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Agus Hernán: «Si el desarme no hubiera salido bien, había un plan B»

El Foro Social Permanente ha celebrado este viernes su último acto en la capital navarra, que ha consistido en un homenaje a las víctimas de todas las violencias y dos mesas redondas donde ha analizado los retos resueltos y los pendientes, y se ha profundizado en algunos de hitos clave del proceso. 

Herbolzheimer y Dudouet exponen su experiencia sobre el proceso de paz. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

Una suerte de «foto de familia» entre los miembros del Foro Social Permanente y representantes públicos –con las ausencias persistentes de la derecha– ha servido de punto de inicio del encuentro de este viernes, el penúltimo que hará el Foro, en el Planetario de Iruñea. 

Alrededor de un centenar de personas ha acudido a la cita, muchas de ellas con auriculares para entender el inglés, euskara y castellano a los distintos oradores que subían al estrado. La primera línea estaba ocupada por parlamentarios de todas las sensibilidades del Parlamento, salvo Navarra Suma. 

Antes de entrar en el debate, se ha celebrado un homenaje a todas las víctimas. De forma anonimizada, se han dado lecturas a frases de víctimas de una y otra parte.

Las primeras hablaban de miedo, de personas con secuelas de por vida, de cómo se recibe la noticia de que un familiar ha muerto en un atentado, de la impotencia de saber que una denuncia de torturas no llegó a ninguna parte.

Luego los testimonios hablaban de cómo se digieren sucesos como estos. Del odiar y de no querer odiar, de dolores y sufrimientos tan intensos que te hunden. Finalmente, esas reflexiones de víctimas contaban la satisfacción del acercamiento, del el poder liberador del diálogo. Han sido proyectadas en la gran pantalla frases como las siguientes: «En la vida nada es blanco o negro, sino que hay matices, la verdad es poliédrica», «Tenemos que convivir todas mirando hacia el futuro», «Opté por la vía de construir puentes».

La experiencia en Nafarroa

Expe Iriarte y Fernando Armendariz, dos de los rostros más reconocibles del Foro en Nafarroa, han dialogado sobre su experiencia personal y de cómo se ha vivido, desde dentro, la labor del Foro Social Permanente. 

«Para mí, entrar en el Foro fue una proyección natural de compromisos anteriores en materia de derechos humanos y búsqueda de la paz, que me había llevado a estar en otros lugares. Me lo propuso un buen amigo y le dije que aquí estaría hasta que empiece a andar. Y después de diez años, aquí estoy, dando el cierre», ha asegurado Armendariz. 

Por su parte, Iriarte ha recordado que su inicio en la política arrancó en la lucha por la educación en euskara. Desde el sindicato LAB le plantearon entrar en la nueva plataforma que se creaba y accedió, pues entendió que la tarea era «ilusionante». 

Iriarte ha recordado como clave la primera vez que el Foro consiguió abrir un debate en el Parlamento en el que víctimas de distintas violencias se escucharan las unas a las otras desde el respeto, precisamente en el hemiciclo. Para esta profesora, fue un momento iluminador para el Foro en Nafarroa. Encontraron aquel día, lo que debía ser su objetivo principal: conseguir espacios de diálogo como aquel. «Creo que ahí nació nuestro estilo de trabajo posterior», ha explicado Iriarte. 

Sobre los retos de futuro, Armendariz ha defendido que el Foro no termina «de cualquier manera». Dentro del Foro existe «satisfacción porque la mayoría de las recomendaciones de las doce que nos vieron nacer están cumplidas y las que no, se encuentran en mejor situación que cuando arrancamos».

Ahora bien, «queda trabajo». En este sentido, Armendariz ha enfatizado que el Foro ha dejado sobre la mesa una serie de recomendaciones para abordar estas heridas sin cerrar, así como para construir una memoria inclusiva «para que convivan los diferentes y para que los conflictos que vengan, que vendrán, se aborden de una manera distinta». 

Una perspectiva externa

La segunda parte del acto, moderada por Teresa Toda, ha sido la protagonizada por Veronique Dudouet (Fundación Berghof) y Kristian Herbolzheimer Jeppson, director del Instituto Catalán Internacional para la Paz. Toda los ha presentado también como amigos del Foro, pues han trabajado con ellos en otras ocasiones y han tenido aportaciones fundamentales en el proceso en Euskal Herria. 

Dudouet ha explicado que se implicó en la resolución del conflicto vasco después de haber estudiado a fondo procesos de paz que habían acabado con éxito. Fue contactada primero por la izquierda abertzale y por el periódico GARA, que le invitó a Donostia para que explicara «qué ideas de esos procesos exitosos podrían servir de inspiración aquí».

Esta experta en resolución de conflictos ha narrado cómo su institución tomó un papel más público organizando la Conferencia de Aiete pero que, mientras todo esto sucedía, tomaron parte de una labor más discreta de «capacitación» de los actores para que el proceso llegara a buen término.

Toda planteó el problema del punto muerto que dio origen al Foro. Le respondió Dudouet: «Reflexionamos que no podíamos esperar a que los estados se movieran. Fue un proceso de abajo hacia arriba. Tenemos muchas cosas que decir, proponía la sociedad civil, fueron ellos los que miraban hacia arriba. La sociedad civil quería formar parte del proceso».

Fotogradía de miembros del Foro con parlamenatarios y líderes sociales y sindicales. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

Herbolzheimer ha explicado que en situaciones de bloqueo como esa, si se trabajan, pueden abrir ventanas de oportunidad. Esa transparencia que supuso esa ausencia implicación de los Estados pudo ser, a juicio del experto, una de las claves de que el proceso de paz culminara bien, a diferencia de experiencias anteriores, donde ETA y los Gobiernos sí que negociaron, pero todo derivó en un fracaso. 

Para este experto, cuando se piensa en un proceso de paz, se tiene en la mente a un gobierno negociando, la firma de un acuerdo y que, entonces, llega la paz. Pero esta imagen es falsa, eso no garantiza la paz. «La paz viene de los cambios en las personas», ha sostenido Herbolzheimer.

Dudouet ha lanzado también alguna idea poco convencional. Ha sostenido que es un error mantener que fue un desarme unilateral, pues existió un diálogo con la sociedad civil, emergiendo así un factor nuevo. En su caso, el papel que le tocó fu el de validar que ese desarme era efectivo, por lo que ha sostenido de primera mano que fue homologable a cualquiera de otros de los procesos de desarme sobre los que ha trabajado y estudiado.

En este sentido, Herbolzheimer ha explicado que ningún proceso de paz ha acabado cerrándose como de inicio se esperaba. «Para ningún proceso así vale eso de cortar y pegar lo que ha servido en otra parte. Cada proceso crea algo nuevo que sirve para los siguientes».

Toda les ha inquirido sobre si en algún momento sintieron que todo estaba a punto de fracasar. Dudoet ha afirmado que sí, que hubo momentos duros donde la ilusión se perdió. En particular, concretó como ciertamente delicado cuando se formalizó la disolución y no hubo respuesta. Para ella, esa falta de respuesta del Estado resultó «peligrosa». También ha remarcado que la diferencia de ritmos en los territorios a un lado y otro del Bidasoa generó tensiones. 

El director del instituto Catalán por la Paz ha añadido a todo esto la aparición de «pequeñas escisiones» que discrepaban de los pasos a seguir. Discrepancias que fueron muy bien resueltas, en su opinión.  

Rios, Funosas y Hernán han cerrado esta primera jornada. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

Ríos, Funosas, Hernán

Han cerrado la conferencia Paul Rios, Anaiz Funosas y Agus Hernán. Han expuesto los motivos y viajado a esos primeros momentos en los que se crearon los primeros Foros Sociales y recordando, con bastante autocrítica, algunos de los pasos que decidieron tomar. Ha llamado la atención que, en más de una ocasión, los tres actores del Foro seguían callando, por prudencia. Hernán, sin duda, ha dado el titular más llamativo, al reconocer que, de no haber salido bien el desarme por nuevas detenciones por parte del Estado español, contaban con «un plan B» para seguir adelante. «Eso se cuenta hoy fácil pero se vive muy difícil». 

Paul Ríos ha detallado algunas anécdotas, como que les faltaban paneles de expertos para abordar los siguientes pasos hasta 15 días antes del anuncio. Que hubo momentos claves donde los bloqueos de los partidos amenazaban con ahogar el proceso, pero ha enmarcado todo eso dentro de cierta normalidad. «Si los procesos de paz fueran perfectos, serían una película de Hollywood, pero se parecen más a una película francesa llena de aristas», ha resumido.

Funosas, por su parte, ha añadido que se dieron circunstancias políticas muy concretas en Ipar Euskal Herria que permitieron a esta parte del país tomar el proceso de paz como una oportunidad. Ha recordado la Declaración de Baiona y el papel de la sociedad civil que, desde el primer momento, se empoderó para tomar parte del proceso. 

En último término, Hernán ha puesto sobre la mesa la cultura del diálogo como una de las mayores aportaciones tanto del Foro Social como del Foro Social Permanente. De la importancia de asentar «ecosistemas favorables» para seguir adelante. 

Al respecto, ha confesado que le pilló por sorpresa el anuncio de Pedro Sánchez en una entrevista de TVE sobre el acercamiento. Eso no se había hablado. Al poco, un miembro del PSE le confesó que eso se debía a la presión que los militantes hacían internamente dentro del partido. 

En último término, Hernán, Paul y Funosas han lamentado que no se hayan resuelto todos los «nudos» que quedan. Ríos ha hecho, sin embargo, una predicción. Lo que queda por solucionarse, se solucionará. Si bien, esa solución probablemente no sea ya satisfactoria.