Gloria y tragedia para los Leones de Teranga que más fuerte rugieron
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Durante los últimos años del pasado siglo y los primeros del actual, uno de los temas recurrentes para analizar el futuro del fútbol pasaba por pronosticar que una selección africana ganaría la copa del mundo en un plazo cercano. La concatenación de elementos históricos parecía alimentar dicha percepción. En 1978, Túnez fue el primer equipo del continente en ganar un partido del mundial tras batir por tres a uno a México en Rosario, cuatro años después Argelia venció a la República Federal de Alemania en Gijón y se quedó fuera de la segunda fase por una componenda entre austriacos y teutones, después, en la cita de México, Marruecos pasó a octavos y fue eliminada por los germanos, mientras que Camerún hizo saltar la banca en 1990. Los leones indomables rompieron el techo de cristal alcanzando los cuartos de final. Ganaron el bronco partido inaugural a la Argentina de Maradona, superaron a Rumanía en Bari y Roger Milla, a sus 38 años, le robó la cartera a René Higuita en una de sus clásicas salidas fuera del área. No obstante, tras adelantarse ante Inglaterra, dos penaltis les condenaron.
Era la parte más visible de una pirámide que parecía tener cimientos sólidos y un porvenir esplendoroso. En el mundial sub 17, Nigeria conquistó las ediciones de 1985 y 1993, llegando también a la final de 1991. Además, en el mismo torneo, Ghana se hizo con los títulos de 1991 y 1995, alcanzando el subcampeonato en 1993. En la copa del mundo sub 20, mientras tanto, las águilas lograron el segundo puesto en 1989 y el tercero en 1985, mientras que las Black Stars disputaron la final de 1993 y las semis de 1997, algo que también consiguió Mali en 1999. No obstante, el incremento del hype llegó de la mano de las participaciones africanas en los Juegos Olímpicos; Zambia completó un gran papel en Seúl, ganando por cuatro a cero a Italia, Ghana se colgó el bronce en Barcelona, mientras que Nigeria y Camerún tocaron el cielo en Atlanta y Sidney. Las águilas batieron a la Argentina de Almeyda, Ayala, Chamot, Crespo, Gustavo López, Ortega, Simeone o Zanetti por tres a dos con un tanto Amunike en el último minuto, entretanto que los Leones indomables superaron a la selección española, en la que estaban Aranzubia, Lacruz y Unai Bergara, en la tanda de penaltis.
Unas expectativas que se alimentaron también debido a la cada vez mayor presencia de futbolistas africanos en grandes equipos europeos –Geremi, Kanu, Kuffour, Lauren, Naybet, Okocha, Oliseh o Radebe–, la incorporación de los hijos de los migrantes a las selecciones o la irrupción de nuevos talentos de dimensión global como Drogba, Eto’o, George Weah o Kanouté. Y, por supuesto, de hazañas como la conseguida por la Senegal en el Mundial de 2002, igualando la marca camerunesa en 1990, y que, posteriormente, únicamente fue igualada por Ghana en 2010 en Sudáfrica.
La gran sorpresa contra Francia
Dos décadas después de dicho éxito, es posible sentenciar que los míticos Leones de Teranga de 2002 han estado marcados por la gloria alcanzada en la primera copa del mundo asiática y por grandes tragedias personales. Pese a haber sido Campeones de África poco antes, llegaron como víctimas propiciatorias. Sin embargo, contra todo pronóstico, dieron una de las mayores sorpresas de la historia al vencer a Francia, entonces vigente campeona de Europa y el mundo, gracias a un tanto de Bouba Diop. Empataron a uno frente a Dinamarca y lograron el pase a octavos tras otra igualada contra Uruguay en un partido loco. Los senegaleses se adelantaron por tres a cero, merced a Fadiga y un doblete de Bouba Diop, pero acabaron pidiendo la hora tras los tantos del Chengue Morales –que poco después ficharía por Osasuna–, Forlan y Recoba. Superada la primera fase, en octavos, remontaron a la Suecia de Henrik Larsson con dos tantos de Henri Camara, plantándose entre los ocho mejores. Tuvieron su gran oportunidad ante Turquía, pero, en la prórroga, Ilhan Mansiz ajustició a los Leones de Teranga con un «Gol de Oro», dando por concluido el encuentro en caso de que alguno de los equipos marcase en el tiempo extra. El sueño acabó en Osaka y el conjunto senegalés no volvió a una copa del mundo hasta la cita de Rusia 16 años después.
Dieron el salto a grandes clubes europeos
Dirigidos por Bruno Metsu, todos los futbolistas del equipo jugaban en la Liga francesa, a excepción de los metas suplentes: Khalidou Cissokho, que militaba en el Juana de Arco de Dakar, y Omar Diallo, que lo hacía en el Olympique de Khouribga de Marruecos. Con la mayoría de jugadores nacidos en el área de Dakar, Beye y Sylvain N’Diaye eran los únicos que habían llegado al mundo en suelo galo, mientras que Ferdinand Coly y Aliou Cissé se trasladaron junto a sus familias el Estado francés siendo niños.
El carisma del entrenador era evidente, antiguo jugador del Lille, Niza, Valenciennes o Roubaix, también desarrolló su carrera como entrenador en equipos norteños, hasta que fichó por Guinea. En 2000, pasó a dirigir a Senegal, convirtiéndose al islam tiempo después y cambiando su nombre al de Abdulkarim Metsu. Logró convertir a los Leones de Teranga en la mejor escuadra de África. Con su melena al viento, americana gris y camiseta blanca de cuello en pico, se erigió en uno de los iconos del Mundial de 2002. Tras la copa del mundo, dejó el combinado senegalés, se trasladó al Golfo Pérsico para dirigir a varios equipos y, posteriormente, entrenó a Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Metsu falleció el 15 de octubre de 2013 tras padecer un cáncer de colón y fue objeto dos funerales en su honor. En Dunkerque, con la presencia de 400 personas, y en Dakar, bajo el rito islámico, al que asistieron el presidente de Senegal, Macky Sall, o antiguos discípulos como Aliou Cissé, Coly, Diouf o Fadiga.
El éxito hizo que numerosos clubes de las grandes ligas, especialmente de la Premier, llamasen a la puerta de los senegaleses. El Liverpool, por ejemplo, se hizo con los servicios de El Hadji Diouf y Salif Diao. El primero, definido por Jamie Carragher como «alguien que tiene uno de los peores promedios goleadores en la historia red, el único nueve que no ha marcado en toda una temporada y que siempre era elegido el último en los entrenamientos». Durante su paso por Inglaterra, donde también jugó en el Blackburn, Bolton o Sunderland, recibió numerosas amonestaciones y sus enfrentamientos verbales con jugadores e hinchas rivales fueron habituales. Salif Diao, por su parte, tuvo un paso más tranquilo por Anfield, aunque apenas disputó 37 encuentros y la llegada de Xabi Alonso provocó su salida al Birmingham. Otro gigante europeo, el Inter de Milán, llamó a la puerta de Khalidou Fadiga, pero un problema cardíaco detectado en un amistoso del verano evitó que debutase oficialmente como nerazzurri. Posteriormente, vestiría las elásticas de Bolton, Coventry o Derbi County. Otros héroes del hito mundialista como Beye, Camara, Coly, Faye o N’Dour también jugaron la Premier.
El recuerdo de Papa Bouba Diop y los doce familiares de Aliou Cissé
Mención aparte merecen Aliou Cissé y Papa Bouba Diop, dos de los ejes de aquella selección senegalesa y que encarnaron como nadie las dos caras de la moneda vividas por los Leones de Teranga. El primero es el actual seleccionador, devolvió al equipo a un Mundial en 2018, ganó la Copa de África en 2021 y ha logrado, de momento, alcanzar los octavos en Qatar, pese a no poder contar con Sadio Mané. Como futbolista, pasó por el Lille, PSG, Montpellier, Birmingham, Portsmourh o Sedan, pero su trayectoria vital quedó marcada por lo sucedido el 26 de septiembre de 2002 en las costas de Gambia. El hundimiento del ferry MV Le Joola provocó la muerte de 1863 personas, registrándose únicamente 64 supervivientes, en lo que supuso el mayor desastre náutico de carácter civil después de lo ocurrido con el Titanic en 1912. Doce familiares de Cissé, entre los que estaban su hermana, tíos, sobrinos y primos, perdieron la vida. Pese a ello, apenas nueve días después, salto al campo para disputar un choque frente al West Ham. El Birmingham, que emprendió una campaña para recaudar fondos, llegó a lucir una bandera de Senegal en solidaridad, mientras que Los Leones de Teranga y las águilas nigerianas también disputaron un amistoso en beneficio de las víctimas.
Papa Bouba Diop, por su parte, era una de las grandes referencias del fútbol africano. Militó en el Grasshoppers o el Lens, hasta que el Fulham pagó seis millones de libras por sus servicios. Apodado «el armario», su entrenador en el conjunto londinense, el exrealista Chris Coleman le definió así: «Tiene buen pie, defiende correctamente, marca goles y juega a un ritmo muy alto». Para el mítico Paul Scholes, fue «el rival más incómodo al que me he enfrentado». Tras dejar Craven Cottage, se enfundó las camisetas del Portsmouth, West Ham United o AEK de Atenas. Durante los últimos años de su vida padeció una grave enfermedad neurodegenerativa y murió el 29 de noviembre de 2020. Los jugadores de la actual selección senegalesa le homenajearon tras lograr el pase a octavos mostrando una pancarta con su foto.

Doble paso por Mendizorrotza
Entre los 22 integrantes de la plantilla también estaban Pape Sarr y Pape Thiaw, que llegaron a jugar en el Deportivo Alavés. El primero fue un medio que llegó a Mendizorrotza en diciembre de 2005 y fue parte del elenco que consiguió el ascenso durante la convulsa etapa de Piterman. El delantero, que aterrizó en Gasteiz unos meses antes que su compatriota y permaneció tres campañas en el conjunto del Paseo de Cervantes, disputó 26 encuentros y anotó 11 tantos con la elástica albiazul. Posteriormente, se marcharía al Lorca donde coincidió con varios futbolistas vascos como Iker Begoña, Gorka García, Jorge Pérez, Jorge Sánchez y Xabi Jauregi. Asimismo, Silvayn N’Diaye estuvo bajo las órdenes de Mané y convivió con Iñaki Aizpurua e Iñaki Deskarga en el Levante e hizo lo propio con Mikel Arruabarrena en el Tenerife.