Sánchez entra en el tira y afloja y Feijóo gana tiempo ante el fantasma de Ayuso
El día después, el líder del PSOE asegura que no habrá repetición electoral y encontrará «la fórmula de la gobernabilidad». La derecha no sale del shock y pide que la dejen gobernar a pesar de que ese bloque obtuvo menos votos. Puigdemont vuelve al centro de la escena y el 17A es el próximo Día D.
Acabado el período electoral, comienza la política real. Se acaban las promesas y los posicionamientos simbólicos: es la hora de la negociación. Pero la ciudadanía ha sido clara tanto en su freno a la ultraderecha como en dejar una composición del hemiciclo más que difícil.
A grandes rasgos se puede decir que hubo una pequeña edición de la foto precedente. Se fortaleció el bipartidismo, pero tampoco tanto (PP y PSOE suman 64% de los votos) y se mantienen los soberanismos y regionalismos, solo que con menor presencia en términos generales. Quien crece es EH Bildu y todos los demás decrecen.
Pasadas unas cuantas horas de conocidos los resultados, el mapa político que queda es el del triunfo (escueto pero triunfo al fin) del llamado bloque progresista y plurinacional, tanto en votos como en escaños, sobre la derecha españolista. El sinsabor para el PP es absoluto: gana por poco las elecciones, aunque mejora notablemente su cantidad de escaños, y sin embargo, esclavo de su alianza con Vox, se queda sin poder gobernar.
Primeros ecos
Vamos por partes: el presidente saliente del Gobierno ha dicho este lunes en la reunión del Comité Federal de su partido que «esta democracia encontrará la fórmula para su gobernabilidad» y ha descartado que intente una repetición electoral. En 2019, pensando que mejoraría y Podemos no resistiría, hizo lo contrario. Las cosas han cambiado y Sánchez supone que otras generales sólo beneficiarían a Núñez Feijóo.
Durante el mediodía hubo rumores sobre la posibilidad de que el voto exterior mejorase en escaños la situación del PSOE, pero fuentes de Ferraz preguntadas por NAIZ al respecto aseguraron que por lo que tienen entendido la correlación de fuerzas «no se va a mover».
Da la impresión que los socialistas quieren dar un poco de descanso a la agitación política. No hablan de negociaciones ni han dicho que comenzarán contactos, a diferencia de los de Sumar. Sí en tanto se puede percibir que Sánchez, el eterno superviviente, entra en terreno de tira y afloja con el independentismo catalán. Ya ha llamado a la reflexión a JxCat al destacar que el PSC ha obtenido más votos en Catalunya que todas las formaciones soberanistas juntas.
Con los tiempos a su favor y la presidencia española de la UE ahora sí a plena escena, Sánchez va camino a su ping pong estratégico con Puigdemont
La política del desgaste y de extremar los tiempos es un hábito en el Perro Sanxe (así no paran de llamar los militantes en Madrid a su líder, que ha resignificado el apodo negativo de la derecha en una especie de sinónimo de animal político resistente). Con los tiempos a su favor y la presidencia española de la UE ahora sí entrando a plena escena, el líder del PSOE va camino a su ping pong estratégico con Carles Puigdemont, quien tiene casi todo el sistema mediático del Estado en su contra y su figura causa hartazgo en muchos sectores sociales, incluso dentro de Catalunya. La batalla es desigual.
La derecha, por su parte, está hiperventilada y en estado de shock. No solo Vox y el PP, sino sus brazos mediáticos. La interpretación de los resultados está derivando en algunos razonamientos que pueden causar sorpresa e indignación. Parece que el PP no se entera de que vive en un sistema parlamentario en el que no importa quién gane la elección sino quién logra formar mayorías. El presidencialismo lo encontrará cruzando el Atlántico o los Pirineos, pero no en la meseta castellana. Curioso: no importó quién ganó cuando ungieron a Díaz Ayuso en 2019 en Madrid o ahora al bloquear al PSOE en Extremadura pactando con Vox.
Ya temprano por la mañana del día después el jefe de campaña, Borja Sémper, dio a entender la estrategia de Feijóo al hablar en Onda Cero: «El PP interpela al PSOE a explorar formulas alternativas. Algo pasa en España cuando ambos partidos no pueden hablar y ponerse de acuerdo. Aspiramos a un gobierno en solitario con pactos puntuales. Es la mejor salida para España. Sánchez tendría una legislatura más debilitado que la anterior y con los mismos socios». Otra curiosidad: la inestabilidad sería socialista mientras que gobernar el Estado con tan solo 136 escaños de 350 no es inestable.
Se huele de trasfondo no sólo una dificultad para decodificar los resultados que sus encuestadores privados no alertaron (sí, increíblemente el CIS de Tezanos estuvo más exacto que la mayoría) sino también una desesperación, quizás miedo, a una revuelta interna. La derecha española, no solo partidaria sino su conglomerado (medios, empresarios, periodistas, sectores conservadores de la cultura, y ciudadanos en general) está hambrienta de revancha. No tolera más a la izquierda y eso se percibe en las redes sociales y en los comentarios editoriales de la prensa madrileña. Moncloa estaba a tiro pero algo salió mal.
La hambruna de poder en la derecha hace que los focos se posen inmediatamente sobre Ayuso. Para muchos, la bala de plata que hay que jugar
Esa hambruna de poder hace que los focos se posen inmediatamente sobre Isabel Díaz Ayuso. En un acto desafiante e insólito, los simpatizantes en la noche del domingo vitoreaban el apellido de la presidenta madrileña mientras que hablaba Feijóo, cuya cara de disgusto fue muy elocuente. Para muchos, militantes y también personas influyentes, la lideresa de credo thatcherista y tono trumpista es la bala de plata que hay que jugar. Que ella tenga presupuesto para publicidad oficial y no Feijóo seguramente también influye.
La cúpula de Génova, que lleva tan solo un año, va ganando tiempo mientras ve cómo sus opciones se esfuman. El PNV ha descartado apoyar al PP citando «valores democráticos» mientras que Coalición Canaria ha dicho que no votará la investidura de «ningún» ejecutivo en donde estén incluidos Vox y Sumar «porque son la extrema derecha y la extrema izquierda». Más palos en la rueda para el líder gallego.
Por su parte, el portavoz de la campaña de Sumar, Ernest Urtasun, ha ofrecido una rueda de prensa este lunes en las que mantiene el abrazo al resultado y a acompañar al PSOE. No solo ha dicho que el partido ya ha comenzado conversaciones internas sobre la negociación de investidura sino que ha nombrado a Jaume Asens como un interlocutor para comenzar el diálogo con JxCat. «Emplazamos al PSOE a negociar desde ya», ha señalado.
Que haya habido sorpresa y salvación frente a la ultraderecha no significa que la izquierda española no tenga resquemores. La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ha comentado que «la estrategia de invisibilizar» a su partido «no ha funcionado» y es hasta casi normal que ahora surjan los rencores por un pacto de coalición electoral que humilló a Irene Montero, alma máter de los morados, y que les provocó la peor gangrena de legisladores desde su fundación.
Capítulo aparte es Vox. La gestualidad de Santiago Abascal en su discurso y el contenido victimista invita a pensar que la ultraderecha, por suerte para el progresismo, tiene un líder que va camino a estrellarse. No sólo ha permitido que su partido sea ganado en los últimos meses por el sector falangista liderado por Jorge Buxadé sino que la pelea con algunos medios aliados, como la EsRadio de Jiménez Losantos, le ha pasado factura.
Vox cae de rodillas ante la estrategia del voto útil del PP, pierde 600.000 votos y 19 escaños. La peor paliza desde el derrumbe de Ciudadanos en 2019. ¿Renunciará Abascal? Parece que ufanarse de la radicalización le ha jugado en contra.
Datos matan relato
La narrativa que quiere imponer la derecha es que el PP ha ganado las elecciones y le corresponde conformar gobierno y los demás, mansamente, aceptarlo y cooperar con los que tienen bloqueada la renovación del CGPJ hace cinco años.
Si bien es cierto que el PP ganó por 1,2% con respecto al segundo, y ha sumado tres millones de votos, también es igual de cierto que no lo ha votado ni siquiera un tercio del padrón electoral (le faltó un 0,3% para lograrlo). Y sería casi de psicosis política no admitir que el mapa de correlación de fuerzas en el Estado se entiende y se opera sobre él en forma de bloques, guste o no.
La correlación ha quedado clara. El bloque de investidura se queda a pocos votos de los 12 millones mientras PP, Vox y UPN llegan solo a 11,2
El bloque de investidura actual (PSOE, Sumar, ERC, Bildu, PNV y BNG) se queda a unos pocos votos de alcanzar los 12 millones mientras que PP, Vox y UPN llegan a los 11,2 millones. Coalición Canaria, posible socio de investidura del PP, consigue 114.718 y no cambia la ecuación (la España Vaciada, en las varias circunscripciones en las que se presentó, suma algo similar).
Además, hay que contar que casi 400.000 votos son de JxCat, quien nunca apoyaría una investidura de la derecha española. Para mayor claridad aún de la tendencia votada, si consideramos los votos perdidos de varias formaciones opuestas en 2019 a PP-Vox, como España Vaciada, el PACMA, Nueva Canarias (el soberanismo progresista canario) y tantas otras, la distancia se ensancha. Hay un bloque ganador y ese no es el de Feijóo-Abascal.
Un inciso sobre los soberanismos y regionalismos, ya que hubo novedades que pasaron bastante desapercibidas: la CUP pierde sus dos diputados (el castigo de la estrategia del «no a tot»), la España Vaciada se queda sin representación (ni Teruel Existe ni SoriaYA mantienen el impulso) e irrumpe por primera vez en su historia en el Congreso el soberanismo de Illes Balears.
Vicenç Vidal hace historia al ser electo diputado como cabeza de lista de la coalición Ara Més, una especie de BNG balear que por primera vez acudía en forma conjunta (cuatro formaciones soberanistas y de izquierda de las cuatro islas) a unas generales. Para no dividir el voto y con la buena oferta de acuerdo propuesta por Sumar, aceptaron ir en conjunto, pero fue solo gracias a que los de Yolanda Diaz ofrecieron los dos primeros puestos de la papeleta a los soberanistas.
El 17 de agosto será el primer borrador del nuevo mapa de poder y una jornada que requiere mucha táctica legislativa negociada previamente
En los próximos días los ojos se posarán sobre dos elementos: los movimientos de JxCat y el 17 de agosto, el día D parlamentario. Esa jornada será la constitución de las Cortes y el voto por parte de las formaciones de las autoridades de la Mesa del Congreso. Es el primer borrador del nuevo mapa de poder. Será la primera vez que se plasmará la correlación de fuerzas y la votación (es secreta) requiere mucha táctica legislativa negociada previamente.
Hasta entonces habrá receso electoral, verano político y duelo conservador.