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Una marcha masiva demanda en Bilbo que los derechos de los presos sigan en la agenda vasca

Sare quería llenar ayer la calle Autonomía. Y la llenó. Completamente. Desde Zabalburu, donde se encontraba la cabeza la manifestación que un año más exigió el regreso a casa de los presos y las presas vascas, la imagen era la de una arteria llena, repleta de gente.

Imagen panorámica de Zabalburu, con la cabeza de la manifestación. (Gorka RUBIO | FOKU)

Día ventoso, amenazando lluvia, que sí que llegó al final, para una jornada que se vivió ayer muy movida en la capital vizcaina. Metida desde la mañana en una vorágine de gente, en pleno primer día de rebajas, y, a partir del mediodía, debido al movimiento previo a la gran manifestación convocada por la tarde por Sare, se podría decir que en Bilbo se vivía ayer como una sensación de nervios, de agitación. Aunque no sabemos si las ciudades tienen sistema nervioso, lo cierto es que era toda una proeza encontrar aparcamiento, los restaurantes estaban repletos y había gente, mucha gente. Por todas partes.  

16.30 de la tarde, plaza de la Casilla, media hora antes del inicio de la manifestación anual convocada por Sare bajo el lema ‘Etxera bidea gertu’, para reclamar el fin de la política penitenciaria de excepción que se aplica a los presos vascos y para pedir su vuelta a casa. En la Casilla comenzaban a congregarse los manifestantes, muchos llegados en el más de centenar de autobuses fletados en los pueblos de Euskal Herria. Y desde allí comenzaban a desplegarse por Autonomía hacia Zabalburu, no sin que hubiera algún despiste debido al cambio en la convocatoria –hubo quien pensaba que era una ‘movilización estática’–, porque en esta ocasión el objetivo marcado por los organizadores era diferente: se quería llenar Autonomía en toda su extensión, mostrar la fuerza de la imagen.    

A las 17.00, hora prevista del inicio, la imagen era impactante. Autonomía llena, hileras apretadas de gente. Personas de diferentes ideologías y ámbitos de la sociedad reunidas en una misma movilización. Caras conocidas de la cultura, como Fermin Muguruza, Igor Elorza o Irantzu Varela entre quienes llevaban la primera pancarta.

También representantes de EH Bildu, Podemos, ERC, Junts, CUP, ANC y BNG, así como de los sindicatos ELA, LAB, UGT, Steilas, ESK, EHNE, Etxalde, Hiru, CNT y CGT. PNV y CCOO se adhirieron a la reclamación, aunque rehusaron participar en la marcha. Por EH Bildu, se podía ver a su coordinador general, Arnaldo Otegi, a la parlamentaria Bakartxo Ruiz; el diputado Oskar Matute, y a la candidata a diputada general de Gipuzkoa, Maddalen Iriarte.

En la marcha estaban también los secretarios generales de ELA y LAB, Mitxel Lakuntza y Garbiñe Aranburu, así como el exdiputado de ERC Joan Tarda, o la expresidenta del Parlamento de Catalunya, Carme Forcadell. La representación catalana era especialmente importante.

Tras una lona de casi 50 metros, portada por 50 personas, en la que se podía leer ‘Stop medidas de excepción-Return, Retour, Etxera’, y que fue pasando por encima de los manifestantes simulando una ola, arrancó la manifestación, en la que destacaron los aplausos a los familiares de los presos vascos. Unos familiares que portaban las pegatinas con el nuevo logotipo de Sare que, para representar el que anunció como un nuevo cambio de ciclo, ha cambiado también su logotipo.

Como cantaron la campeona de la txapelketa de este año Maialen Lujanbio y Amets Arzallus, va siendo hora de que «traigan a casa a los presos» y será entonces, dijeron, el momento de «celebrar» y de «reivindicar otras cosas», entre ellas, apuntó Maialen Lujanbio, «cómo crear o inventar otro pueblo».

«Nos ha costado, pero hemos ganado esta etapa»

En euskara por Anaiz Funosas y en castellano por Joseba Azkarraga, en el texto final leído en el Ayuntamiento por Sare y Bake Bidea se apuntaba que 34 años después del inicio de la política de alejamiento y dispersión contra los presos y presas vascas «podemos decir que nos ha costado, pero que hemos ganado esta etapa». «No tuvieron en cuenta –resaltaron– la firme voluntad de la sociedad vasca de plantar cara, democráticamente, a esta vulneración de derechos».

Tras advertir que durante este tiempo ha habido «mucho sufrimiento, un importante daño moral y un fuerte coste económico para que ni una sola semana ningún preso se quedará sin la visita de los suyos», Sare animó a los manifestantes «a cambiar el rostro de preocupación de nuestras caras por una mirada y una expresión de esperanza, y también de satisfacción. Esperanza y satisfacción porque vamos ganando la batalla contra la venganza... estamos ganando la batalla contra el odio y la revancha. Porque creemos en nuestras propias fuerzas y además continuamos avanzando. Lentamente, pero avanzamos», insistieron.

Tras recordar que «todas las víctimas de todas las violencias sufridas en Euskal Herria» merecen respeto en su dolor y un trato igualitario por parte de los gobiernos, indicaron que «mientras no busquemos una solución al problema de las víctimas y se les traslade el debido respeto desde la sociedad, y mientras no se busque una solución a la situación de los presos vascos, no podremos hablar de convivencia».

El reto que tanto Sare como Bake Bidea dijeron asumir en esta nueva etapa es «el compromiso de ser parte activa en la resolución» y, añadieron, «buscamos cerrar el ciclo de violencias y represión, para entrar en el ciclo de pacificación, la convivencia y la resolución». Aunque frente a ello se encuentre una «agenda de los Derechos Humanos» sujeta «a la conveniencia partidista y a la razón de Estado».

La más importante desde la pandemia

NAIZ calculó una participación de 67.000 personas en la movilización; mientras que, en datos de la Policía Municipal de Bilbo, se hablaba únicamente de más de 20.000 personas. NAIZ intentó contabilizar la manifestación con su método habitual (media de personas por fila multiplicado por filas por minuto y tiempo de paso total), en un punto situado al inicio de la calle Hurtado de Amezaga. Sin embargo, no fue posible completar el recuento porque la marcha quedó bloqueada por momentos y, de hecho, al concluir su recorrido la cabeza todavía estaba lejos de Zabalburu.

En consecuencia, NAIZ tuvo que recurrir a un método de cálculo por ocupación espacial y a su experiencia acumulada en el cómputo de participación en estas movilizaciones. Por aportar un dato referencial, la movilización llenó unos 80 metros más de calle Autonomía que la de enero de 2016, que reunió a 63.000 personas. Este volumen de gente convierte a la movilización en la más importante producida después del inicio de la pandemia, repitiendo casi los 70.000 manifestantes en Bilbo en enero de 2020.