Cambio de estilo para ejecutar la mitad del trabajo en un tercio de tiempo
Osasuna ha cambiado su estilo de juego –se ha vuelto a reinventar– para materializar ya la mitad de la permanencia habiéndose cumplido solamente el primer tercio del campeonato liguero.
Confirmando las declaraciones de Unai García en la entrevista del pasado sábado, Osasuna se encuentra cada vez más cómodo con su nuevo estilo de juego y lo certificó ante el Valladolid, protagonizando el mejor encuentro casero en lo que se lleva de temporada de los de Jagoba Arrasate.
Los tres nuevos puntos sumados ante los pucelanos –la escuadra navarra firma la mitad de jornadas disputadas por victorias– permiten que el ecuador del objetivo de la permanencia ya se haya logrado.
Y, lo que es más importante, ello se ha conseguido habiendo invertido solamente un tercio del torneo de la regularidad y dejando sensaciones, a falta de los duelos contra Celta y Barcelona, bastante placenteras entre la afición rojilla.
Osasuna no sumaba tantos puntos en la máxima categoría a estas alturas de campeonato desde la histórica 2005-06. El 19 de noviembre de 2005 el bloque entonces dirigido por Javier Aguirre sorprendía a propios y extraños compartiendo el liderato con el Barcelona, ambos con 25 puntos en su casillero.
Y este nuevo momento dulce que vive ahora mismo el cuadro vasco se ha cimentado en una nueva propuesta futbolística, la enésima que se saca de la manga el preparador de Berriatua para mantener la tensión competitiva y no dejarse sorprender por sus rivales.
El técnico vizcaino prolongó su estancia en el banquillo osasunista con el compromiso y el reto de variar el estilo del equipo, motivado ese giro por el cuarto curso consecutivo en Primera y por la mala imagen y rendimiento que ofrecieron los suyos en El Sadar el pasado ejercicio.
La arriesgada apuesta –lo más sencillo hubiera sido mantener el modus operandi que ha permitido tres salvaciones seguidas– exigía no solo incorporar a la primera plantilla futbolistas jugones, sino también tener el valor para hacerles un hueco en el once.
La primera condición se cumplió con el afortunado fichaje de Moi Gómez, un jugador que por su calidad normalmente estaría fuera de la órbita de Osasuna, y con el ascenso al primer equipo de un Aimar Oroz que ya había dejado constancia de sus prestaciones en el filial, pero que era toda una incógnita su rendimiento ante el gran salto de categoría.
La irrupción de ambos, además, le ha generado un "problema" a Arrasate, debido a que se ha visto obligado a sentar a algunas vacas sagradas que la campaña pasada fueron parte imprescindible en su equipo titular.
Además de tener que manejarse el equipo con un único pivote –Torró–, piezas del calibre de Moncayola, Darko o Rubén García se han visto relegadas a un papel más secundario, a lo que hay que sumar la salida de un histórico como Oier o el casi nulo protagonismo de otro emblema rojillo, Roberto Torres.
Pese a ser dolorosas, el cuerpo técnico ha tenido que ir tomando todo este tipo de decisiones que se están demostrando como acertadas a la vista del rendimiento a corto plazo que ha ofrecido el bloque, dentro de un marco de exigencia deportiva máxima en un deporte tan profesionalizado como es el fútbol de élite.
¿Cuál será el techo del equipo? Esa es la pregunta del millón, dado lo especial de una temporada que en esta ocasión se va a prolongar todavía más en el tiempo, pero el desgaste que para los equipos grandes va a suponer la presencia de sus figuras mundialistas en la cita de Catar y la profundidad de banquillo osasunista invitan al optimismo.