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El Foro recomienda una memoria inclusiva y autocrítica con un objetivo: «No repetición»

Fruto de distintas dinámicas emprendidas desde 2016, el Foro Social Permanente ha presentado este sábado en Donostia diez recomendaciones para una política de memoria. Aboga por desterrar el «relato único» y las narrativas «de guerra» para sentar la base de la no repetición.

Comparecencia del Foro Social este sábado en Donostia. (Foro Social)

Inclusiva, autocrítica y teniendo en cuenta a las víctimas. Son algunos de los criterios que el Foro Social recoge en diez recomendaciones sobre la cuestión de la memoria, que admite de entrada como «un espacio delicado en cualquier proceso de posconflicto violento». Han sido presentadas este sábado en Donostia por Agus Hernan y Nekane Altzelai, junto a Aitzpea Leizaola, Fernando Armendariz y Eneko Calle, y suponen el colofón a varias dinámicas de trabajo, algunas públicas y otras privadas, llevadas a cabo desde 2016 en este campo y también en el de los presos y víctimas.

La última de estas diez recomendaciones subraya cuál debe ser el objetivo en esta compleja cuestión: «Sentar las bases de no repetición. La sociedad está ante una responsabilidad que requiere un esfuerzo colectivo». Recuerda el Foro que en el décimo aniversario de Aiete (octubre de 2021) ya apuntó la necesidad de que este tema pasara de ser elemento de confrontación a elemento de construcción y cree que se está consiguiendo porque «el impulso del relato único está agotado».

En correspondencia con ese objetivo futuro y ese logro actual, se plantean nueve recomendaciones más. Las tres primeras son: «Escucharnos con apertura de mente, con respeto y atención, conscientes de la importancia del diálogo sincero»; «desterrar cualquier intención de imponer un relato único que, como se ha constatado, genera nuevos espacios de crispación política y social, y más en tiempos de una peligrosa polarización del debate político»; e impulsar «una memoria poliédrica», velando por que «se reconozca y respete esa suma de memorias individuales y colectivas: los diversos microrrelatos deberían ser las aportaciones principales a una pluralidad de memorias».

Autocrítica frente a «relato de guerra»

El Foro continúa planteando que «la memoria debe ser autocrítica» y «no dejar de lado ningún hecho» a fin de resultar efectiva como garantía de no repetición.

Se matiza a continuación que, no obstante, «la memoria no debe olvidar el contexto. No es conveniente analizar el pasado desde los parámetros del presente. La descripción de los acontecimientos que cada persona ha protagonizado y vivido deben incorporar el contexto social, político y cultural en y desde el que se producen», todo ello «sin que implique de ninguna manera que los actos de daño, sus consecuencias, el dolor causado... sean justificables».

«Hay que desterrar cualquier tentación de imponer un relato único, que genera crispación y más en tiempos de peligrosa polarización del debate político»

 

En sexto lugar, el Foro remarca que la memoria «debe ser inclusiva», lo que supone que «todos los hechos y las diversas miradas estén incluidos».

Lo une con el concepto de que «la memoria no debe ser confundida con la historia ni con el relato». Dicho de otro modo, «el relato debería ser algo más objetivo de lo que hoy, en demasiadas ocasiones se considera: su hilo conductor deberían ser los hechos»; es decir, que aquí «se mató, se secuestró, se torturó, se amenazó, se encarceló, se persiguió, se difamó, se extorsionó, se modificó la ley, se produjeron tales y cuales violaciones de derechos humanos... Hechos que cada persona u organización que los protagonizó recuerda y narra de una manera».

Incidiendo en la misma línea, el Foro Social recomienda construir la memoria «de una forma dialógica». Lo traduce en la propuesta de «impulsar procesos de encuentro entre diferentes que ayuden a consolidar el diálogo como una práctica cotidiana en situaciones de conflicto para aprender a relacionarnos en la diversidad». Una reflexión inserta en este punto: «El diálogo no es negociar ni debatir (...) Trata de preguntar más que de prejuzgar, más de escuchar que de hablar».

«Las víctimas deben estar en el centro de las políticas de memoria (...) y todas deben ser reconocidas sin ningún tipo de tratamiento asimétrico»

 

Una última cuestión muy relevante es que «las víctimas deben estar en el centro de las políticas de memoria». El Foro cita aquí su «derecho inalienable a la verdad, justicia y reparación, sea quien haya sido su victimario. Todas deben ser reconocidas sin ningún tipo de tratamiento asimétrico». Y recuerda los encuentros producidos entre ellas desde la experiencia de Glencree en 2007 hasta el muy reciente del Parlamento de Nafarroa, remarcando así la importancia que tienen sus testimonios.

«Hay campamento base»

El listado de recomendaciones ha sido completado por Altzelai y Hernan por algunas reflexiones sobre el momento en que se encuentra esta cuestión. Estiman que tras varios años de intentar imponerlo «el impulso del relato único está agotado. De puertas para adentro, todos los agentes reconocen que la memoria deberá ser poliédrica, y de puertas para afuera se empiezan ya a ver las señales. Quizás la más relevante, el documento ‘Begiradak’, en el que personas tan diversas coinciden en que no nos vamos a poner de acuerdo en el por qué ocurrió». Alude con ello al trabajo impulsado por Gogora que han realizado tres víctimas (Josu Elespe, Maria Jauregi, Axun Lasa) y tres historiadores.

El Foro percibe «consenso en el horror de lo ocurrido», «disenso en el porqué» y «acuerdo sobre un futuro de convivencia democrática sin violencia»

 

«Si debiéramos resumir en una frase dónde estamos ahora en esta cuestión, esta sería: Existe consenso en el horror de lo ocurrido, hay disenso en el porqué y hay acuerdo en un futuro de convivencia democrática sin violencia», han dicho los portavoces del Foro Social.

A partir de ahora, se han preguntado si existe «un campamento base suficiente para poder afrontar el futuro. Y nuestra respuesta es ‘rotundamente, sí’, siendo conscientes de que esta cuestión nunca dejará a ninguna parte totalmente satisfecha».

Dos apuntes finales han abundado en cuestiones ya reiteradas por el Foro: que este trabajo debe hacerlo «nuestra generación, sin dejarlo a las venideras»; que existe «un riesgo claro de desmemoria, alimentado con la manera en que se está tratando públicamente esta cuestión» y especialmente por «la crispación en torno a la batalla del relato, que genera hartazgo en la sociedad»; y que «ni podemos pasar página demasiado rápido ni podemos quedarnos en los parámetros que la batalla del relato quiere imponer».

Como corolario, esta consideración: «Somos una sociedad en transición, y aunque no nos vamos a poner de acuerdo en el porqué, si debemos sentar las bases del futuro común al que queremos ir». Y también un mensaje a quienes tienen responsabilidades institucionales y de partido: «Les corresponde generar una atmósfera social que por un parte permita desarmar la palabra y por otra favorezca la implementación de estas recomendaciones, dejando definitivamente atrás los relatos de guerra».

 

ENCUENTROS PLURALES, EXPERIENCIAS INTERNACIONALES...

Las diez recomendaciones son resultado de un intenso y largo trabajo público y privado. Por un lado están los procesos discretos llevados a cabo desde 2019 en la CAV (el llamado ‘Foro de relatos’) y Nafarroa (‘Diálogo de memorias’). Este último ha concluido con la aparición pública de sus participantes, en una comparecencia reciente en el Parlamento navarro.

«Han sido dos experiencias de diálogo muy discretas, en las que han participado un total de 20 personas con tradiciones políticas y vitales muy diferentes. Desde personas que fueron de ETA a activistas por la paz, tanto en aquellos años como actualmente, así como sindicalistas, feministas, defensores de derechos humanos, académicas o personas que tuvieron responsabilidades institucionales», ha detallado el Foro.

En paralelo han discurrido dinámicas públicas como ‘Mapa integral del sufrimiento’ o ‘Diálogos improbables-Ustekabean topo’, esta a lo largo del último año, en la que se han recogido experiencias de Boko Haram, Líbano, Colombia e Irlanda y se han realizado encuentros plurales en Bilbo, Iruñea y Gasteiz. En ellos se han generado «espacios de confianza para, desde el debate templado, el respeto y el sosiego, compartir visiones diferentes y porqués».

Otros agentes han complementado esta labor con encuentros similares: entidades relacionadas con la búsqueda de la paz, institucionales locales... sin olvidar el grupo de trabajo de Gogora que ha dado pie al documento ‘Begiradak’.