El quebrantahuesos que ha aparecido muerto no pertenecía a los diez nidos de Nafarroa
El quebrantahuesos que apareció muerto el miércoles en Ardaitz es un macho adulto sin anillar ni marcar. El Guarderío Forestal no echa en falta a ningún ejemplar de las diez unidades reproductoras de Nafarroa.
En Nafarroa existen diez unidades reproductoras de quebrantahuesos, cada una en su territorio. Pueden estar compuestas por una pareja, o bien por una hembra y dos machos. El gran buitre que ha aparecido muerto en Ardaitz (Erroibar) no parece pertenecer a ninguna de estas unidades.
Marta López, de la Sección de Espacios Naturales y Especies Protegidas del Gobierno navarro, explica que la tesis es que se trata de un ave sin territorio adscrito, «dispersante», en su jerga. «Aves como esta un día están aquí y otro en Catalunya o Francia», aclara.
No está claro ni cómo llegó aquí ni cómo murió exactamente. El quebrantahuesos –o «ugatza», en euskara– se encuentra en peligro de extinción y tiene, en consecuencia, el máximo nivel de protección. Una primera necropsia apunta que murió a causa de unas fracturas.
No fue un golpe letal, pero sí le imposibilitó volar. A consecuencia de ello, acabó muriendo por hambre o sed. Se sabe porque había perdido mucha masa corporal antes de fallecer.
Se procede a la recogida de un #Quebrantahuesos en #Ardaitz, #ValledeErro. A falta de las pruebas toxicológicas, la necropsia refleja fracturas y contusiones compatibles con colisión o atropello. pic.twitter.com/qgb58lMLSQ
— Basozainak / Guarderío de Medio Ambiente (@Guardas_na) January 25, 2023
Los guardas no saben contra qué chocó. No hay en las cercanías del lugar donde apareció molinos o carreteras que den una solución fácil. La autopsia del ejemplar, por otro lado, no ha terminado y quedan las pruebas toxicológicas para determinar si el ave fue envenenada y, a causa de esa intoxicación, sufrió el golpe. Aun con todo, no parece la tesis más factible.
«Aquí no hemos tenido problemas por envenenamiento. Sí que ha sucedido en otras partes, como en los Picos de Europa, ahora que se ha intentado reintroducir la especie», prosigue esta bióloga.
La presencia de quebrantahuesos en la Península Ibérica quedó reducida al Pirineo, en gran medida, a causa del empleo de venenos. Según estimaciones de 2020 realizadas por Antoni Margalida, la población de estas aves en el Pirineo estaría entre los 937 y los 1.119 ejemplares. En Europa, estos carroñeros están presentes en los Alpes y el Cáucaso.
Solo un tercio del total de aves formarían unidades reproductivas, como las diez que existen en Nafarroa. Dos de cada tres, por tanto, son dispersantes, como la que ha fallecido en Erroibar.
El ‘Gypaetus barbatus’ hace una única puesta al año, de solo un huevo.
Pese a encontrarse en extinción, la población de quebrantahuesos crece año a año, aunque muy lentamente. El ‘Gypaetus barbatus’ hace una única puesta al año, de solo un huevo. Por este motivo, las unidades reproductivas son tan extraordinarias y el hecho de que el animal no pertenezca a ninguna de ellas es una gran noticia.
Pese a que ponen un único huevo, cada pareja puede sacar adelante decenas de pollos, pues son muy longevas. «Nunca sabes cuánto puede durar un ejemplar en la naturaleza, pues controlarlos tanto es complicado. En cautividad sabemos que han vivido 50 años y, aquí, en Navarra, hemos tenido un macho que se ha mantenido fértil durante 30 años», concreta esta bióloga del Departamento de Medio Ambiente.
Descartar que el cadáver pertenecía a una de las unidades reproductivas ha sido, por las fechas, relativamente fácil para los guardas. En estos días se está produciendo, precisamente, la puesta y el nido está muy frecuentado.
El cortejo, por su parte, se inicia hacia noviembre, cuando estas aves cambian sus patrones de vuelo.
Si todo va bien, el polluelo echará a volar en junio.
De uno a diez territorios
A este carroñero se le considera excepcional por varios motivos. De un lado, está la peculiaridad de haber aprendido a lanzar huesos desde la altura para poder acceder al tuétano. Pero el quebrantahuesos también se caracteriza por otro comportamiento extraño, pues se tiñe las plumas del pecho con tierras ricas en óxido de hierro. Dicha costumbre se refleja en el tono rojizo del ejemplar fallecido en Ardaitz. Su coloración natural, en los adultos, es blanca.
A diferencia del alimoche, no migra cuando llega el frío. Sin embargo, incluso las parejas adscritas a territorios concretos pueden llegar a desplazarse, esporádicamente, cientos de kilómetros, realizando incursiones en busca de nuevos espacios o alimentos. «Los que tenemos aquí pueden aparecer en Catalunya y volver poco después», indica López.
Como gran ave que se mueve principalmente en zonas montañosas, acusa menos el peligro de los molinos y las líneas de alta tensión. Si bien desde el Departamento de Medio Ambiente constatan que estas infraestructuras sí están afectando a los efectos de reintroducción de la especie en otras cordilleras peninsulares, como Picos de Europa, Cazorla o la Sierra de Gredos.
En lo que respecta a Nafarroa, la recuperación que se ha conseguido ha sido notable en las últimas décadas. López indica que, en los 80, solo había un territorio ocupado por una unidad reproductiva. En los 90 se subió a cuatro, compartidos con Aragón e Iparralde, pues estas aves no entienden de fronteras. En 2020, se contabilizaron nueve de estos territorios, y se sabe que sacaron adelante con éxito cuatro crías dentro de la Comunidad Foral.