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Entrevista
Viengsay Valdés
Directora del Ballet Nacional de Cuba y primera bailarina

«Alicia Alonso me transmitió muchísimos consejos que llevo conmigo por su enorme valor»

El Ballet Nacional de Cuba, que cumple 75 años, actúa este viernes en el Palacio Kursaal de Donostia. La primera bailarina, Viengsay Valdés, asumió su dirección tras la muerte de Alicia Alonso, «el más alto ejemplo de trabajo que pueda tener un bailarín», resalta Valdés en entrevista a NAIZ.

La bailarina y directora del Ballet Nacional de Cuba, Viengsay Valdés, sobre los escenarios. (Leysis QUESADA | Ballet Nacional de Cuba)

¿En qué momento se encuentra el Ballet Nacional de Cuba tras la pandemia y el endurecimiento de las sanciones de EEUU?

En todo momento, tenemos el compromiso de conservar la tradición y enriquecerla, de honrar nuestra historia y ampliarla. El BNC no es ajeno a la compleja situación económica del país, que afecta a toda la sociedad de la cual somos parte.

Al mismo tiempo, hemos tenido que reponernos al inmovilismo de una pandemia; pero hemos seguido defendiendo el arte y la escuela cubana de ballet con todas nuestras fuerzas. El momento actual es de sacrificios, de entrega, de luchar con el corazón.  

¿En qué estado llega a su 75 aniversario?

Llega con un conjunto de artistas muy jóvenes, pero dispuestos a esforzarse por el arte y con deseos de trabajar por ampliar su repertorio y aportar versatilidad estilística y maestría a la hermosa historia de nuestra compañía. 

¿Cómo asumió el desafío de dirigir la compañía? ¿Qué retos se marcó? 

Asumí el desafío con responsabilidad y entrega, con la convicción de que debemos ser muy respetuosos con el legado histórico, con ese gran aporte a la danza universal que ha sido la escuela cubana de ballet y la orgullosa trayectoria de más de siete décadas del BNC.

Pero también pienso que no podemos seguir viviendo de las glorias pasadas, hay que construir nuevas obras, desde perspectivas artísticas actuales, proyectarnos hacia el futuro y mantener un lugar de relevancia a nivel internacional.

Esto por supuesto que entraña desafíos, retos, porque nuestra compañía no dispone del presupuesto de otras del primer mundo para contratar coreógrafos, pagar derechos de autor de tantas coreografías que los bailarines de hoy soñamos con bailar o construir producciones ambiciosas.

Tenemos que encontrar formas, caminos, tejer amistades y obrar con inteligencia, hay mucho trabajo por hacer todavía para que las nuevas generaciones de artistas quieran seguir haciendo arte dentro de la compañía y en su país. Esos son, en resumen, algunos de los objetivos actuales.

Me da satisfacción el hecho de haber planteado desde un principio el enriquecimiento del repertorio y la versatilidad estilística, creo que pese a los problemas económicos esto se ha ido logrando, y aquí mismo en España el público puede presenciar una compañía mucho más versátil de lo que era antes. 

La fuga de talentos es un desafío al que se enfrentan muchas sociedades y países. ¿Cómo lo afronta desde de la dirección del Ballet Nacional de Cuba?

Como bien ha dicho, es algo común en muchos países y sociedades, y es un fenómeno que siempre trae consecuencias para quienes se quedan, desde el punto de vista humano y profesional, tanto para las familias como para los compañeros de trabajo.

Desde la dirección del BNC, intento de afrontarlo con la mayor comprensión posible y una realidad tan diversa como la que vivimos obliga a preparar a más bailarines, a contemplar opciones y a propiciar el crecimiento técnico-interpretativo desde más jóvenes que en mi época de inicio profesional. Está pasando así en todas las compañías.

¿Qué representa Alicia Alonso para el ballet en Cuba y, en especial, para el Ballet Nacional de Cuba?

Un paradigma, el más alto ejemplo de trabajo cotidiano que pueda tener cualquier bailarín, porque era una trabajadora incansable, ejemplar. No resulta fácil interpretar sus versiones coreográficas de los clásicos con las dificultades técnicas e interpretativas que ella demandó.

Somos muy vigilantes en esto y, por tanto, los bailarines deben alcanzar un nivel alto, de lo contrario, no lograrían bailar un clásico con el grado de dificultad que tienen nuestras versiones y que las hacen tan aplaudidas y únicas. Eso se lo debemos a Alicia, su ejemplo, perseverancia, exigencia y amor incondicional a la danza son y serán fuentes de inspiración.

¿Qué le ha aportado esta disciplina artística y representar a Cuba?

Me ha aportado mucha disciplina, el hecho de ser una persona ordenada, trabajadora, estudiosa, constante en mis propósitos, que no se rinde fácilmente ante los obstáculos.

Me ha aportado una visión del mundo mediada por el arte, lo cual a veces me hace ser –quizás- un poco soñadora; pero también exigente. Me ha brindado carácter y mesura para desenvolverme en la vida.

Como discípula de Alicia Alonso, ¿cómo fue su relación con ella? ¿Qué aprendió de ella?

Alicia me transmitió muchísimos consejos artísticos que llevo conmigo por su enorme valor; pues fueron consejos no solo para el momento de interpretar un personaje, sino lecciones claves dentro de la carrera de una primera bailarina.

Por ejemplo, me dio consejos sobre cómo dialogar con la prensa, cómo actuar, hablar, comportarse, analizar los personajes, cómo desmenuzar una escena, a lo largo de años ella me aconsejó muchísimo y sus indicaciones, para mí, constituyeron grandes enseñanzas.

Aprendí también de su virtuosismo y técnica prodigiosa, de su elegancia y la manera de preocuparse por la técnica y la interpretación, sin descuidar ni uno ni lo otro. 

Como bailarina, ¿cuál ha sido el rol que más le ha cautivado; Don Quijote, Carmen, Odile y Giselle…?

Todos los personajes conllevan un desafío, la preparación de cualquier rol requiere mucha interiorización, estudio, sentir cada estado anímico, es como meterse en la piel de otra persona y, por supuesto, hacerlo de manera creíble para el público.

Todos en sí son complejos y deben ser estudiados con la mayor intensidad para llegar a ser muy convincente en escena. Debes sentirlo para luego interpretarlo; debes creerlo, si no, no llegaría a la audiencia. Todos los roles que ha mencionado me han cautivado de una manera u otra a lo largo de mi carrera, elegir uno creo que sería injusto.

¿Qué cualidades le exige a un bailarín? 

Constancia, ser muy consciente  en el trabajo, autoexigencia, estar atento a los detalles, estudiar. Es importante mantenerse bien físicamente, no conformarse y, por tanto, no dejar de crecer, buscar siempre la perfección de los pasos  de la técnica y, luego, simplemente disfrutar lo que haces. 

¿Cómo definiría a un bailarín cubano?

El famoso crítico inglés Arnold Haskell fue quien mejor caracterizó a los bailarines cubanos y a nuestra escuela, él sustentaba: ‘La cubana es flexible y rítmica, tiene un turn-out natural y una gran extensión. Es sensual y parece que acaricia la música. La bailarina expresa su sicología nacional. La cubana es esencialmente una persona generosa y expansiva y esto se refleja en el baile. Hay ataque e inmediato contacto con el público’.

A la Escuela Cubana de Ballet la determina todo esto y eso lleva a sus bailarines a expresarse con una dinámica y ponerle acentos a ciertas secuencias y pasos. La relación de pareja nos distingue, los buenos partenaires, el deseo de girar y saltar más, pero también de comunicar bien, de interpretar un personaje para llegar al corazón del público, porque esa relación con el auditorio es muy importante para la forma de sentir de los artistas cubanos.


«La musicalidad es algo innato en los cubanos; la expresividad, somos plenamente extrovertidos, llevamos el ritmo en la sangre»

Para nadie es un secreto que las capacidades técnicas de los cuerpos evolucionaron en el mundo entero y se incrementaron con los años. Esto se ve en los deportes, en el ballet, en todo, hoy se asumen mayores riesgos físicos y los bailarines de todo el planeta se prueban en retos superiores a los de antes.

Pero aún en la búsqueda de ese virtuosismo técnico, nosotros mantenemos y respetamos el estilo que la tradición romántico-clásica que nos legaron los fundadores, eso también nos define a los bailarines cubanos. 

¿Qué lo identifica sobre un escenario?

Al padre del ballet cubano, Fernando Alonso, le gustaba resaltar la sensualidad de los bailarines cubanos y su manera de expresar la música. Él hizo un estudio profundo de la fisonomía del cubano y, tomando como modelo a Alicia Alonso, estableció formas características de hacer los pasos universales del ballet, por eso tenemos sello propio, por eso logró formar una escuela.

La musicalidad es algo innato de los cubanos; la expresividad, somos plenamente extrovertidos, llevamos el ritmo en la sangre y nuestros bailarines se caracterizan también por la virilidad del hombre y esa química de la pareja, la capacidad de comunicarse entre los compañeros, de vivir la escena como un diálogo, como una experiencia compartida en la cual prima el trabajo en equipo, la suma de voluntades y energías.

«El Ballet Nacional de Cuba no es ajeno a la compleja situación económica del país. Al mismo tiempo, hemos tenido que reponernos al inmovilismo de una pandemia»

A la vez, llama la atención de los bailarines cubanos los altos saltos de los chicos, por su potencia muscular, y los giros múltiples. En las mujeres, la fortaleza en las puntas, los balances sostenidos y la fragilidad en el baile.

La técnica es imprescindible pero también saber transmitir emoción y pasión sobre el escenario. ¿Cómo se logra una buena combinación entre técnica y emoción?
 
Con trabajo, porque solo la práctica nos permitirá crear reflejos condicionados que nos permitan luego salir a la escena y no pensar en los detalles técnicos sino en la historia, dejarse llevar por la música y las emociones para transmitir la Pasión.
 
¿Cómo se construye la relación de pareja sobre un escenario?
 
Con comunicación y con comprensión, apartando los egoísmos, trabajando en equipo y tratando de cultivar una relación armónica, con beneficios para ambos.  
 
¿Cómo definiría la adrenalina que siente un bailarín sobre el escenario?
 
Como un relámpago.
 
¿Qué mensaje le gustaría trasladar a las nuevas generaciones sobre el legado de Alicia Alonso y lo que representa el ballet?
 
Trabajar todos los días, eso es un concepto que caracterizó a Alicia. Para ella perder un día era como perder una vida y, como artista, predicó con el ejemplo. Yo misma la recuerdo ya mayor, trabajando en los salones del Ballet Nacional; marcando cada posición con una pulcritud admirable y eso solo lo logró con su perseverancia. El principal consejo es ese: trabajar cada día y no perder el optimismo.
 
¿Cómo ve la afición al ballet entre los más jóvenes y los niños?
 
Como algo esencial, porque determina el futuro de la manifestación artística. Los sueños y empeños de las nuevas generaciones incidirán en la forma y nivel de la danza, en Cuba y el mundo.
 
¿Se ha superado el cliché de que el ballet es «cosa de niñas»?
 
Al menos en Cuba podemos decir orgullosamente que sí, los propios fundadores del ballet cubano iniciaron un trabajo admirable por eso desde mediados del siglo XX que ha dado frutos inestimables.

«Aprendía de su virtuosismo y técnica prodigiosa, de su elegancia y la manera de preocuparse por la técnica y la interpretación»

En Cuba, hace mucho el ballet dejó de ser «cosa de niñas», tenemos una cantera de varones formidable que ha conquistado medallas en diversos concursos y que hoy está bien posicionada en diversas compañías, en calidad de directores, maestros y bailarines.
 
En la representación en el Palacio Kursaal de Donostia, han presentado un programa combinado de cuatro piezas. ¿Qué destacaría de él?

Cambiar el simple hecho que nos caractericen sólo como una compañía que interpreta los grandes clásicos. Entonces demostrar la diversidad de todo lo que podemos abarcar  en la escena interpretando ballets neoclásicos que pertenecen al repertorio universal pero interpretados con nuestro sello de identidad
   
¿Cómo busca el equilibrio entre Viengsay bailarina, Viengsay directora y Viengsay madre?

Me ha tocado una responsabilidad demandante, apenas me doy cuenta de cómo en el día simultaneo tanto y tanto. Creo que hoy día pocas mujeres llevan esta difícil tarea y solo con una buena organización y apoyo se logra. Aún así no ha sido un camino de rosas y he aprendido mucho por el camino.