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Entrevista
Koldo Zuazua
Productor de cine

«Toda producción artística que está fuera de la ley del mercado necesita apoyo institucional»

Con cintas como ‘Andia’, ‘Akelarre’ o ‘Maixabel’ en su catálogo, Koldo Zuazua (Donostia, 1971) es uno de los productores referenciales del cine vasco. Acaban de nombrarle director de PIAF (Productoras Independientes Audiovisuales Federadas), en representación de la asociación IBAIA.

Koldo Zuazua, productor de cine. (Andoni Canellada | FOKU)

PIAF aglutina unas 200 productoras independientes de Andalucía, Valencia, Madrid, Catalunya y Euskal Herria. ¿Cuáles serán sus objetivos al frente de la federación?

Este año, en principio, está la aprobación de la nueva ley del cine y del audiovisual, que ya está prácticamente redactada y pendiente de su aprobación. Lo que tenemos que hacer en estos momentos las distintas asociaciones es ponernos de acuerdo para tener una voz lo más uniforme posible y convencer a los grupos políticos para que apliquen los últimos cambios que hemos solicitado, que son ya flecos pequeños, y a partir de ahí se redactará.

Luego están las normas anuales de ayuda, que cada año varían ligeramente. Las asociaciones participamos exponiendo nuestras carencias y, afortunadamente, en estos momentos el ICAA [Instituto español de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales] es bastante proclive a escuchar, hay una participación colectiva con reuniones mensuales en las que se va escuchando e implementando. Lo mismo con RTVE y las televisiones regionales.

Y en estos momentos también están las plataformas u OTTs, que son unas empresas privadas con unas políticas quizá menos abiertas a la participación, pero también hay un diálogo abierto y estamos intentando mejorar lo presente que, dentro de lo que cabe, también hay que decir que estamos en un periodo de bonanza: hay muchísima demanda de contenido, hay una reestructuración de la forma de consumo del audiovisual y, obviamente, eso se aplica a la forma de consumirlo y explotarlo.

«Hay una descentralización de la estructura audiovisual, que ha estado muy focalizada en Madrid. Hoy hay focos en Galicia, Euskal Herria, Catalunya y Andalucía»

Como dice, la Ley del Cine y la Cultura Audiovisual está prácticamente aprobada. ¿Qué novedades traerá?

Creo que ha sido una ley muy participada por las asociaciones. El Gobierno [de Madrid] a escuchado distintas opiniones y, al ser un gobierno de coalición, han tenido peso opiniones, digamos, de las periferias del Estado. Hay una implementación del tema de las lenguas minoritarias, que tienen una importancia sustancial que no han tenido antes. La igualdad de género también será otro elemento importante, a tener en cuenta a la hora de la producción y de las ayudas públicas. También está el tema de la implementación de las series como obras audiovisuales: el cine como tal sigue existiendo, pero la transformación a la producción seriada, por capítulos, tiene su importancia, y eso va a estar reflejado y se le van a aplicar una serie de ayudas. Y luego está el tema de la propiedad intelectual: sucede que, con las multinacionales, la mayor dificultad de los productores independientes es que podamos tener la propiedad de las obras. Es una de nuestras grandes batallas, porque si hay producciones que entran con ayudas públicas de alguna manera hay que sustentar que la propiedad recaiga en la producción independiente estatal.

¿Qué sitio tienen las lenguas minorizadas y el cine con una identidad propia, como el euskara y el cine vasco, en esta nueva ley?

Las lenguas minoritarias en estos momentos tienen una importancia sustancial. Hay un porcentaje de cupo anual que los canales, tanto en abierto como en privado y las OTTs, tienen que invertir en una lengua cooficial, que aparte del euskara son el catalán, valenciano, gallego y creo que también contempla el aranés. Lo cual ya es una novedad. También se aumenta el porcentaje de intensidad de las ayudas públicas: una obra audiovisual puede tener hasta un determinado porcentaje de dinero publico subvencionado o por vía de incentivos fiscales, y en el caso de ser en lenguas cooficiales ese porcentaje aumenta sustancialmente respecto al castellano. Así se incentiva el talento local.

 

(Andoni CANELLADA | FOKU)

Otro elemento importante es la descentralización de la estructura audiovisual, que siempre ha estado muy focalizada en Madrid pero, hoy por hoy, se están fomentando distintos focos en puntos del Estado como Galicia, Euskal Herria, Catalunya y Andalucía sobre todo. Hay dinámicas de producción muy interesantes, porque no todo es fomentar el talento, también hay que crear un tejido de técnicos y empresas que puedan mantenerse estando en su tierra. Que no tenga que irse la gente a trabajar a Madrid.

Las salas de cine vascas no ven un futuro tan prometedor. Según datos de la asociación de salas de cine vascas, EZAE, respecto a 2019 han perdido el 40% de los ingresos y el 43% del público.

Es cierto que ha habido un cambio importante. Antes de la pandemia había una dinámica de ir al cine como entretenimiento, y ahora no. Eso a afectado sustancialmente a la recaudación en salas. Antes estrenar en salas daba mucha altavocía y ahora eso no es así, se estrenan muchísimas películas a la semana (14-15 en el Estado) pero muchas de ellas ni se conocen. El elemento sustancial es que el cine es un complemento, pero no es el complemento fundamental: antes se dejaba una parte dela financiación para ver qué pasaba en las salas y eran el punto donde podías tener una fluctuación de ingresos suficiente como para tener garantías, y hoy se intenta sacar la película financiada antes de su estreno y que lo de las salas sea un remanente casi circunstancial.

«Las salas de cine son un complemento: antes se dejaba una parte de la financiación para ver qué pasaba en las salas y hoy se intenta estrenar la película ya financiada»

Además, ahora existen plataformas que compran con mayor caché de dinero y el dinero en taquilla viene de alguna manera suplantado por esos derechos que compran las plataformas. La ventaja es que con Netlflix y Amazon vendes los derechos para todo el mundo, no solo para España, y eso es algo muy novedoso. Antes para vender una película tenías que ir país por país, era muy complicado y las cantidades muy pequeñas. Ahora, prácticamente con una interlocución lo vendes para todo el mundo. La ventaja es que tienes un dinero importante asegurado antes de empezar la película, y la desventaja es que esa película al final solo se va a ver en Netflix, nunca en salas de Francia, Alemania o Argentina. Mata todo el recorrido de las salas de cine. Es un cambio de paradigma importante.

Un cambio de paradigma que, como amante del cine, vivirá con pena.

Sí sí, sin duda. Es una faena, la verdad. Pero es una situación en la que no puedes competir, es muy complicado rechazar esas ofertas cuando realmente lo otro es una incertidumbre. Con cintas como ‘Andia’ o ‘Akelarre’, en las que he participado, ha pasado que al comprarlas Netflix a nivel mundial pasan a una dimensión que en la vida hubiera tenido una película en euskara. ‘Akelarre’ estuvo en el Top 5 de audiencia en 90 países de todo el mundo, es algo insólito. Tiene la capacidad de expandir una cultura, una lengua mucho más allá de lo que nunca habías conseguido. Y también tiene sus pegas, que es que la forma de verla no va a ser la tradicional.

Como productor de Kowalski, acudió al último Zinemaldia con dos obras muy dispares: ‘La consagracíon de la primavera’ y ‘La vida padre’: cine autoral frente a comercial.

Nuestra manera de trabajar es siempre en coproducción, nos unimos a otros socios o empresas. De esta manera dividimos nuestras habilidades y beneficios y nos posibilita poder hacer más de una cosa al mismo tiempo. En esa política, sí que he intentado elegir proyectos más o menos comerciales, porque son con los que tienes la posibilidad de ganar algo de dinero y tener una estructura para poder seguir existiendo, e intercalarlos con proyectos más autorales, en los que la posibilidad de ganar dinero es muchísimo menor; muchas veces el objetivo es cubrir gastos y dotar la película de elementos suficientes para que el director y los actores puedan desarrollar su idea con libertad. A mí personalmente las películas que más me interesan son las que tienen un compromiso autoral, pero vivir solo de ellas es complicado.

Y luego, para el tema de las ayudas públicas, es importante cubrir estos dos aspectos, porque las ayudas se fundamentan a base de puntos y es importante estar en festivales de prestigio y tener premios, pero también tener los puntos de taquilla.

¿Cómo decide si entrar en un proyecto o no? ¿Es una tema intuitivo o busca la seguridad de autores consagrados?

La mayoría de veces es por intuición, y a veces aciertas y a veces no. Por ejemplo, el año pasado tomé una decisión y me equivoqué, podría haber estado en una película, no te voy a decir cuál (risas), y me arrepiento, porque además es una de las que más me ha gustado este año.

En la presentación de la Berlinale, su director artístico, Carlo Chatrian, opinaba que el cine independiente desaparecería si no fuera por los festivales. ¿Comparte esa opinión?

Pues creo que no. El sustento principal del cine independiente es el dinero público. Como en cualquier otra arte, todas las producciones artísticas que van un poco fuera de lo que son las leyes del mercado necesitan apoyo institucional, porque si no no sobrevivirían. Los festivales son el escaparate, donde pueden tener altavocía para llegar a mayor público.

Yo soy un ferviente defensor de los festivales y creo que cada vez van a tener más importancia. Es un poco lo  que para la música los conciertos en directo: ha habido un transformacion en el consumo de musica con la muerte prácticamente de los discos, CDs, etc., pero los conciertos cada vez tienen mayor fuerza, los festivales de música cada vez tienen mayor publico y creo que en el cine pasa lo mismo. Se valora ese evento en el que hay algo exclusivo, como ver las películas más atractivas con los autores, junto al talento. Son cosas que tienen un reclamo increíble. Creo que los festivales van a seguir existiendo y que van a tener incluso más fuerza.

«Se valora lo exclusivo, como ver las películas más atractivas junto al talento. Por eso los festivales van a seguir existiendo y van a tener incluso más fuerza»


Uno de sus primeros trabajos fue, justamente, ‘La pelota vasca’. Una cinta inusual que agitó a la sociedad vasca.

Yo hasta entonces prácticamente solo había hecho cortos y Julio [Medem] me dio la oportunidad de participar en este trabajo de investigación para escribir un guion de ficción, porque él quería hacer una película sobre dos familias en la época de la transición, una transposición de la película ‘Vacas’ a los años 80. Llevaba mucho tiempo viviendo en Madrid y vinimos a Euskal Herria a hacer una serie de entrevistas para documentar un poco el pulso social. Estábamos en la segunda legislatura de Aznar, con ETA en activo, había una polarización mediática absoluta de lo que era Euskadi y vinimos ha hacer entrevistas con esa gente que estaba prácticamente acallada por los medios. El trabajo se fue convirtiendo en una pelota, nunca mejor dicho, un material extraordinario, y de la manera más ingenua, sin ninguna pretensión, lo hicimos. Cuando se estreno el ambiente estaba muy caldeado y la repercusión que tuvo fue por un lado positiva, porque tuvo mucha audiencia (creo que fue el documental más visto hasta la fecha de la historia en España), pero creo mucha controversia. Aquello fue desproporcionado. Creo que los que la quisieron criticar generaron el efecto contrario y al final fue más gente al cine por eso.

¿Qué aportan cintas como esta, que nos obligan a analizarnos como sociedad?

Nuestra intención, como también la ha sido con ‘Maixabel’, siempre ha sido, como euskaldun, la de encontrar puntos de encuentro para hacernos sentir más unidos. Todo aquello que nos separa nos polariza, nos crispa, y así es complicada la convivencia. Es mejor potenciar aquello que nos pueda unir. Al final, el cine no deja de ser un instrumento de propaganda: alcanza unas cuotas bastante importantes de popularidad, llega a mucha gente y a salas de cine donde consigues la atención del espectador durante una hora y media prácticamente al 100%, y eso cala en la conciencia. El mensaje puede ser muy potente y generar transformaciones.