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La batalla de Orokieta, 150 años del ‘bautismo de sangre’ de la Cruz Roja de Nafarroa

Hace 150 años, la Cruz Roja de Nafarroa vivió su particular ‘bautismo de sangre’ atendiendo a los heridos de la batalla de Orokieta, en la Segunda Guerra Carlista. Esa intervención, cómo se gestó en el herrialde esta asociación de socorro y sus inicios se narran en ‘1872: un compromiso cumplido’.

Integrantes del equipo sanitario de Cruz Roja de Nafarroa que intervinieron en la batalla de Orokieta (Colección Pablo Larraz Andía/‘1872: un compromiso cumplido’)

En la batalla de Orokieta, librada hace 150 años en el marco de la Segunda Guerra Carlista, la Cruz Roja de Nafarroa vivió su ‘bautismo de sangre’, tal y como se recoge en el libro ‘1872: un compromiso cumplido’, obra de Joaquín Ignacio Mencos Arraiza y que reúne documentación y testimonios gráficos de los orígenes de esta asociación de socorro en el herrialde.

Esta historia en realidad comenzó en 1859 en Solferino (Lombardía). El 24 de junio de ese año y dentro de la segunda guerra de Unificación Italiana, en ese lugar se enfrentaron los ejércitos de Napoleón III de Francia y el de Austria, al mando de Francisco José I. Tras un combate librado por más de medio millón de soldados, al día siguiente yacían en el campo de batalla 6.000 hombres y 42.000 se encontraban heridos. Había sido la batalla más cruenta desde Waterloo.

Entre los que recorrían el campo después de la batalla figuraba el suizo Henry Dunant, que se encontraba en ese lugar a causa de un viaje de negocios. Allí descubrió horrorizado que «no hay medios de socorro. Los servicios militares tienen previstos más cuidados para los animales que para los hombres. No hay médicos, no hay medios, no hay enfermeras», detalla Mencos en su obra.

Dunant recogió esa traumática experiencia en su libro ‘Un recuerdo de Solferino’, publicado en 1862 y donde exponía sus ideas sobre cómo podría organizarse la ayuda a los heridos en los campos de batalla.

Su obra tuvo un notable éxito y su idea de atender a los heridos en la guerra la recogieron cuatro miembros de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública que, junto con él, impulsaron el proyecto hasta la constitución formal en 1863 del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Un año después, el Comité, con el apoyo del Gobierno suizo, logró convocar una conferencia diplomática en la que doce estados firmaron el Primer Convenio de Ginebra, que establecía ciertas reglas humanitarias en la guerra.

Grabado sobre la batalla de Orokieta. (KOLDO MITXELENA KULTURUNEA)



Nafarroa, entre las primeras

Las ideas de Dunant cuajaron muy pronto en Nafarroa, de tal manera que el 5 de julio de 1864 se fundaba la Cruz Roja en el herrialde de la mano del médico iruindarra Nicasio Landa, que ya se planteaba que «en tiempos de paz también deberían actuar. Si tienen personal formado y equipamiento dispuesto y algo sucede en Navarra, consideran que deben poner al servicio de la sociedad navarra esas capacidades», apunta Mencos.

Incluso, anticipándose a la guerra que estaba a punto de estallar en Euskal Herria, logró que se aceptase su labor en conflictos civiles, algo que no quedaba explicitado en el convenio de Ginebra y que tenía su importancia, ya que el Gobierno español no reconocía a los carlistas como contendientes, sino como un grupo de insurgentes.

Tras una participación puntual en la guerra franco-prusiana, el momento de la verdad le llegó a la Cruz Roja de Nafarroa durante la Segunda Guerra Carlista.

En abril de 1872, el rey de los tradicionalistas, Carlos VII, comunicaba a sus seguidores que se alzaran en armas. El día 24 se produjo un primer enfrentamiento armado en Arizala, donde Nicasio Landa, médico del Ejército liberal, empezó a atender también a heridos carlistas en nombre de la Cruz Roja, aunque a título personal.

El verdadero ‘bautismo de sangre’ de la asociación de socorro tuvo lugar poco después, el 4 de mayo. Ese día, las tropas carlistas se reunieron en Orokieta con su rey Carlos VII presente en el lugar. Pero eran hombres mal armados y peor municionados, como descubrió el general gubernamental Moriones, quien decidió aprovechar el momento para bombardear el lugar y lanzar a sus tropas.

Traslado de heridos de la batalla de Orokieta. (KOLDO MITXELENA KULTURUNEA)



Los sorprendidos carlistas defendieron la posición durante hora y media, hasta que terminaron derrotados, sufriendo 38 muertos, diez heridos y 749 prisioneros, frente a los 6 muertos y 24 heridos de las tropas de Madrid.

De nuevo, Landa se encontraba en el lugar como integrante del ejército de Moriones, pero empezó a atender a los heridos de los dos bandos. Una intervención en nombre de la Cruz Roja que se intensificó el día 7, cuando llegó el equipo organizado desde Iruñea, con brazaletes y gorras que les identificaban con el distintivo de la asociación. «Con los fardos de sábanas y camisas que les remitiera el Comité, sacaron a los heridos de entre los montones de paja en que yacían y les proporcionaron lecho y abrigo», según se recoge en el libro ‘1872: un compromiso cumplido’.

La mayoría de los heridos fueron trasladados a Iruñea, aunque doce estaban demasiado graves y el equipo sanitario se quedó con ellos, instalando un puesto de socorro intermedio. El día 11 regresaron a Orokieta más voluntarios para recoger a los heridos graves, quienes, tras ser transportados en camilla hasta Irurtzun, llegaron a la capital en tren para ser ingresados en el hospital militar.

Una tradición oral sostiene que los voluntarios de la Cruz Roja portaban en su intervención de Orokieta una bandera que todavía se conserva y en la que, en la restauración a la que ha sido sometida recientemente, «se han descubierto restos de sangre», señala Mencos.

Bandera que habría estado en la batalla de Orokieta y que tiene rastros de sangre. (ARCHIVO DE CRUZ ROJA DE NAFARROA)



Tras una intervención fallida en una acción militar en Munarriz el 18 de junio, un nuevo enfrentamiento armado registrado en Urbasa el día 21 contó con otra notable actuación de la Cruz Roja de Nafarroa. Tres equipos sanitarios desplegados desde Amezkoa, Lizarra e Iruñea localizaron a los heridos registrados en el choque y los trasladaron a Etxarri-Aranatz, donde instalaron un hospital de sangre. Todos ellos fueron socorridos, se procedió a su cura y se preparó el traslado de todos ellos a Iruñea.

Estos hospitales móviles de Cruz Roja contaban con camillas, un botiquín-mochila, una cocina de campaña, dos arcones de material sanitario, una cuba y mandiles-camilla (un invento de Landa para trasladar heridos), entre otros elementos.

Más de mil heridos atendidos

Entre 1872 y 1873, «estos hospitales móviles y los de los 77 comités afiliados hicieron 42 expediciones con motivo de 30 combates, socorriendo en 62 lugares a 1.101 heridos de ambos bandos y transportaron a 539 de ellos a diez hospitales, empleando en estos servicios 115 días y recorriendo 2.020 kilómetros. También se instalaron hospitales permanentes», recopila Joaquín Ignacio Mencos.

Para atender todas estas necesidades, la Cruz Roja de Nafarroa solicitó públicamente a la sociedad su apoyo material y económico, al tiempo que hacía grandes esfuerzos para darse a conocer y legitimar su acción en la confianza de los combatientes a través de su neutralidad.

Sin embargo, el bando carlista decidió crear su propia asociación de asistencia bajo los mismos estatutos y fines. Fue fundada en diciembre de 1873 por Margarita, esposa de Carlos VII, y tuvo como nombre La Caridad. Empezó a funcionar a comienzos de 1874 y se dio la circunstancia de que en Lizarra había dos Cruces Rojas, aunque entre ambas buscaron cierta coordinación hasta el final del conflicto en 1876.

La Segunda Guerra Carlista supuso uno de los momentos más destacados y duros de la historia de la Cruz Roja de Nafarroa, que en la actualidad cuenta con casi 6.000 personas voluntarias, más de 25.000 socias y un equipo técnico compuesto por 180 personas. En 2021, cerca de 45.000 personas fueron usuarias de los proyectos de esta entidad, que cuenta en el herrialde con 18 asambleas locales y 30 puntos de actividad o presencia local.

Mandil para trasladar heridos creado por Nicasio Landa, el segundo por la derecha. (CENTRO DE DOCUMENTACIÓN DE CRUZ ROJA)