheney, quien votó a favor de acusar a Trump por el asalto al capitolio y es vicepresidenta del comité que investiga al exmandatario, ha afirmado desde la ciudad de Jackson que su victoria habría estado asegurada si hubiese estado «de acuerdo con la mentira del presidente Trump sobre las elecciones de 2020». «Hace dos años. gané estas primarias con el 73% de los votos. Podría haber hecho fácilmente lo mismo de nuevo. El camino estaba claro», ha recordado, para añadir que «ningún escaño en la Cámara, ningún cargo en esta tierra es más importante que los principios que todos hemos jurado proteger».
En esta línea, ha abundado en que «traicionar los principios democráticos --como no reconocer una derrota electoral-- precipita a la nación hacia una crisis de anarquía y violencia», refiriéndose al asalto al Capitolio auspiciado por Trump el 6 de enero tras las elecciones de 2020.
«Dije entonces que haré lo que sea necesario para asegurarme de que Donald Trump no vuelva a estar cerca del Despacho Oval y lo digo en serio», ha sentenciado.
Última «víctima» de Trump
Cheney, hija del que fuera vicepresidente con George W. Bush, Dick Cheney, es la última «víctima» republicana de Trump, después de que la mayoría de la decena de congresistas conservadores que como ella votaron a favor del juicio político a Trump también hayan perdido sus primarias o hayan anunciado que abandonan la política.
La congresista era hasta ayer una de los únicamente dos representantes republicanos que forma parte del comité del Congreso que investiga el asalto al Capitolio por parte de miles de seguidores de Trump. El otro es Adam Kinzinger y ambos son vilipendiados por sus compañeros de bancada como «RINOs», término despectivo para describir a los republicanos «timoratos»
En Wyoming, el estado del oeste con menor población de EEUU y de fuerte tendencia conservadora, Trump se impuso en las presidenciales de 2020 con el apoyo de siete de cada diez ciudadanos y 43 puntos porcentuales de ventaja respecto al demócrata y actual presidente, Joe Biden.
El contundente resultado de Wyoming demuestra que el exmandatario, cuya candidatura para las elecciones presidenciales de 2024 parece probable, sigue teniendo un gran apoyo entre la base del Partido Republicano, tal y como ya se había señalado en las primarias de varios otros estados como Ohio, Pensilvania, Arizona y Michigan.
De los diez congresistas republicanos que votaron a favor del juicio político a Trump en el Senado por incitar a la insurrección en el asalto del 6 de enero de 2021 al Capitolio, solo dos se han impuesto en sus respectivas primarias: Dan Newhouse (Washington) y David Valadao (California).
Hubo cuatro que ni siquiera intentaron renovar mandato - Fred Upton (Michigan), John Katko (Nueva York), Adam Kinzinger (Illinois) y Anthony Gonzalez (Ohio) - y tres que no pasaron el corte: Peter Meijer (Michigan), Tom Rice (Carolina del Sur) y Jaime Herrera Beutler (Washington).
Cheney, de 56 años, era la última de ese grupo de «proscritos» en someterse al escrutinio interno.
Un halcón y nada timorata
El hecho de que haya sido fagocitada políticamente por Trump puede dar una idea, falsa, sobre Liz Cheney, que es todo menos timorata.
Al contrario, es una política perteneciente a una derecha tradicional muy conservadora, contraria acérrima al derecho al aborto y defensora no menos acérrima de los lobies de las armas.
La congresista no era una recién llegada a la escena política. Forjó su carrera a la vera de su padre, Dick Cheney, quien fue jefe de gabinete de Gerald Ford (1975-1977), secretario de Defensa (1989-1993) bajo el mandato de George H. W. Bush y vicepresidente (2001-2009) en la Administración de George W. Bush hijo. Todo un halcón y representante del movimiento de los neocons (neoconservadores).
Madre de cinco hijos con su marido, el abogado Philip Perry, trabajó en el Departamento de Estado antes de su elección en el Congreso y ejerció la abogacía en las firmas White & Case e International Finance Corporation.
Especialista en seguridad nacional y en política exterior, sobre todo en Oriente Medio, según la define su web profesional, ha colaborado como analista en la cadena ultraconservadora Fox News y escribió junto a su padre el libro "Exceptional: why the world needs a powerful America".
¿Políticamente muerta?
Que Cheney ganara este martes hubiera sido «un terremoto», asegura Elaine Kamarck, directora del Centro para una Gestión Pública Efectiva en la Institución Brookings, que insiste en que su derrota no tiene por qué implicar su muerte política.
Su actual mandato finaliza en enero de 2023, el comité del 6 de enero de 2021 retomará los interrogatorios públicos en setiembre y ella no ha descartado presentarse a las presidenciales de 2024.
«No creo que haya demócratas que se lancen a votar por ella, pero claramente muchos independientes lo harían si consiguiera ganar las primarias republicanas, algo que sería difícil pero no imposible», concluye la analista.
Su mensaje a los republicanos es claro: «Quiero decir a mis colegas que defienden lo indefendible que llegará el día en que Trump se vaya, pero vuestro deshonor permanecerá».