En euskara, Acuerdo de Viernes Santo se dice Lizarra-Garazi
Se cumplen 25 años del Acuerdo irlandés de Viernes Santo. Fue el 10 de abril de 1998. Un hecho histórico que tuvo reflejo también en la situación de Euskal Herria. Dentro de pocos meses se cumplirá el vigesimoquinto aniversario del pacto de Lizarra-Garazi.
El Acuerdo de Viernes Santo sirvió de inspiración para que se constituyera, a iniciativa de Herri Batasuna, el Foro Irlanda, que devino en el Acuerdo de Lizarra-Garazi. Así dicho, tan lineal, queda perfecto, pero había mucha más trastienda. Irlanda sirvió de percha para ordenar una situación compleja. Contribuyó a gestar un periodo ilusionante en la política vasca.
El Acuerdo de Lizarra fue suscrito el 12 de septiembre de 1998 en la localidad navarra, en la Casa de Fray Diego, durante la tercera reunión del Foro de Irlanda, después de las celebradas también en Lizarra el 20 de junio y el 4 de julio. Posteriormente, tras un encuentro en Donibane Garazi en octubre, el acuerdo adoptó el nombre de Lizarra-Garazi, como algo más que un guiño al concepto de territorialidad. Terminaron avalándolo cerca de 40 agentes políticos, sociales y sindicales.
La explícita referencia al proceso irlandés quedó absolutamente patente en el texto suscrito, cuyo prolegómeno está titulado con un elocuente «factores propiciadores del Acuerdo de Paz en Irlanda del Norte», para abordar después su «potencial aplicación para Euskal Herria».
Lizarra-Garazi, por un lado, situaba con precisión el meollo de la cuestión vasca: «Siendo distintas las concepciones que existen sobre la raíz y permanencia del conflicto, expresadas en la territorialidad, el sujeto de decisión y la soberanía política, estos se constituyen en el núcleo de cuestiones fundamentales a resolver». Y por otra parte, junto con la referencia al diálogo y acuerdo, colocaba la clave de bóveda para la resolución: «Euskal Herria debe tener la palabra y la decisión».
Relación PNV-HB
El texto del acuerdo se confeccionó en primera instancia en los encuentros que ya estaban realizando de forma regular representaciones del PNV y de Herri Batasuna desde comienzo de año, y fue contrastado con los principales agentes que también estamparían su firma en el acto de septiembre.
Los representantes del PNV en aquellas reuniones en un caserío de Igeldo, en Donostia, fueron Joseba Egibar, Juan María Ollora y Gorka Agirre. Por parte de HB acudieron Arnaldo Otegi y Joseba Permach, recién llegados a la dirección tras el encarcelamiento de la Mesa Nacional, acompañados de Iñigo Iruin.
Muchos quisieron ver en esa relación entre ambos partidos otro paralelismo respecto a Irlanda, en concreto respecto al diálogo previo entre el Sinn Féin y el SDLP o, si se quiere personalizar, entre Gerry Adams y John Hume, como punto de partida similar para un cambio de rumbo también en Euskal Herria.
Pero no faltó quien lo interpretó en clave electoral. En el caso irlandés, la capitalización cayó con el tiempo del lado de la formación más radicalmente independentista y próxima al IRA. El partido de Hume era la formación nacionalista irlandesa mayoritaria en 1998, con su techo del 22% de los votos. Hoy en día solo ronda el 9%.
La posibilidad de que algo así sucediera por estos lares infundió temor en los sectores menos abertzales del PNV, los conocidos como «michelines», según el término acuñado en su día por el propio presidente del partido, Xabier Arzalluz.
En los mentideros de la época se llegó a utilizar la metáfora de un camello en cuya primera joroba, bien sujeto a las riendas, iba Arnaldo Otegi, mientras que en la segunda, brincando descontroladamente, le acompañaba Joseba Egibar. Las alarmas de los «michelines» saltaron en las elecciones municipales del 99, con unos resultados discretos de la coalición PNV-EA y un espectacular ascenso de Euskal Herritarrok. Por eso, la ruptura de la tregua ese mismo año por parte de ETA se interpretó en términos electorales como un tiro en el pie, en el pie de Euskal Herritarrok, según todos aquellos que comenzaron entonces a alejarse de la coalición liderada por HB.
Aceleración
Pero lo que estaba en juego era mucho más que la disputa electoral, y tenía que ver con movimientos de fondo en el subsuelo de la política vasca, en la que estaban apareciendo nuevos factores y también nuevos protagonistas. Por ejemplo, Juan José Ibarretxe fue proclamado lehendakari a los pocos meses del Acuerdo de Lizarra. Desde su puesto de vicelehendakari, inicialmente fue presentado como un candidato con un perfil más técnico que político, lo que se encargaría de desmentir él mismo en los años siguientes con la presentación de su plan para un nuevo estatus.
Porque realmente todo aquel periodo supuso un momento de aceleración que dejaba muchas cosas atrás. Con antelación a Lizarra-Garazi ya tocaban las campanas a muerto por el Pacto de Ajuria Enea e importantes sectores autonomistas, como hizo ELA en un histórico acto en Gernika, decretaban la defunción del Estatuto como vía hacia la soberanía, aunque alguno de sus instrumentos se pudieran aprovechar. La colaboración entre ELA y LAB se había convertido en uno de los puntales de la nueva apuesta.
En aquel contexto, el ‘espíritu de Ermua’, presentado inicialmente como respuesta por el secuestro y ejecución del edil del PP Miguel Ángel Blanco por parte de ETA en julio de 1997, se convirtió en pretexto para un unionismo cada vez más agresivo, que asustó hasta el entonces colaborador nacionalismo vasco tradicional. Así llegaron a la entente Mayor Oreja-Redondo Terreros, que intentó sin éxito desalojar a Ibarretxe en las elecciones de 2001. Para aquel viaje, el PSE tomó distancia respecto al PNV y abandonó el Gobierno de Ardanza poco antes de Lizarra.
La división entre «demócratas y violentos» que había definido la política del todos los partidos frente al MLNV se iba así al garete definitivamente, y fijó otro eje entre unionismo y soberanismo.
Simultáneamente a la gestación del pacto de Lizarra-Garazi se produjo el acuerdo entre ETA, PNV y EA, al calor de la sintonía recientemente estrenada
Simultáneamente a la gestación del pacto de Lizarra-Garazi se produjo el acuerdo entre ETA, PNV y EA. Al calor de la sintonía recientemente estrenada entre el entonces denominado «nacionalismo democrático» y la izquierda abertzale, la organización armada se reunió aquel verano con sendas representaciones del PNV y EA. Aquel acuerdo tenía un corte marcadamente soberanista y una de sus consecuencias directas fue la constitución de Udalbiltza.
A consecuencia también de aquel acuerdo, ETA decretó un alto el fuego el 18 de septiembre, seis días después del acto de Lizarra. Fue presentado como indefinido, aunque realmente en las citadas conversaciones se había explicitado que tendría un primer periodo de cuatro meses, que fue prolongado posteriormente, hasta su ruptura a finales del 99. Fue entonces cuando se conoció el compromiso alcanzado entre ETA y los dos partidos, lo que dio paso a reproches mutuos. ETA acusaba a los partidos de incumplimiento, y estos le reprochaban maximalismo.
El Gobierno de Aznar
Una de las grandes diferencias entre el caso irlandés y el vasco era la diametralmente opuesta posición de Madrid respecto a la que había mantenido Londres. La llegada del Gobierno del PP en 1996 tuvo dos consecuencias concretas respecto a la denominada «política antiterrorista»: por un lado, deshizo toda vía de comunicación que, de una u otra forma, el Gobierno español mantuvo con ETA desde las conversaciones de Argel de 1989 y, por otro, comenzó a pergeñar el ‘todo es ETA’. El cierre de ‘Egin’ se produjo, precisamente, en julio de 1998.
Sin embargo, el escenario surgido con la tregua de ETA abrió un paréntesis en el que, aun sin abandonar las embestidas represivas, un desconocido José María Aznar autorizó públicamente contactos con el «Movimiento Vasco de Liberación» (sic). Se llegó a celebrar una reunión en Zurich entre representantes del Gobierno español y ETA, con el obispo Juan María Uriarte como mediador. No tuvo mayor recorrido, porque el escenario de los acuerdos de Lizarra y de ETA-PNV-EA iba entrando en crisis. El proceso se estaba «pudriendo», en terminología de la época.
Con dudas entre si se trababa de un proceso de paz o un proceso soberanista, o sin saber combinar ambos planos, los principales actores de Lizarra-Garazi se disgregaron sin poder encontrar el modo de darle continuidad. Como dice el refrán, entre todos la mataron, y ella sola se murió.
Firmantes de Lizarra-Garazi
Partidos o coaliciones políticas (9): Abertzaleen Batasuna (AB), Batzarre, Eusko Alkartasuna (EA), Herri Batasuna (HB),Iniciativa Ciudadana Vasca (ICV-EHE),Izquierda Unida-Ezker Batua (IU-EB), Partido Carlista de Euskalherria (EKA), Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV) y Zutik
Sindicatos (8):Euskal Herriko Nekazarien Elkartasuna (EHNE), Euskal Herriko Laborarien Batasuna (ELB), Eusko Langileen Alkartasuna-Solidaridad de los Trabajadores Vascos (ELA-STV), Ezker Sindikalaren Koordinakundea-Coordinadora Unitaria de Izquierda Sindical (ESK-CUIS), Ezker Sindikala (corriente escindida de Comisiones Obreras Euskadi), Hiru (sindicato de transportistas vascos), Langile Abertzaleen Batzordeak (LAB) y Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Euskadi-Euskadiko Irakaskuntzako Langileen Sindikatua (STEE-EILAS)
Otras organizaciones (22): Ahaideak, Anai Artea, Autodeterminazioaren Biltzarrak, Bakea Orain, Comité de défense de droits de l´homme en Pays Basque, Errepresioaren Kontrako Batzordea (EKB-CAR), Egizan, Elkarri, EPSK-Gureak, Gazteriak, Gernika Batzordea, Gestoras Pro Amnistía, Gogoa, Gurasoak, Hautetsi Abertzaleen Elkartea, Herria 2000 Eliza, Herriarekin, Jarrai, Presoen Aldeko Koordinaketa, Senideak, Sostengu Komiteak y UDA-Treviño
Observadores: Ipar Euskal Herriko Berdeak y Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), sindicato
Texto del acuerdo
FACTORES PROPICIADORES DEL ACUERDO DE PAZ EN IRLANDA DEL NORTE
1. Todos los implicados en el conflicto han aceptado el origen y la naturaleza política del mismo y, consecuentemente, que también su resolución debe ser política.
2. El Gobierno británico y el IRA fueron conscientes de que ni el uno ni el otro iban a ser el vencedor militar y, en consecuencia, aceptaron que el conflicto –en caso de dejarlo tal como estaba– podía prolongarse durante mucho tiempo.
3. Gracias a la reflexión de todos los protagonistas del conflicto, el enfrentamiento cedió su puesto al trabajo en común (al principio entre próximos pero diferentes, más tarde entre contrarios y por fin entre enemigos), siempre con la pretensión de no excluir a nadie de estas relaciones.
4. De entre la variedad de reflexiones realizadas se destacaría, como especialmente relevante la concepción, ya antigua, del movimiento republicano de construir y apostar por un modelo de solución al conflicto que comprendiera y respetara a todas las tradiciones existentes en la isla. Ello contribuyó a reducir los factores de resistencia de los partidarios de diálogos exclusivos o de políticas aislacionistas.
5. Lentamente, el diálogo y la distensión surgidos de esta red de relaciones se hicieron con el protagonismo y la prioridad que hasta entonces habían tenido el uso de la fuerza violenta y la política aislacionista. Desde ambos lados se dieron gestos de distensión sin que se exigiera inexcusablemente condiciones previas para el inicio del diálogo.
6. El reconocimiento del derecho de autodeterminación al conjunto de los ciudadanos de Irlanda ha traído consigo una profundización en la democracia tanto en lo concerniente al contenido (creando nuevas fórmulas de soberanía) como en lo que respecta al método (dando a los ciudadanos la última palabra). Esas características políticas que se contienen en el acuerdo de paz, comprenden una concepción de la negociación realizada, no con la idea de ganar sino de resolver el conflicto, incluyendo a todas las tradiciones existentes en la isla y situando los proyectos políticos en igualdad de condiciones cara a su consecución, sin otro límite que la mayoría democrática de respaldo.
7. La presencia de algunos factores internacionales jugó un papel significativo: la apuesta firme y participación directa del Gobierno y presidente de EE UU en la resolución del conflicto; la buena acogida dispensada por diferentes instituciones de la Unión Europea (de las que son exponentes las sustanciosas ayudas económicas prometidas), el apoyo político mostrado y el asesoramiento ofrecido por el Gobierno y presidente de Sudáfrica a lo largo de todo el proceso.
POTENCIAL APLICACIÓN PARA EUSKAL HERRIA
Siendo distintas las concepciones que existen sobre la raíz y permanencia del conflicto, expresadas en la territorialidad, el sujeto de decisión y la soberanía política, estos se constituyen en el núcleo de cuestiones fundamentales a resolver.
Método
La resolución política solo puede plasmarse a través de un proceso de diálogo y negociación abierto, sin exclusiones respecto a los agentes implicados y con la intervención de la sociedad vasca en su conjunto.
Proceso
Fase preliminar
El proceso de diálogo y negociación puede propiciarse con conversaciones multilaterales que no exijan condiciones previas infranqueables para los agentes implicados, a fin de que el diálogo pueda producirse.
Fase resolutoria
El proceso de negociación y resolución propiamente dicho, que lleva implícitos la voluntad y el compromiso de abordar las causas del conflicto, se realizaría en unas condiciones de ausencia permanente de todas las expresiones de violencia del conflicto.
Carácter de la negociación
La negociación debe ser global, en el sentido de abordar y dar respuestas a todas las cuestiones que constituyen el conflicto así como a las que son consecuencia de este. No hay agendas limitadas. En este sentido, la negociación no debe ser concebida como un proceso de ganancias particularizadas sino para resolver el conflicto.
Claves de resolución
Ello conlleva que una negociación resolutiva no comporte imposiciones específicas, respete la pluralidad de la sociedad vasca, sitúe todos los proyectos en igualdad de condiciones de consecución, profundice la democracia en el sentido de depositar en los ciudadanos de Euskal Herria la última palabra respecto a la conformación de su futuro y se respete la decisión por parte de los estados implicados. Euskal Herria debe tener la palabra y la decisión.
Escenario resultante
El acuerdo de resolución no contendrá escenarios cerrados y de carácter definitivo, sino que posibilitará marcos abiertos donde puedan tener cabida nuevas fórmulas que den respuesta a la tradición y aspiraciones de soberanía de las ciudadadanas y ciudadanos de Euskal Herria.