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Entrevista
Pablo Alcántara Pérez
Historiador, autor de ‘La secreta de Franco’

«La Gestapo nazi fue fundamental para la creación de la Brigada Político Social franquista»

El autor de ‘La secreta de Franco’ explica en un relato pormenorizado el entramado de la Brigada Político Social de la dictadura, con detalles poco conocidos. Sobre ETA responde: «En Madrid al principio no tenían ni idea de lo que era y no les interesaba, su obsesión era el PCE».

El historiador Pablo Alcántara Pérez. (())

Los crímenes de la dictadura franquista y las violaciones a los derechos humanos que persistieron durante la Transición son un bache en la memoria histórica del Estado español, especialmente para las nuevas generaciones. Cada vez aparecen más libros, investigaciones periodísticas y documentales sobre el tema como una alternativa al relato dominante del olvido.

El asturiano Pablo Alcántara Pérez dedicó los años de su tesis doctoral a investigar esos tiempos y especialmente a la Brigada Político Social, lo que derivó en su segundo libro, ‘La secreta de Franco’ (Ed. Espasa, 2022). A pesar de sus jóvenes 30 años, ya tenía otro publicado, ‘La lucha contra el franquismo en Asturias’.

Graduado en Historia por la Universidad de Oviedo y doctor por la UAM, Alcántara detalla en entrevista con NAIZ los detalles más emblemáticos de la creación del aparato policial franquista, la resistencia contra las torturas dentro de la propia judicatura y policía, y los comienzos de insólita indiferencia en el aparato represivo de la dictadura para con ETA.

Antes de la presentación, le hace una emotiva dedicatoria a su abuelo Diego y destaca que le impulsó a bregar por la memoria. ¿Por qué?

Mi abuelo Diego murió el año pasado. Todos mis abuelos me contaron muchas historias del último franquismo, que los medios te lo suelen contar como una época de bonanza económica y tranquilidad, y es un relato totalmente falso. Mis abuelos emigraron del campo en situación de precariedad absoluta y luego llegaron a Asturias a seguir trabajando con mucha precariedad.

Eso me hizo interesarme por la historia popular, la historia de los pueblos. Se dice que los vencedores escriben la historia, pero en realidad la escriben los pueblos, la gente, los que emigran, los que luchan por cambiar sus condiciones de vida y construyen esa historia.

No obstante, mi abuelo no sufrió represión política pero sí un bisabuelo mío que fue alcalde en un pueblo de Málaga, fue represaliado y tuvo que marchar a Francia, y nunca más se le vio. Se habla del exilio político pero también hay un exilio económico de quienes marchaban. Avilés, por ejemplo, la construyeron migrantes andaluces y extremeños.

Se dice que los vencedores escriben la historia, pero en realidad la escriben los pueblos, la gente, quienes emigran, quienes luchan por cambiar sus condiciones de vida y construyen esa historia

En el libro menciona el debate entre historiadores sobre si el franquismo implicó o no una ruptura del aparato policial y citas las posiciones. ¿Cuál es su opinión?

Mi opinión es que sí, aunque hay ciertas continuidades, porque la creación de la Brigada de Investigación Social fue en la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), que investigaba a gente del movimiento obrero, independentistas, etcétera, pero sí creo que respecto a las anteriores supone ruptura porque básicamente tenemos una represión con fusilamientos y depuración del aparato republicano del Estado con docentes, jueces y policías.

De hecho, a los policías que habían estado en zona republicana les hacen exámenes sobre su actividad en la Segunda República y en la Guerra Civil. Hubo policías que participaron en la quinta columna y espiando para la Falange, y a partir de eso, y con ayuda de la Gestapo nazi, se crea la Brigada Político Social, que supone una policía totalmente ideologizada, identificada con el régimen y apoyándolo.

¿La Gestapo nazi colaboró en la creación de la Brigada Político Social?

Sí, fue fundamental para su nacimiento. Hay historiografía revisionista que dice que Franco nos salvó en Hendaya de la guerra y que no se alió con Hitler, y es totalmente mentira. Ya incluso antes de acabar la Guerra Civil hay pactos entre Alemania y España de cooperación policial, pactos económicos para financiar la propia policía española. Himmler viaja en 1940 a España a verse con el cuñado de Franco que era ministro de Interior y con altos mandos. No es casualidad que en 1941 se crea la ley de Policía que dará arquitectura jurídica a la Brigada Político Social, que ya existía pero luego pasaría a tener  estructuración territorial y envoltorio ideológico.

Hay historiografía revisionista que dice que Franco nos salvó en Hendaya de la guerra y que no se alió con Hitler, y es totalmente mentira

En los archivos españoles es muy difícil encontrar información sobre torturas y violaciones a derechos humanos por la ley de secretos oficiales. La información se pierde y muchas veces hay que ir a archivos extranjeros para informarse. Gracias a ellos he sabido, por ejemplo, que Paul Winzer (jefe de la Gestapo y diseñador de los campos de concentración franquistas) enseñó técnicas de tortura a policías españoles. También por otro trabajo que estoy haciendo ahora he sabido que varios cargos de la Brigada tuvieron lazos con la PIDE (Polícia Internacional e de Defesa do Estado) del dictador Salazar y colaboraban para detener gente que cruzaba la frontera (con Portugal).

En el libro habla de los infiltrados de la Brigada, que tuvieron más desarrollo en los años 60 y 70. ¿Cómo fue eso y qué rol tuvieron en la resistencia antifranquista?

Esto es muy interesante. Cuando empecé entrevistando a gente que había sufrido torturas, ellos contaban que en la universidad o en el trabajo ya habían conocido al torturador o a quien les detenía, porque eran infiltrados. Ahora he visto que la Dirección General de Seguridad y la Brigada tenían planes concretos de infiltración de gente dentro de las organizaciones clandestinas, las asambleas universitarias y las comisiones obreras.

No era que iban a lo loco, había un plan establecido. En 1965 hay una reunión y allí se establecen medidas policiales: una de ellas fue la decisión de infiltrar gente. Lo que sucedía era que, tras acabar la escuela de policía, se les pedía que se apuntaran a una carrera y que se infiltraran en las asambleas. A partir de los 70 muchos empezaron a conocer a los infiltrados y los tenían fichados. Es interesante ver cómo la oposición antifranquista hace frente a la represión e infiltración, por ejemplo elaborando manuales contra la tortura.

¿Cómo es eso?

En los 40 y 50, los que estaban en la oposición eran conocidos porque era gente que había actuado en la Guerra Civil o en la Segunda República y estaban fichados por la dictadura y eran detenidos fácilmente. Pero a partir de los 60 empieza a haber un nuevo movimiento obrero y estudiantil que hacen frente, que no habían vivido la guerra y no eran conocidos, eran ‘hijos del régimen’. Esto a la propia Brigada Político Social le supuso un shock: ven a personas que pierden el miedo de enfrentarse a la policía. Por ejemplo, en 1965 en Mieres (Asturias) más de mil personas se enfrentan a la Brigada y a la Policía Armada para exigir la liberación de unos detenidos.

La propia oposición, de tanto recibir golpes, se fue preparando, como con los manuales que explicaban cómo aguantar la tortura, cómo quemar la propaganda si te venían a detener, cómo evitar dar nombres durante la tortura para dar tiempo a la gente a esconderse. No fue una resistencia pasiva, fue activa, y era gente que sabía lo que hacía, que se arriesgó por sus ideales a pesar del riesgo. Y creo que hoy nos sirve de ejemplo.

Cuál fue el rol de Justicia Democrática. Dice que algunos de la judicatura sabían lo que ocurría ante una tortura que se volvía «enormemente refinada» en el final del franquismo.

Bueno, Justicia Democrática fue un colectivo de jueces y fiscales, minoritario, que se enfrentó al régimen con críticas al uso de las torturas, pidiendo derechos humanos para los presos y un estatuto del preso político. Eran reivindicaciones de este sector minoritario ante las denuncias de malos tratos, que la Justicia ponía en un cajón.

Justicia Democrática fue un colectivo de jueces y fiscales, minoritario, que se enfrentó al régimen con críticas al uso de las torturas, pidiendo derechos humanos para los presos y un estatuto del preso político

A medida que hay una mayor respuesta nacional e internacional sobre lo que eran las torturas, la propia Brigada tiene que refinar un poco los golpes, no puede aparecer una foto de Marcelino Camacho con hematomas en la prensa internacional. Hay un caso, el de Anita Sirgo, una asturiana que participó en las huelgas mineras, que fue detenida por estar en los piquetes y le raparon el pelo. Tuve el privilegio de entrevistarla. Se sacó una foto después de ser rapada y la mandaron a París, y salió en la prensa internacional.

Se quería vender a España como un país moderno y tranquilo, y no oscuro y represor, y esas fotos perjudicaban al régimen. Entonces, se ponían paños mojados en las manos para golpear a presos y que no quedasen moretones, se utilizaba electroshock... y si había daño psicológico, que no se notara.

¿Era frecuente lo de rapar a las presas políticas?

Sí, raparlas era un símbolo porque eran mujeres contrarias al modelo de la mujer franquista, del hogar, que sirve al marido. De hecho, en los 40, a grupos de republicanas les daban aceite de ricino para que tuvieran diarrea, las rapaban y violaban, y les ponían un lazo con la bandera de España. Era una forma de tratarlas como animales y avergonzarlas; las paseaban por el pueblo.

En el libro cuenta que en 1962 se crea el primer grupo especial de la Brigada destinado a combatir a ETA. ¿Cómo se hizo?

Es interesante la cuestión sobre ETA porque la Brigada hacía redadas y torturaba, pero no estaba entendiendo cómo se daban los cambios políticos y sociales en el Estado. No entendían al movimiento obrero y tampoco entendieron la creación de ETA. En los primeros informes hablan de que ETA es el brazo armado del PNV, los llaman ‘bisoños irresponsables y soñadores’. En Euskal Herria conocían mejor la situación pero en Madrid no les hacían caso, pensaban que eran cuatro locos. En un libro sobre la CIA y ETA se cuenta cómo el Consulado de Estados Unidos en Bilbao ya vigilaba las actividades de ETA y, sin embargo, en Madrid creían que eso no iba a ir a más.

En los primeros informes hablan de que ETA es el brazo armado del PNV, los llaman ‘bisoños irresponsables y soñadores’. En Euskal Herria conocían mejor la situación pero en Madrid no les hacían caso, pensaban que eran cuatro locos

El cambio se produce con el asesinato de Melitón Manzanas y el de Carrero Blanco. Se dan cuenta de que eso iba en serio. José Sainz, quien estuvo a cargo de ese primer grupo de la Brigada destinado a combatir a ETA, contó años después que en Madrid no tenían ni idea de ETA y no les interesaba.

¿Quién dijo que eran «bisoños irresponsables»?

La Brigada los mencionó así. Pensaban que eran solo algo del movimiento juveni y que no iban a actuar más allá de poner alguna bomba en un sitio o quemar banderas españolas y poner ikurriñas. En Madrid la prioridad en ese momento era el PCE y las comisiones obreras, y los universitarios. Para el franquismo, una reunión de veinte estudiantes ya era un peligro, no querían que creciera la más mínima disidencia.

Sobre Melitón Manzanas, ¿puede recordar, para quienes no lo saben, quién fue y lo que sucedió tras su muerte?

De la indiferencia y menosprecio del fenómeno de ETA, tras el atentado a Melitón Manzanas pasan de un extremo al otro. Hay diferencias sobre cómo actuar entre la Guardia Civil y la Brigada. Los primeros decían que había que volver a la represión más dura, fusilamientos y detener a todos los que tuvieran actividad política, mientras que el ministro de Interior, Arias Navarro, pedía más calma.

Después del asesinato de Manzanas hay un estado de excepción en Euskal Herria, con represión brutal. Hay nueve estados de excepción entre 1968 y 1975, y eso implicaba que se podía entrar a tu casa sin orden judicial y detener a quien quisieran.

Melitón venía de actuar en Irun y Donostia, no se movió de ahí. Fue el jefe de la Brigada allí. En su juventud se enroló en el ejército franquista y después se unió a la Brigada. Los relatos sobre sus torturas son salvajes, no le importaba golpear o aplicar la tortura de levantar las uñas. A pesar de ser jefe y poder mandar a otros a hacer las torturas, él quería hacerlas con sus manos.

Sobre la Transición, ¿cómo describiría el proceso en cuanto a la policía y qué es eso que menciona en el libro de los reclamos del sindicalismo policial?

La Transición fue la época de la impunidad y de mantener a los miembros de la Brigada en la policía democrática, mientras que en países como Portugal o Argentina hubo una depuración del aparato del Estado de la dictadura y juicios a los responsables de violaciones a los derechos humanos. En el Estado español no lo hubo por aquella ley de amnistía y, a pesar de que algunos policías eran multados por las denuncias de malos tratos, todo quedó en un cajón.

Y lo del sindicalismo policial es interesante porque de la Transición se suele hablar de los errores como que se hizo lo que se pudo, pero sí que había alternativas. Hubo un grupo de policías que crearon organizaciones clandestinas que pedían el respeto a los derechos humanos, una policía más democrática, y criticaban los enlaces con las organizaciones de extrema derecha. Lo curioso es que esos policías no fueron premiados ni ascendidos, sino que muchos fueron encarcelados, depurados o multados por pedir estos cambios. No interesó que hubiera un cambio de paradigma, a la UCD y al PSOE le interesaba mantener el orden y que el proceso no fuera a más.

Por último, ahora se está debatiendo una nueva ley de secretos oficiales. ¿Qué opina de la propuesta del Gobierno?

La reforma me parece totalmente insuficiente. Deja tal y como están los secretos oficiales, porque el límite temporal es tan exagerado que no deja ver nada y permite la reclasificación. Otro de los problemas es que no hay registro público de la documentación secreta que hay en el Estado. Por intuición, se cree que hay información sobre el 23F y los GAL.

Lo que deberían hacer es poner un límite máximo de 15 a 25 años y que se digitalice la información, como pasa en Estados Unidos. De hecho, yo he podido consultar por Internet desde mi casa información de la CIA, que ha cometido crímenes por todo el mundo. Es increíble. Parece que quieren esperar a que mueran las víctimas y los verdugos.