La Copa del Mundo no tiene género para John Herdman
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Canadá ha regresado a un mundial masculino después de 36 años de ausencia, el combinado norteamericano consiguió la clasificación de forma brillante logrando el primer puesto de un octagonal en el que superó a Costa Rica, EEUU y México. Sobre el césped, la gran estrella, obviamente, fue el jugador del Bayern Alphonso Davies, pero el arquitecto principal del proyecto responde al nombre de John Herdman. Un técnico que ha hecho historia al ser el primero que dirigirá a las selecciones femenina y masculina de un mismo país en el mayor torneo futbolístico. Lo hizo con las mujeres canadienses en 2015, actuando como anfitrionas, y lo hará ahora con los hombres en Qatar.
Nacido el 19 de julio de 1975 en Consett, localidad del condado de Durham, al norte de Inglaterra, comenzó precozmente a entrenar. A los 26 años entró en la academia del Sunderland, pero en 2003 decidió dar un giro radical a su vida. Se marchó a Nueva Zelanda donde trabajó como profesor de entrenadores, fue el director de desarrollo futbolístico de la federación oceánica y ejerció como técnico de diversas selecciones del equipo kiwi. Con el combinado juvenil femenino logró la clasificación para los mundiales de 2006 y 2010, mientras que con la absoluta consiguió los billetes para la Copa del Mundo de 2007 y 2011 o los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008. Su capacidad persuasiva quedó acreditada al recuperar para el equipo neozelandés a Wendi Henderson, que había dejado la selección tres años antes, y conformó un gran bloque con jugadoras como Rebecca Bex Smith y Ali Riley. Su paso por el país oceánico le dejó una profunda huella, tanto que su hijo Jay es internacional sub20 con los all whites.
En 2011, aceptó un reto mayúsculo al firmar con Canadá, cuyo equipo femenino había naufragado de forma estrepitosa en la Copa del Mundo de aquel año. Sobre la mesa, la tarea de conformar un equipo competitivo de cara al mundial que organizarían en 2015. El impacto de Herdman fue inmediato e inspirador. Meses después de que llegará al cargo, las jugadoras canadienses se colgaron el oro en los Juegos Panamericanos y rompieron todos los pronósticos en la cita olímpica londinense. Con futbolistas como Filigno, Matheson o Sinclair, se plantaron en semifinales tras eliminar a las anfitrionas y se quedaron fuera de la disputa por el título al caer en la prórroga ante sus todopoderosas vecinas estadounidenses. En la lucha por el bronce, batieron a Francia. Un éxito histórico que repetirían cuatro años más tarde en Río. En la Copa del Mundo de 2015, en cambio, fueron eliminadas por Inglaterra en casa.
«Atravesaría una pared de ladrillos por él»
Su trabajo en el equipo femenino le convirtió en una leyenda, pero su obra no había hecho más que comenzar. Y es que, en 2018, pese a la controversia mediática suscitada, el inglés fue nombrado como entrenador de la selección canadiense masculina y, a su vez, director técnico de la federación con atribuciones que abarcan desde la absoluta hasta la sub 14. Según relata el propio Herdman en un artículo escrito en The Coaches Voice, «en mi primera reunión, de pie, frente a los jugadores, tuve que sacar mis propias dudas de mi mente, mientras el síndrome del impostor se establecía inevitablemente, respiré profundamente y les envié un mensaje muy claro: Esta vez va a ser diferente». Se refería a la posibilidad de clasificarse para Qatar en 2022, un objetivo que remarcó en sus primeras las charlas y conferencias de prensa.
Tuvo que ganarse la confianza del grupo, «al final de la reunión, muchos brazos cruzados habían pasado a estar relajados», para lo que estableció diversas actividades y estrategias. Mantuvo encuentros individuales con más de 40 futbolistas y realizó decenas de encuestas anónimas. Todo, bajo la premisa de esclarecer tres preguntas clave: «¿Por qué los jugadores vestían la camiseta de la selección?, ¿qué querían para el equipo? Y ¿para quién se enfundaban la elástica del conjunto nacional?».

Con las mismas, Herdman buscaba una mayor implicación emocional colectiva, algo que acabó evidenciando Alphonso Davies al señalar que «atravesaría una pared de ladrillos por él». Una prueba del poder persuasivo de un técnico que ansiaba con disputar la Copa del Mundo, algo que le retrotraía a sus sueños más primarios, «el Mundial de 1986 fue el torneo que encendió mi pasión por el fútbol, Gary Lineker y su muñeca vendada, la Mano de Dios de Maradona, me encantó todo. Fue la primera vez en el que tuve el álbum de Panini y, ahí, estaba Canadá». La empresa nada sencilla, ya que meses antes de que el inglés accediese al cargo, en 2017, el conjunto norteamericano ocupaba el puesto 120 del ranking FIFA.
Desde un inicio, se marcó una serie de objetivos claros para lograr el sueño mundialista: Quería ser el mejor equipo de la Concacaf en lo que a espíritu grupal, flexibilidad táctica, mentalidad resiliente y organización interna respecta. Canadá no contaba con los recursos de EEUU y México, pero podría superarles en las citadas áreas, estableciendo nuevos liderazgos e instaurando «el código de la camiseta», un manual de comportamiento para los jugadores de la selección.
En su grupo de colaboradores, la primera incorporación fue la de Robyn Gayle, antigua jugadora internacional, en calidad de responsable del apartado de Bienestar y Cultura del equipo, un desempeño que ya había ejercido en el combinado femenino durante el Mundial de 2015 y los Juegos de 2016. Junto a ella, le acompañan el quebequés Marco Biello –extécnico del Montreal Impact de la MLS–, Jason Devos –que fuera jugador de la selección y actual director de desarrollo de la federación–, el catalán Eric Tellado –licenciado en Educación Física que pasó ocho años en la estructura del Espanyol– y el neozelandés Simon Eaddy como entrenador de porteros.
Su capacidad para motivar a los jugadores es uno de sus puntos fuertes, algo que se empezó a percibir en la Copa de Oro de 2021 donde alcanzaron las semifinales pese a no poder contar con buena parte de sus mejores futbolistas. Para Herdman, el desempeño del equipo en un ambiente hostil, presionados por 70.000 mexicanos en las gradas, sirvió para mostrar que «existía una lucha colectiva que no se había mostrado antes y para enseñarle al país que estaban ante un equipo nuevo». De cara al octagonal mundialista, el técnico colocó una portada imaginaria del Toronto Star en la silla de todos y cada uno de los futbolistas. En la misma, se afirmaba que el equipo rojo alcanzaba la Copa del Mundo tras quedar primera de grupo y batir todos sus récords históricos. Un sueño convertido en realidad. Herdman seguía un principio maorí que le trasladó la jugadora Kristy Hill durante su etapa neozelandesa: «Tienes que tocar el corazón de alguien antes de poder tomarlo».

La cadena ESPN le ha definido como «el héroe inesperado» de Canadá, la web de la FIFA como «el factor X», mientras que la exjugadora Wendi Henderson indicó a The Guardian que «nos hacía morir la una por la otra y por nuestro país». En el citado artículo del diario inglés, Melissa Tancredi –doble medallista olímpica bajo su dirección– le definía como «un maestro de la conversación con una mente privilegiada». Algo en lo que incidió su colaborar Eric Tenllado en una reciente entrevista con el portal Migrantes del Balón: «Es impresionante la variedad de cuestiones de las que te puede hablar, está preparado para escuchar a expertos de cualquier tema debido a que tiene una base muy sólida y es capaz de hacer muy buenas preguntas». Una analogía de lo que también hacen los Arcade Fire, una de las mejores bandas canadienses, en su canción «Genius».
Herdman, tras dirigir a Canadá y Nueva Zelanda en los mundiales femeninos de 2007, 2011 y 2015, ha logrado llevar al equipo masculino del país norteamericano del puesto 70 al 33 en el ranking y, además, clasificarlo para la Copa del Mundo después de 36 años. En ocasiones, tal y como dice el propio técnico inglés, que ha triunfado futbolísticamente con hombres y mujeres, «todo lo que se necesita son unas mentes comprometidas con algunos objetivos aparentemente imposibles».