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Treinta años de ‘Reservoir Dogs’: cuando Tarantino prendió su mecha

Un joven realizador estadounidense convulsionó el cine de los 90 con su explosiva ópera prima. El cineasta se llamaba Quentin Tarantino y aquel filme llevó por título ‘Reservoir Dogs’. Treinta años después, pervive la leyenda de los atracadores enlutados y una banda sonora irrepetible.


«¿Quiénes son para decirme lo que puedo y lo que no puedo hacer? Nunca dejé que nadie me detuviera, hice lo que quería hacer y, al hacer eso, cambiamos los 90. Los 90 dejaron de ser políticamente correctos y en un año tuvimos películas como ‘Reservoir Dogs’, ‘El Mariachi’ y ‘Ocurrió cerca de su casa’». A quien dijo estas palabras nos lo podemos imaginar inmerso en una verborrea constante y repartiendo gestos sin parar.

Tan telúrico como sus películas, Quentin Tarantino dinamitó el cine de los 90 con su explosiva irrupción cinematográfica: ‘Reservoir Dogs’. 

Se sabe que antes de colocarse detrás de una cámara, devoraba cine en formato VHS –aprovechando su trabajo en un videoclub– y que escribía guiones en sus ratos libres. Consiguió malvender dos de ellos: ‘Amor a Quemarropa’, que dirigió Tony Scott y ‘Asesinos Natos’, que dirigió Oliver Stone y ambas se estrenaron después de ‘Reservoir Dogs’ y contaron con el respaldo publicatario que ya tenía la firma de Tarantino.

El aspirante a director mantuvo pacientemente la posibilidad de poner en marcha ‘Reservoir Dogs’ con él como director. Apostó por una obra que no requería demasiado presupuesto, era de escenografía teatral, con escasas localizaciones y se basaba toda su fuerza en los diálogos. Cuando el guion cayó en manos de Harvey Keitel le gustó tanto que no solo se ofreció a participar como actor, sino que también coprodujo la cinta, involucrándose totalmente en el proyecto.

Tarantino no inventó nada, tan solo –que es mucho– readecuó a su historia multitud de referencias cinematográficas que transformaría en un centrifugado de secuencias desarrolladas a partir de su estilo literario, nacido de los diálogos que cualquier puede compartir en un bar y las novelas pulp.

Centrifugado creativo

Seis criminales profesionales son contratados por Joe Cabot (Lawrence Tierney) y su hijo Nice Guy Eddie (Chris Penn) para ejecutar un trabajo. No se conocen entre sí y se mantienen en el anonimato. Tan solo responden a nombres de colores: el señor Naranja (Tim Roth), el señor Blanco (Harvey Keitel), el señor Rosa (Steve Buscemi), el señor Rubio (Michael Madsen), el señor Marrón (Quentin Tarantino) y el señor Azul (Edward Bunker).

Preparan minuciosamente el robo a un almacén de diamantes, pero la Policía aparece inesperadamente en el momento del atraco, convirtiéndolo en una masacre que tiene como resultado las muertes de algunos policías, empleados y también de dos atracadores. Todo hace sospechar que hay un traidor infiltrado.

Reunidos a puerta cerrada en un viejo almacén abandonado, los supervivientes se enfrentan entre sí intentando descubrir quién es el traidor que les ha conducido a esta situación límite.

Con estos mimbres vistos en multitud de thrillers, Tarantino nos descubrió su genialidad desestructurando la trama, desordenando las escenas y ofreciéndoselas al público en clave de puzzle. Era una película sobre un atraco pero este carecía de importancia, tan solo visionamos secuencias frenéticas del fallido asalto.

Tarantino reveló que fue una frase muy concreta de la película ‘Atraco perfecto’, de Stanley Kubrick, la que le llevó a escribir la trama de ‘Reservoir dogs’: «Te voy a dejar esa cara tan bonita que tienes convertida en picadillo de hamburguesas».

Otras referencias cinéfilas fueron ‘Pelham 1,2,3’, de Joseph Sargent; ‘Rififi’, de Jules Dassin, ‘Grupo Salvaje’, de Sam Peckinpah y sobre todo la honkongnesa ‘City on Fire’, dirigida por Ringo Lam y protagonizada por Chow Yun-Fat.

Otro elemento destacado fue la utilización de la música en secuencias tan recordadas como la de la tortura que sufre el policía a manos de un desquiciado Michael Madsen que baila al compás de ‘Stuck in the middle with you’.

Sobre esta escena en particular, siempre salen a relucir las palabras del por entonces todopoderoso productor Harvey Weinstein, cuya relación con Tarantino nació en este filme y culminó antes de ‘Érase una vez en Hollywood’ tras las acusaciones de abuso sexual que provocaron la caída del magnate que, en aquellos días era conocido como Harvey ‘Manostijeras’ por su facilidad a la hora de exigir el corte de escenas.

Al parecer, tras las primeras proyecciones de ‘Reservoir Dogs’ en varios festivales, Weinstein no vio de buen grado la secuencia de la tortura. El productor, antes de que la película fuese estrenada en salas de cine, quería cortarla y según recordó Tarantino: «Su razonamiento fue: ‘Mira, Quentin, esta es una película que puede ver cualquier persona. Pero con esa escena de tortura vas a alienar a las mujeres, no van a querer ver esto. Estás poniendo tu película literalmente en una pequeña caja. Pero sin esa escena, cualquiera puede ir a verla y todo el mundo la disfrutará’».

El director defendió la secuencia y con esta medida, «me convertí en mí, porque Harvey estaba acostumbrado a ganar este tipo de discusiones».

Finalmente, y en relación con su enigmático título, cuyo origen inspiró todo tipo de conjeturas, fue explicado por Tarantino a su manera «es un título perfecto para esos tipos, son ‘Reservoir Dogs’, sea lo que sea lo que signifique».