INFO

‘¿Qué fue de Baby Jane?’, Bette Davis y Joan Crawford ante el doloroso espejo de Hollywood

‘¿Qué fue de Baby Jane?’ es una obra de culto, una magistral historia de soledades y decadencia desarrollada a través de un terror guiñolesco en el que se citaron dos implacables grandes divas en su declive, Bette Davis y Joan Crawford. 60 años después, su leyenda pervive.

Bette Davis y Joan Crawford, cara a cara en ‘¿Qué fue de baby Jane?’ (WARNER BROS)

Cruzada la frontera de los años 60, el panorama que encontraron Bete Davis y Joan Crawford no se asemejaba a sus pasados días de gloria cinematográfica.

El tiempo de los camerinos lujosos había pasado, y sus respectivos regresos a casa tras el fin del rodaje diario ya no los realizaban a bordo de flamantes limusinas. El technicolor imperaba en la pantalla, pero ellas parecían relegadas al formato del blanco y negro que envolvió la que sería su primera película compartida, ‘¿Qué fue de Baby Jane?’.

Su director, Robert Aldrich, tuvo que hipotecar su casa para pagar su ansiada película, cuya trama se basaba en la novela homónima que escribió Henry Farrell. Nadie parecía contento y seguro con la unión de las dos actrices ante una misma cámara, ni siquiera el propio Jack Warner tenía claro que aquella minúscula producción que iba a ser rodaba por su compañía fuese una buena idea.

Antes de que sonase el primer golpe de claqueta, Bette Davis quiso dejar clara su posición expresando sus dudas al propio Aldrich diciéndole: «¿Te has follado a Joan? Porque si lo hubieses hecho, no serías justo con las dos».

La guerra entre ambas divas venía de tiempo atrás y fue alimentado por la gran cotilla de Hollywood, Hedda Hopper, en sus afiladas crónicas dedicadas a Hollywood. En ellas aparecía de manera regular un hombre, Franchot Tone.

A mediados de la década de los 30, Davis era la reina de la Warner y Crawford lideraba el firmamento estelar de la Metro Goldwyn-Mayer. Por entonces, Franchot Tone y Bette iniciaron una relación que coincidió con su primer Óscar por ‘Peligrosa’ (1935).

Crawford se acababa de divorciar de Douglas Fairbanks Jr. y protagonizó junto a Tone ‘Today We Live’ (1935). El amor surgió en aquel rodaje hasta el punto de que, tiempo después, los dos pasaron por el altar.

La furibunda crónica rosa de la época vio en todo ello un caudal en el que Davis aparecía como la mujer a la que le habían robado el novio. A Davis no le hizo ni pizca de gracia que la colocaran en semejante situación y, por ello, jamás perdonó a Crawford.

Años después, ambas coincidieron en el mismo estudio. Tras ser despedida de Metro, Joan Crawford ingresó en la nómina de la compañía Warner y protagonizó ‘Alma en suplicio’. Gracias al éxito que logró con el filme, Crawford destronó a Bette Davis como reina del estudio.

La mecha estaba prendida y recorría implacable su reguero de pólvora hacia la gran catarsis que supuso su único cara a cara fílmico, ‘¿Qué fue de Baby Jane?’.

Un grotesco guiñol de Hollywood

La trama, en clave de terror, gira en torno a dos hermanas que tuvieron sus años de gloria y que han caído en el olvido. Una, Blanche, vive postrada en una silla de ruedas y depende de su hermana menor. Jane -Bette Davis-, la hermana menor, hace tiempo perdió la cordura a causa de la culpa que siente por haber dejado a su hermana paralítica y vive recreándose en sus años de gloria, sintiendo que puede volver a ser una niña otra vez y cantar y bailar junto a su padre mientras el público la admira.

Aldrich recorría los estudios para encontrar un productor capaz de financiar la película, cuando alguien le preguntaba el motivo de dicha dificultad, él respondía secamente, «ni siquiera nos dan un dólar por estas dos brujas». Mientras tanto, Davis calentaba el ambiente sentenciando: «Joan Crawford se ha acostado con todas las estrellas de la Metro, salvo con la perra Lassie».

Davis, que estaba harta de ver que su compañera de reparto promocionara a todas horas los beneficios de la Pepsi Cola -Crawford estaba casada con el propietario de la compañía y era miembro de su consejo de dircción-, ordenó que colocaran en su camerino y en los pasillos del set de rodaje máquinas expendedoras de Coca-Cola. A ello se sumó la contundencia que Davis empleó cuando le propinó golpes y bofetadas en las escenas.

La respuesta de Crawford no se hizo esperar. Durante el rodaje de una secuencia en la que Davis debía tirar de ella con fuerza, Crawford -sabeedora de los dolores de espalda que padecía su compañera de reparto- se colocó pesas de plomo en los tobillos y por todo el cuerpo para incrementar su dolor cada vez que debía sujetarla.

Davis dijo de su compañera que era la clase de persona a la que «no mearía encima ni aunque estuviera en llamas». Era un odio visceral, pero el resultado en la pantalla fue apabullante. Fue tal su éxito que se les propuso volver a actuar juntas en otra película muy parecida, ‘Canción de cuna para un cadáver’, donde se encrudeció más su relación y Joan Crawford se acabó retirando a causa de una enfermedad.

La irónica tristeza de ‘¿Qué fue de Baby Jane?’ radicó en la propia esencia de su fantasía fílmica, que recoge los últimos y solitarios años de dos mujeres que nunca llegaron a comprender cuánto tenían en común. Ambas fueron mujeres fuertes que batallaron contra el sistema de estudios y tan solo lograron ser la fuente vampírica de la que bebieron los cronistas rosas de la época y todo ello bajo la bendición de unos estudios de cine que habían sentenciado que su tiempo había pasado.

Tal vez, el sentido de aquella furibunda relación se traduce en la última frase de la magistral película de Aldrich, cuando el personaje encarnado por Bette Davis le dice a una agónica Joan Crawford: «¿Quieres decir que durante todo este tiempo pudimos haber sido amigas?».