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UPN cancela la retirada en Diputación de los gigantes, que se despiden en la Plaza del Castillo

La tradicional despedida de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos ha tenido lugar este viernes en la Plaza del Castillo, pero su retirada en Diputación ha sido cancelada a última hora por UPN y después de que desde el Gobierno se llegara a anunciar una recepción de la lehendakari, María Chivite.


La tradicional despedida de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos se ha visto envuelta en la polémica política a última hora al cancelar el Ayuntamiento de UPN la retirada de las figuras anunciada en el Palacio de Diputación. Lo que sí se ha mantenido es la celebración del acto en la Plaza del Castillo, en lugar de la Plaza Consistorial, en busca de un espacio más amplio.

Una vez terminada la despedida, se había anunciado que los queridos personajes se retirarían en el cercano Palacio de Diputación, pero no ha sido así. A las 11.00, el Gobierno navarro ha enviado un SMS a los medios de comunicación para anunciar que «se cancela la retirada de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos en el Palacio de Navarra que estaba prevista para hoy viernes».

Ese aviso ha llegado después de que, en las horas previas, el servicio de comunicación del Ejecutivo anunciara a través de una nota que «la presidenta Chivite asiste a la retirada de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos en el Palacio de Navarra». Una comunicación que finalmente ha sido eliminada del apartado de comunicación de la web.

¿Qué ha ocurrido? Pues todo apunta a que a UPN no le ha gustado esa recepción de la lehendakari a los gigantes y la alcaldesa Ibarrola ha decidido cambiar de ubicación la retirada, pasándola a la Estación de Autobuses.

El Ayuntamiento ha justificado su decisión alegando motivos «logísticos», para no tener que trasladar de nuevo mañana a los gigantes hasta la Estación. Pero esa justificación no ha colado en el Gobierno, que considera que se trata de una decisión política en plena campaña electoral.

Por si fuera poca la polémica política, ya existía un cierto malestar sobre el paso de la despedida a la Plaza del Castillo dentro de la propia comparsa, algunos de cuyos integrantes no veían con buenos ojos el cambio de ubicación, el cuarto en el plazo de unos años, ya que el acto comenzó en la vieja estación de autobuses, pasó a la nueva y de ahí, al Ayuntamiento, para recalar este año en la céntrica Plaza del Castillo.

Media plaza ocupada

Y razón no les faltaba para considerar que no era una buena idea, ya que el público ha terminado ocupando la mitad de la plaza, la más próxima al escenario, donde se ha abierto un espacio para que los gigantes pudieran bailar. Mientras sus hermanos mayores demostraban su arte, kilikis, cabezudos y zaldikos se han subido al kiosco de la plaza para lanzar caramelos al sufrido público que se encontraba en los alrededores.

Esa militancia gigantil tenía mérito teniendo en cuenta que los termómetros marcaban 32 grados a la sombra. Así que las sombras de árboles y porches próximos estaban cotizadísimas y muchos sobrellevaban la canícula a base de agua fría, pulverizadores del líquido elemento, abanicos e incluso paraguas con los que paliar un sol inmisericorde.

De hecho, las pocas nubes que cubrían el sol se celebraban a base de gritos y aplausos, mientras continuaba el espectáculo, del que ha hecho de maestro de ceremonias, una vez más, el kiliki Barbas, aunque sin los juegos que se solía traer con Caravinagre en la Plaza Consistorial.

En la recta final del espectáculo, Serafín Zubiri y los Tenampas se han subido al escenario para interpretar varias canciones, ’Vals de Astrain’ incluido, mientras algunos progenitores ya no podían más y convencían a sus incombustibles retoños para buscar una sombra con los argumentos de «se van ya, cariño» o «esperamos y si tocan alguna canción más, vamos».

Unos 40 minutos después de iniciado el evento, Barbas ha anunciado que llegaba el momento de la retirada, que «estaba prevista en Diputación, pero que vamos a hacer en la estación de autobuses». Y hacia allí se ha dirigido el público congregado para poner punto final a las salidas de uno de los grandes atractivos de los sanfermines.