La mayoría del Partido Conservador quiere la dimisión de Truss... y el regreso de Johnson
Liz Truss ha justificado ante los diputados los vaivenes económicos de su Gobierno y ha dejado claro que no tiene previsto dimitir, tal y como quieren, según una encuesta, el 55% de los miembros de su partido. La que sí ha dimitido este miércoles ha sido la ministra de Interior, Suella Braverman.
El futuro de Liz Truss, mes y medio después de ser nombrada líder del Partido Conservador y primera ministra británica, pende de un hilo. La última encuesta del reputado centro YouGov muestra que el 55% de los miembros de su formación quiere que renuncie. La consulta, además, tiene otro dato destacable: el favorito para ocupar su puesto es Boris Johnson.
Los primeros dos meses (y quizá últimos) de Truss en Downing Street son dignos de estudio. Apenas dos días después de acceder al cargo, falleció la reina Isabel II, paralizando la actividad política de Gran Bretaña durante 10 días. Tras el duelo, lo primero que hizo la premier fue anunciar un paquete de medidas fiscales que tuvo un impacto inmediato: el desplome de la Libra y la intervención del Banco de Inglaterra.
Truss y su ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, tuvieron que echar atrás el plan y pocos días después Kwarteng tuvo que dimitir. Sin embargo, para muchos esto no fue suficiente y piden también la salida de Truss.
Según la encuesta de YouGov, solo dos de cada cinco miembros conservadores (38%) quieren que la líder tory permanezca en el cargo. Son números similares a los que recibió Boris Johnson de la militancia la víspera de su marcha, cuando el 59% quería que se fuera y solo el 36% quería que se mantuviera en Downing Street.
De hecho, casi cuatro de cada diez (39%) conservadores que votaron por Truss en las primarias ahora piden su dimisión. El 57% de los que la apoyaron, mantienen su respaldo.
Truss, por su parte, ha reiterado en las últimas horas su intención de ser la candidata conservadora a las próximas elecciones generales del Reino Unido, que no tienen fecha pero que se deberán celebrar, como muy tarde, el 24 de enero de 2025. No parece que se vaya a llegar a esa fecha.
Johnson como remedio
En el Partido Conservador ahora, la mayor duda puede resultar del cálculo electoral: ¿Qué es mejor (o menos malo)? ¿Volver a afrontar, en pocos meses, unas nuevas primarias o estirar el chicle de Truss hasta la próxima cita electoral y aceptar la victoria laborista? De hecho, el 60% dice que apoyaría a los parlamentarios que respaldan a un solo candidato de unidad sin la necesidad de unas primarias. El 37% se opondría a ello.
Si Liz Truss cediera a tal presión y renunciara, los miembros conservadores querrían que Boris Johnson regresara para reemplazarla. El mismo al que hicieron salir hace unos meses. Uno de cada tres (32%) dice que él es la persona más apropiada, seguido por el 23% de Rishi Sunak, rival de Truss en las primarias, y el 10% del secretario de defensa Ben Wallace.
Destaca que aquellos que votaron para que Truss asumiera el cargo están particularmente interesados en el regreso de Boris Johnson si ella se fuera: el 44% lo colocó en la parte superior de su lista de posibles sucesores.
En cuanto a su capacidad para manejar el papel de primer ministro, la mayoría de los miembros piensa que cuatro de una lista de 11 posibles sucesores serían buenos reemplazos: Boris Johnson (63%), Ben Wallace (62%), Rishi Sunak (60 %) y el líder del partido en la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt (54%).
A partir de las 13:00 (hora de Euskal Herria), Liz Truss se enfrenta a la sesión de preguntas a la primera ministra en la Cámara de los Comunes, una cita que puede resultar clave. Según han avanzado esta mañana varios medios británicos, al menos 54 parlamentarios conservadores ya han escrito a Sir Graham Brady, presidente del Comité 1922 que agrupa a los parlamentarios tories que no están en el Gobierno, pidiendo una moción de censura contra Liz Truss.
Truss se justifica y asegura que no dimitirá
Truss ha justificado este miércoles ante los diputados los vaivenes económicos de su Gobierno y ha dejado claro que no tiene previsto dimitir. «Soy una luchadora, no alguien que abandona», ha subrayado en dos ocasiones.
Ha defendido que, aunque ha cometido «errores», siempre ha actuado movida por «el interés nacional» y en aras de la «estabilidad económica».
Truss ha reconocido la dificultad del actual contexto económico, pero ha defendido que no pedirá perdón por intentar tomar medidas que «contribuyan a apuntalar la economía de Reino Unido y ayuden a los hogares a reducir, por ejemplo, la factura energética».
Dimite la ministra de Interior
Por su parte, la ministra británica de Interior, Suella Braverman, ha dimitido. La antigua fiscal general asumió su actual cargo con el ascenso de Truss al poder, hace algo más de un mes. Ambas han mantenido una reunión en la que la titular de Interior ha presentado su renuncia, según fuentes de la BBC que la desvinculan de un supuesto malestar interno.
La ministra saliente generó polémica después de asegurar que su «sueño y obsesión», era ver cómo un avión deporta hacia Ruanda a quienes piden asilo en Reino Unido, en relación a la polémica medida migratoria con la que Londres pretende enviar al país africano a quienes lleguen irregularmente al país mientras dirimen qué hacer con sus solicitudes.
Braverman ha sido sustituida por Grant Shapps, uno de los cabecillas de la revuelta interna de los tories contra el recorte de impuestos que Truss se vio forzada a retirar.
Se trata del segundo Ministerio clave que cae en manos de los rivales internos de la primera ministra en cinco días después de que Jeremy Hunt, que respaldó junto a Shapps al adversario de Truss en las primarias conservadoras, Rishi Sunak, asumió Economía el viernes.
El conservador William Wragg ha dicho ante la Cámara de los Comunes que se siente «avergonzado por no poder mirar a la cara a los votantes» tras el caos económico desatado por las medias de Truss.
Por su parte, el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, ha vuelto a la carga contra Truss afirmando que si fue elegida en septiembre fue con vistas a construir una fantasía económica y que ésta ha acabado en desastre.
«¿Por qué debería confiar la población británica en los 'tories' cuando se trata de economía?», ha planteado el dirigente opositor, que cotiza al alza en unos sondeos que muestran al partido de gobierno en niveles mínimos de apoyo.