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Sin naciones sin Estado no hay alternativa a la derecha española

Euskal Herria, Catalunya y Galiza, que envían al Congreso español 94 diputados, han sido claves en la última legislatura, y lo serán en la próxima investidura, porque, sin ellos, no es posible cerrar el paso a la derecha.

Acto conjunto de EH Bildu y ERC en Durango, durante esta campaña. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Puede hasta entenderse, con cierta ironía, por qué algunos sectores de la izquierda española son tan o más beligerantes que la derecha con el independentismo. Sin Euskal Herria, Catalunya y Galiza, hoy en día, el Estado español sería pasto de la derecha. Es tan fácil como recordar dónde logró Pedro Sánchez los apoyos requeridos –vía voto a favor o vía abstención– para lograr la presidencia del Gobierno tras las elecciones del 10 de noviembre de 2019.

Las tres naciones sin Estado envían al Congreso español 94 diputados, de los cuales más de dos tercios (65) facilitaron la investidura de Sánchez, frente a 29 que votaron en contra. El reparto en el resto del Estado español fue radicalmente diferente. De los 256 escaños restantes, 136 votaron en contra del candidato del PSOE, frente a 120 que lo hicieron a favor. Sin Euskal Herria, Catalunya y Galiza, lo que entonces se bautizó como el trifachito –PP, Vox y Ciudadanos– hubiera obtenido una mayoría absoluta holgada.

También se puede ver desde otra óptica: más de un tercio de los apoyos de la investidura de Sánchez provinieron de estos tres pueblos.

Las encuestas no indican precisamente un cambio de rasante en España, más bien al contrario. El único camino posible para parar los pies a la entente entre PP y Vox, por lo tanto, vuelve a pasar este 23J por las naciones sin Estado. Y más particularmente por los partidos soberanistas, que hace cuatro años obtuvieron un total de 36 escaños, convirtiéndose tres de ellos –ERC, PNV, EH Bildu– en pieza clave de la legislatura.

Euskal Herria, a la espera del PNV

La derecha española solo logró tres escaños de 23 en Hego Euskal Herria. Uno que el PP logró por la mínima en Bizkaia y los dos de Navarra Suma. El PP está en disposición de sumar un diputado por Araba, pero en general, la aportación vasca a la derecha española seguirá siendo mayormente irrisoria.

El principal beneficiario del bajo momento del independentismo es el PSC, por lo que Catalunya sigue siendo crucial en la hipótesis de una derrota de las derechas

Otra cosa es lo que acabe sucediendo con los partidos vascos. PNV y EH Bildu lograron seis y cinco diputados hace cuatro años. Los once sirvieron para hacer a Sánchez presidente. El PNV aspira a repetir resultado, aunque la escasa movilización de su electorado puede hacerle perder un escaño. EH Bildu, siguiendo la estela de las elecciones del 28M, está en disposición de mejorar resultados y lograr mayor representación.

La izquierda independentista ya ha dicho que su voto será para frenar a la derecha. Sin embargo, los jeltzales siguen sin aclarar de forma tajante sus preferencias tras las elecciones del 23 de julio. Sí han dicho que no darán apoyo a un Gobierno con Vox y han reforzado las críticas al PP, pero siempre por sus vínculos con los de Abascal. Si a Feijóo le diesen los números sin Vox –algo complicado–, el apoyo del PNV a Sánchez podría estar más que comprometido.

Catalunya, Galiza y el recuerdo de Zapatero

El independentismo catalán logró en 2019 23 diputados. Un hito histórico en un país donde el voto dual fue el fundamento sobre el que se erigió el particular sistema que dominó las primeras décadas del régimen autonómico. En la sociovergencia, CiU ganaba las elecciones a la Generalitat, y el PSC lo hacía en las estatales.

Las victorias de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero tuvieron siempre un pilar en Catalunya. En la sede del PSC se recuerdan todavía como un momento mítico las elecciones de 2008, cuando Carme Chacón logró casi 1,7 millones de votos y obtuvo para Zapatero 25 de los 47 escaños entonces en juego.

Sin Euskal Herria, Catalunya y Galiza, lo que entonces se bautizó como el trifachito –PP, Vox y Ciudadanos– hubiera obtenido una mayoría absoluta holgada

Son más del doble de los 12 que logró en noviembre de 2019. Este próximo 23 de junio difícilmente logrará igualar el récord de Chacón, pero todas las previsiones indican que está en disposición de desbancar al independentismo y recuperar la primera plaza en unas estatales. La habilidad del líder del PSC, Salvador Illa, para navegar y sacar tajada de la fragmentación y el bajo momento del independentismo han sido elemento fundamental.

ERC, que hace cuatro años logró un resultado histórico y 13 diputados, corre el riesgo de perder buena parte del crédito acumulado.

En las municipales de mayo se dejó 300.000 votos. Se dice pronto. En Junts se sigue sin saber muy bien a qué se juega, con dos almas, una en Barcelona y otra en Bruselas, que no siempre caminan en la misma dirección. Para la CUP sería un éxito igualar los dos diputados de hace cuatro años.

El principal beneficiario del bajo momento del independentismo es el PSC, por lo que Catalunya sigue siendo crucial en la hipótesis de una derrota de las derechas. Pero es fácil entrever que el peso del soberanismo catalán será menor. Con todo, dependiendo de la aritmética que resulte de las urnas, podría seguir siendo pieza clave.

En Galiza, que en 2019, pese a gobernar Feijóo, las estatales las ganó la izquierda –10 diputados para el PSOE, 2 para Podemos y uno para el BNG, frente a los 10 del PP–, los soberanistas aspiran a mejorar el resultado a expensas de un Sumar que no acaba de arrancar. Su desempeño será crucial para seguir frenando a la derecha también desde Galiza.

Ser consecuente con esta realidad

Todo son hipótesis antes de conocer el veredicto de las urnas. Sabemos que la fotografía en las naciones sin estado no será la misma que cuatro años atrás, y que es bastante probable que el PSOE vea reforzada su posición, especialmente en Catalunya.

Pero sabemos también que las expectativas de la derecha española siguen siendo muy limitadas en Euskal Herria, Catalunya y Galiza, por lo que estas seguirán siendo fundamentales en la hipótesis de una derrota de las derechas.

Sabemos, por último, que esta hipótesis, por buenos que sean los resultados del PSC de Salvador Illa, requerirá el apoyo de uno o varios partidos independentistas. Se acabaron los tiempos en que bastaba con la muleta de IU, PNV o CiU para gobernar en Madrid. Todos debieran tomar nota.