A la «familia» de Urkullu le sobra dinero todos los años
El lehendakari, Iñigo Urkullu, dijo el jueves que el dinero del Gobierno, como el de cualquier familia, es «finito». Lo que no mencionó es que, año tras año, a su «familia» le sobran cientos de millones sin gastar.
En el marco del conflicto entre su Ejecutivo y las empresas de transporte escolar (que a primera vista no parecen dominadas ni por ELA ni por el «socialismo vasco radical») el lehendakari Iñigo Urkullu aseguró que «no digo nada nuevo al admitir que nuestros recursos son finitos. Lo son como los de cualquier familia. Porque no debemos olvidar que el Gobierno gestiona los recursos de esta gran familia que es nuestro país». A lo que añadió que «debemos mantener un equilibrio entre todas nuestras prioridades. Entre nuestros gastos e inversiones. En todos y cada uno de los ámbitos. Debemos mantener siempre el principio de realismo para no hipotecar el futuro de nuestro país».
La comparación entre el presupuesto gubernamental con el familiar es un lugar común habitual de muchos presidentes, pero no por ello es cierta. Para empezar, ninguna familia puede decidir por sí misma elevar la cantidad de sus ingresos. Ese es privilegio de muy pocos, entre ellos de las instituciones que recaudan impuestos y pueden optar por subirlos o por bajarlos.
En las familias muy ocasionalmente se obtienen «ingresos atípicos» no previstos. Puede ser una herencia o el premio en algún tipo de sorteo, pero eso no pasa cada año. Sin embargo, anualmente las cuentas del Gobierno de Urkullu crecen con distintas incorporaciones de dinero. Por ejemplo, el presupuesto inicial para 2023 aprobado en diciembre en el Parlamento fue de 14.260,72 millones de euros. A 30 de junio había crecido ya a 14.820,49 millones. Y así en cada ejercicio.
En 2022 el presupuesto inicial fue de 13.107,80 millones de euros disponibles para gastar y a 31 de diciembre había subido hasta los 14.699,86 millones. Esto supone que Lakua contó con 1.592 millones más de los inicialmente previstos. En proporción es una desviación al alza del 12,1%.
Es decir, como dice el lehendakari, los recursos del Gobierno son «finitos», pero también hinchables.
Pero, lo más llamativo y lo que Iñigo Urkullu no dijo en su discurso del jueves es que a «esta gran familia que es nuestro país» le sobra dinero todos los años. No es que tenga ya una previsión de ahorro, sino que no gasta todo lo que dice que va a gastar.
Esta misma semana ha pasado por la Mesa del Parlamento el informe de la situación presupuestaria del cuarto trimestre de 2022 que tiene el 31 de julio de 2023 como fecha de elaboración. Pues bien, de los 14.700 millones disponibles al acabar el año se habían efectuado pagos por un total de 12.711 millones de euros. Es decir, 1.989 millones menos de los que Lakua tenía para gastar. Y las «obligaciones reconocidas», es decir, los pagos comprometidos, ascendían a 13.722 millones. Esto supone que le sobraron nada menos que 978 millones de euros.
Y esto no es un hecho aislado. Un golpe de fortuna en un año. En 2021, según la liquidación del propio Gobierno de Lakua, a 31 de diciembre tenía un resultado positivo de 1.043 millones de euros. Lo que hacía que, junto a lo no gastado en años anteriores, acumulara un remanente de tesorería de 2.280 millones de euros. En 2020, lo que dejó de gastar fue 454 millones de euros. Hay que tener en cuenta que 2020 y 2021 fueron los años en los que con más fuerza golpeó la pandemia del covid y, aún así, la «gran familia» de Urkullu no gastó todo el dinero que tenía en la cartera.
Ha sido una característica de los Gobiernos de este lehendakari. Iñigo Urkullu llegó a Ajuria Enea el 15 de diciembre de 2012 y en ese momento en la tesorería del Ejecutivo había un remanente de 26,8 millones de euros. Era lo que había dejado Patxi López tras su mandato. Al final del primer año de Urkullu el remanente había crecido a 201,6 millones de euros y al siguiente a 228,4 millones de euros. Al inicio de 2023, el remanente de tesorería disponible este año era de 1.480,2 millones de euros.
Por lo tanto, los datos indican que el lehendakari no está para lloros. La «familia» de Iñigo Urkullu tiene todavía los riñones bien forrados con dinero de los contribuyentes como para seguir devolviéndoles en forma de servicios de calidad lo que estos le han cedido en usufructo.