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Sunak se enfrenta a la crisis social del país con un partido roto y en declive

El exministro de Finanzas Rishi Sunak, un millonario defensor de la reducción del gasto público, será nombrado hoy el quinto primer ministro británico desde el Brexit y tendrá que enfrentarse a un país en plena crisis económica y social con un partido dividido y en declive.

El desde hoy nuevo primer ministro británico, Rishi Sunak, saluda a su llegada a la sede del Partido Conservador. (Daniel LEAL | AFP)

Rishi Sunak será desde hoy el nuevo primer ministro británico. El exministro de Finanzas ganó la carrera por Downing Street y sucederá a la efímera Liz Truss al frente de un país en plena crisis social. Con 42 años, este exbanquero con una trayectoria profesional típica de la élite británica más privilegiada se convierte en el jefe de Gobierno más joven y el primero de origen indio en Gran Bretaña.

Aunque ya era favorito, su victoria quedó despejada tras la renuncia del ex primer ministro Boris Johnson y la no clasificación de su oponente Penny Mordaunt, que no reunió los avales necesarios.

Llega al cargo tras una campaña relámpago desencadenada dentro del Partido Conservador por la dimisión de Liz Truss, víctima tras 44 días en el cargo de la tormenta financiera causada por sus planes de recortar los impuestos.

El rey británico Carlos III formalizará hoy el nombramiento y le encargará que forme un nuevo Ejecutivo, en el que la atención estará sobre el nuevo ministro de Finanzas tras el fracaso del plan neothatcherista de Truss.

Rishi Sunak se convierte en el quinto primer ministro desde el referéndum del Brexit de 2016, que abrió un largo capítulo de turbulencias económicas y políticas en Gran Bretaña. Agudizó, además, el caos en el Partido Conservador, que elige su tercer líder de la formación en dos meses, en un período de inestabilidad que ha triturado, uno tras otro, cada nuevo dirigente y que cuenta con mayoría parlamentaria, pero también con un creciente alejamiento de los votantes tras 12 años en el poder.

«Quiero enderezar nuestra economía, unir nuestro partido y actuar por nuestro país», afirmó al anunciar su candidatura. Queriendo distanciarse de Johnson, prometió «integridad, profesionalismo y responsabilidad».

Crisis social

Sunak, guardián de la ortodoxia presupuestaria, llega al poder en medio de una crisis económica y social, con una inflación superior al 10% y huelgas que se multiplican. La situación ha seguido deteriorándose en los últimos meses, mientras el Gobierno estaba paralizado por los sucesivos levantamientos internos, y agravándose por los errores de Truss que desestabilizaron los mercado,s y provocaron la caída de la libra.

«Mi principal prioridad será promover la unidad en nuestro partido y nuestro país», aseguró ayer en un breve discurso.
Aunque cuenta con la ventaja de que necesita poco para mejorar la labor de sus predecesores, los conservadores han demostrado que pueden ir más allá en su deriva.

Rishi Sunak, que había criticado el plan económico de Truss, parece ser una figura tranquilizadora para los mercados británicos, pero uno de sus retos será calmar también a los británicos, que temen un empobrecimiento generalizado este invierno.
En el sistema sanitario, ya muy debilitado, hay temor al colapso en hospitales, y el sector de la Enfermería se sumará en breve a la ola de protestas.

Irlanda

Otro reto urgente se le presenta simultáneamente en el norte de Irlanda y en la negociación con la UE.

Bruselas amenaza con represalias económicas por el proyecto de ley promovido por los conservadores que plantea reescribir de manera unilateral el protocolo sobre el norte de Irlanda incluido en el acuerdo del Brexit que evita una frontera física en la isla.
Sunak apoya este proyecto de ley, pero no es suficiente para los unionistas norirlandeses, que siguen bloqueando el Ejecutivo autónomo que debe liderar Sinn Féin, ganador de las elecciones. Si antes del viernes no se desbloquea el conflicto, se convocarán comicios anticipados.  

El partido

Un reto no menor lo tiene dentro del partido, donde el sector de Johnson –que se retiró convencido todavía de que estaba «bien posicionado» para liderar a los conservadores en las próximas legislativas– aún afila los cuchillos ante el «traidor» Sunak, uno de los primeros ministros que le abandonó cuando los escándalos hicieron su continuidad insostenible.

«Unirse o morir», reclama el nuevo primer ministro a los tories, en caída libre en los sondeos, que dan una aplastante victoria a los laboristas. Algunas encuestas incluso sitúan a los conservadores por detrás de los independentistas escoceses, que, al igual que los laboristas, reclaman elecciones anticipadas. Los tories prometen también frenar drásticamente el número de inmigrantes, siguiendo una de las banderas de Johnson y del Brexit. Y pese a ello, este año se ha marcado el récord de entradas ilegales a través del canal de la Mancha. Sunak apoya el plan para enviar a Rwanda a los demandantes de asilo, bloqueado al estar recurrido en los tribunales.

Pobreza energética

Una treintena de activistas de Greenpeace ocuparon el Parlamento en protesta por la pobreza energética a la que se enfrenta parte de la sociedad británica.  «Necesitamos que el próximo Gobierno impulse un impuesto sobre las ganancias extraordinarias adecuado para aislar los hogares y mantener a la gente abrigada este invierno», exigieron, recriminando a Sunak sus decisiones como ministro de Finanzas.

Disputa con la UE

En su felicitación a Sunak, la UE le pidió «unidad» y «estabilidad» para enfrentarse a los desafíos comunes. Entre ellos se encuentra la disputa generada después de que Londres aprobase la ley que anulaba unilateralmente parte del protocolo del Brexit sobre el norte de Irlanda.

Laboristas

«No ha sido elegido. No tiene respuestas. No tiene ideas», reprochó la número dos laborista, Angela Rayner. «Lo que hemos visto es una coronación y no una elección real en la que la gente deposita su confianza en alguien para que gobierne al pueblo británico», añadió, insistiendo en reclamar elecciones anticipadas.

El rápido ascenso de un millonario

Para algunos tories, un candidato demasiado suave y «centrista» después de figuras como Boris Johnson o Liz Truss, Rishi Sunak se ha tomado la revancha coronando una carrera meteórica en el partido. Nacido en 1980 en Southampton, es el mayor de los tres hijos de un médico y una farmacéutica de origen indio. Sunak recuerda el origen migrante de sus abuelos y que él trabajó en la farmacia de su madre y en un restaurante, para defender que «estoy aquí gracias al trabajo duro, al sacrificio y al amor de mis padres».

Pero ante los británicos no se oculta la imagen de riquísimo tecnócrata desconectado de la vida de la población, que ha seguido la habitual trayectoria de las élites. Pasó por el exclusivo internado del Winchester College y estudió Política, Filosofía y Economía en Oxford y Stanford (EEUU). Antes de entrar en política, fue analista en Goldman Sachs y creó o participó en varias sociedades de inversión. Diputado por Yorkshire en 2015, solo cinco años después ya era ministro de Finanzas. Partidario del Brexit, su popularidad decayó cuando, una vez levantadas las restricciones por la pandemia, cortó las ayudas y comenzó a subir impuestos. «Ser conservador significa ser responsable del dinero, tanto el de la gente como el de las finanzas públicas», se justificó.

Él y su esposa –la riquísima heredera india Akshata Murty, hija del cofundador del gigante tecnológico Infosys– tienen un patrimonio estimado en 730 millones de libras (860 millones de euros), superior al de Carlos III. Su imagen se vio dañada por un escándalo sobre el ventajoso estatus fiscal de su cónyuge, que evitaba pagar impuestos en el país por sus millonarios ingresos en el extranjero. La maniobra era legal, pero fue tan mal percibida que acabó cambiando su situación fiscal.