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La demolición del galego, la herencia lingüística de Feijóo

Este verano, el líder del PP cogió la bandera de la defensa del castellano siguiendo sus políticas de aniquilación progresiva del galego de sus años en la Xunta. El filólogo Carlos Callón y la diputada Mercedes Queixas explican el legado oprobioso que dejó en la lengua de Rosalía de Castro.

En sus años al frente de la Xunta, Feijóo practicó una política de aniquilacion progresiva del galego. (EUROPA PRESS)

«Cuando gobernemos, el español no será una lengua extranjera en Catalunya», decía hace pocos días Alberto Núñez Feijóo a uno de los principales periódicos de la derecha española. No es la primera vez que el actual líder de la oposición elegía el asunto de las lenguas cooficiales del Estado como herramienta de batalla política y electoral.

Ya lo hizo en Galiza y ahora, con liderazgo estatal, ha aprovechado la polémica del 25% del castellano fijado por el Supremo de Catalunya para hacer pie en el nacionalismo español, un sector cuya ala más radical lo ve demasiado «galleguista», según las críticas de Vox.

Con sus menciones en los plenos del Senado y en los medios a la cuestión de las lenguas, Feijóo busca ganar peso en el electorado conservador y a la vez enciende las alarmas en quienes defienden el plurilingüismo. También hace que merezca la pena observar cómo es el legado en materia del galego que ha dejado el líder de la oposición en la nacionalidad histórica que gobernó durante trece años.

«Estrategia anestesiante»

El Consejo Europeo se encarga de hacer cumplir a los países miembros la Carta Europea de Lenguas Regionales y Minoritarias. En su último informe de 2019 (es trienal y en unas semanas se publicará uno nuevo), calificó de «preocupante» la situación del valenciano-catalán en el País Valencià (donde no existe inmersión lingüística como en Catalunya y Balears) y del galego, y aseguró que en Galiza había «una presencia insuficiente (de la lengua autóctona) en la enseñanza».

Para profundizar al respecto, hay pocas personas que sepan más del tema que el doctor en Filología Carlos Callón, autor de ‘O libro negro da lingua galega’, una publicación de casi 800 páginas en la que se hace un compendio de la persecución al galego desde el siglo XVI hasta el final de la administración Feijóo, en abril de este año.

Como buen profesor de Historia, Callón considera importante recordar que el comienzo del padecimiento del galego lleva siglos: «Hay una noción de que la represión comenzó con el franquismo, pero no. El franquismo lo que hace es aplicar militarmente y desde la más absoluta coerción social políticas que vienen de antes. El documento más antiguo, de hecho, en el que se explica cómo hay que reprimir al galego data de 1543 y la imposición lingüística del castellano comienza en 1480, tras la anexión de Galicia y el asesinato de la nobleza gallega. Desde entonces, con modulaciones, hay políticas persistentes de castellanización».

«Hay pruebas de violencia física en las escuelas para los alumnos que hablasen en gallego en todos esos siglos y hasta 1980», señala, y recuerda que durante la Segunda República española, si bien era un «momento de esperanza», la situación casi no cambió, porque el estatuto de autonomía se aprobó en los días previos al golpe de Estado.

Para poner luz sobre la peculiaridad gallega, relata un dato histórico: «En los 60, el Vaticano permite que se pueda dar misa en catalán y euskera, pero no en galego. Y según comentaría el obispo de Santiago, altos cargos de Asuntos Exteriores explicaron en sede papal que no se podía permitir que Galicia pueda dejar de ser la hija fiel de España».

Callón recuerda que «Feijóo ordenó que se destruyeran los libros de texto de matemática porque estaban en gallego y que se compraran todos nuevos en castellano»



Cuando se le pregunta por el legado de Feijóo en cuanto al galego desde que asumió el Gobierno de la Xunta en 2009, este académico oriundo de las Rías Baixas responde: «Hubo diferentes fases. Siempre Alianza Popular y el PP han tenido una política de estrategia anestesiante, de intentar acabar con el galego sin que se notara, un galego rodeado de gaitas y empanadas, la folklorización de la cultura. Pero Feijóo, cuando entra al gobierno después del bipartito PSOE-BNG, realiza políticas en sentido de poder acabar con la oficialidad por la vía de los hechos, que sea una lengua que en la práctica no haya obligación de usarla en la escuela. Al principio fue con mayor agresividad y luego volvió a lo anestesiante».

Según rememora Callón, al ver la reacción social contra su ofensiva castellanizante, que realizó cuando tenía una exigua mayoría parlamentaria de tan solo un escaño y el 46% de los votos válidos en las autonómicas, Feijóo puso un freno, pero logró aprobar cambios trascendentales en la educación pública. Así, sólo un tercio de las asignaturas serían en galego y el resto en castellano e inglés, retrotrajo las políticas de inmersión en la educación de 3 a 5 años que había impulsado el bipartito y eliminó la obligatoriedad de utilizar el galego por parte de los estudiantes, de tal manera que si el alumno quería responder en castellano en clase de Literatura galega, podía hacerlo. Esto último fue revocado por los tribunales.

Otro hito que recuerda es que Feijóo ejecuta la primera prohibición de una lengua cooficial en el Estado español desde el fin del franquismo. La nueva normativa literalmente ilegalizó las clases de matemática, física y ciencia en galego, y obligó a que sean todas impartidas en castellano. Este proceso fue acompañado por otro hecho inédito, una especie de quema de libros estilo posguerra: «Feijóo ordenó que se destruyeran los libros de texto de matemática porque estaban en gallego y que se compraran todos nuevos en castellano. Es increíble que este tipo de hechos en pleno siglo XXI no haya tenido casi repercusión en el resto del Estado».

También hubo otra prohibición en su decreto fundacional y fue desmantelar los programas voluntarios de inmersión lingüística para estudiantes que había establecido el bipartito. Si bien eran voluntarios y los padres podían pedirlos solo si lo deseaban, él decidió eliminiarlos.

Desde lo simbólico, Callón explica un hecho que evidencia de forma nítida no sólo la ideología de Feijóo, sino la importancia que le da a la batalla lingüística: «Una de sus primeras medidas fue que la serie infantil ‘Los Teletubbies’ dejara de emitirse en gallego en la televisión pública y se empezaron a emitir en inglés con subtítulos en gallego. Los niños que no saben leer no lo aguantan, pero para él, evidentemente, era importante que no consuman televisión en gallego».

Si el lector cree que Feijóo se relajó con la guerra idiomática tras consolidar su poder y obtener cuatro mayorías absolutas, se llevará una sorpresa. Callón señala que antes de dimitir como presidente de la Xunta, en este 2022, el Gobierno gallego aprobó una normativa que exige que para que las bibliotecas populares tengan subvenciones, deben tener como mínimo el 50% de libros en castellano. «Intentan acelerar la pérdida de la lengua. Tienen una visión política de que España es sólo una y que tiene que haber una sola lengua y lo demás, como mucho, dialectos hablados en familia», opina.

Retroceso brutal entre los jóvenes

Como era de esperar, las consecuencias de la ‘yihad’ castellanizante de Feijóo fueron evidentes con el paso de los años y son palpables especialmente entre los menores de 30 años de las regiones más urbanizadas. «El resultado es el que todos preveíamos. Feijóo empezó su gobierno rompiendo el consenso social que existía alrededor de la lengua, lo dinamitó e incluso fue en contra del plan general de normalización lingüística aprobado por Manuel Fraga en 2004», explica a NAIZ la diputada del BNG y portavoz de Cultura y Lengua, además de escritora y docente, Mercedes Queixas.

«Feijóo inaugura el pin parental, se anticipó a Vox. Fue el fundador del pin porque aplicó en Galicia la prueba parental, que los padres puedan decidir si los hijos recibían educación en gallego. La Justicia luego derogó ese artículo de su decreto», recuerda. Y califica de «efecto desgalleguizador» lo provocado por aquella normativa de mayo de 2009, que disparó la oposición de la amplia mayoría de sindicatos y centros de estudiantes, de la Real Academia da Lingua Galega y del Consello de Cultura.

Queixas afirma que los datos demuestran el éxito de la castellanización, ya que el 24% de los pequeños entre 5 y 14 años respondieron a los encuestadores del INE que tienen «serias dificultades» para desenvolverse en galego. «Soy profesora de Literatura, trabajé 20 años en el ámbito rural y cuando llegué a Coruña, pensé que los chicos me estaban tomando el pelo. No podía creer la incapacidad manifiesta de hablar en gallego, especialmente los de 12 y 13 años, pero también los de 16 y 17».

«Todos los estudios demuestran de forma empírica que hay un fuerte retroceso del conocimiento del gallego, insuficiente como para poder hacer uso, y eso a la vez genera un mayor descenso progresivo de su uso. Porque la mayoría de la sociedad tiene apego y querencia por el idioma, pero si no tiene seguridad a la hora de usarlo, si no te sientes seguro de no cometer errores, no lo usas. El objetivo del PP era el monolingüismo», opina.

Queixas afirma que los datos demuestran el éxito de la castellanización, ya que el 24% de los pequeños entre 5 y 14 años tienen «serias dificultades» para desenvolverse en galego



Más de la mitad de la sociedad gallega es galego-hablante, y al acabar el franquismo, estadísticamente, en Galiza se hablaba más el galego que en Euskal Herria y Catalunya sus respectivas lenguas, en proporción por cantidad de habitantes. «Pero por voluntad del PP, hoy hay un claro desequilibrio entre el castellano y el gallego, y cada vez se usa menos entre los jóvenes».
 
Preguntada por el futuro al que puede aspirar un Estado plurilingüe con un presidente de Gobierno como Feijóo, Queixas cree que merece «cierta preocupación», porque el líder del PP «no tiene asumido en absoluto» el carácter plurinacional y multicultural «que, además, marca la Constitución. Es un especialista en romper el consenso social y contó con el favor de los medios de comunicación que nunca contaron toda la realidad».

La diputada del Parlamento gallego quiere dejar claro que «la fortaleza de la sociedad gallega, que lleva 13 años rebelándose contra esta política», y que si no está peor la situación del galego, «es gracias al compromiso de la gente con su propia lengua». De hecho, ha destacado el surgimiento de una nueva ola de jóvenes, los llamados ‘neofalantes’, que «deciden ‘reincorporarse’ al gallego y convertirlo en su lengua de vida».

En ese sentido, Callón enfatiza que es mentira el «constructo mediático sobre el gallego como lengua poco demandada por su población» y que es un tópico irreal, ya que la población gallega reclamó igualdad de condiciones para su idioma en muchas oportunidades a lo largo de la historia, pero siempre ha «recibido mazazos que presentan secuelas en el cuerpo social». Igualmente, mantiene el optimismo: «A pesar de todo, existe un impulso social que se niega a resignarse y darlo por perdido. No van a lograr que el gallego desaparezca».