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Hablar con dios

‘Uz: El pueblo’, de Gabriel Calderón, es una fascinante comedia plagada de humor negro que nos induce a reflexionar acerca de nuestras creencias y sus límites. Se representa los días 11 y 12 de octubre en el Teatro Arriaga de Bilbo.

Parte del elenco, encabezado por Pepe Viyuela. (Javier NAVAL)

Obra: Uz: el pueblo. Autor: Gabriel Calderón. Adaptación y dirección: Natalia Menéndez. Intérpretes: José Luis Alcobendas, Julio Bohigas-Couto, Ángela Chica, Trinidad Iglesias, Javier Losán, Nuria Mencía, Ruth Núñez, Veki Velilla, Pepe Viyuela y Rocío Calvo (cover personaje de Leona). Iluminación: Juan Gómez-Cornejo (AAI). Escenografía: Monica Boromello. Vestuario: Antonio Belart. Diseño de espacio sonoro y composición música original: Mariano Marín
Una producción de Teatro Español y La Villarroel. Naves del Matadero – Teatro Arriaga

En un pueblo llamado Uz, una mujer recibe mensajes de su dios que le encarga una misión desmesurada. Es la radiografía de una fe, una obsesión, una sociedad enferma que busca soluciones absurdas que, tratadas por la imaginación disgregante de Gabriel Calderón, el autor uruguayo, se convierte en una ácida comedia de humor negro que alcanza unos valores superiores en sus formas y procesos a lo que aparentemente es una locura, un amor imposible, unos desvaríos rozando la irracionalidad y la violencia fanática.

Esta obra escrita y montada por el propio autor hace más de una década se convierte en esta versión en un espejo cóncavo que convierte esa realidad de ficción en un suerte de esperpento de otras realidades más identificables y cercanas y que por ente de un minucioso trabajo de puesta en escena de Natalia Menéndez y de un trabajo de todo el equipo actoral, se van formando un tejido comunicativo, una sensación de acontecimiento teatral desmesurado que desemboca en un atrevido, delirante y fascinante final que convierte a la obra en un ejemplo de arquitectura teatral al servicio de una idea que escapa a cualquier ortodoxia.

La escenografía con tintes realistas, para poder dar verosimilitud al delirio narrativo, se usa de una manera eficaz para lograr esos ámbitos diferentes de acciones individuales, de pareja o colectivos, con las fuerzas vivas del pueblo actuando.

Un espacio que se refuerza con un magnífico espacio sonoro y una iluminación que logra mantenerse en esa espacialidad entre lo lúdico, lo realista y lo imaginario fuera de la norma.

Teatro en estado puro, con calidades en todas su capas, tanto textuales, como dramatúrgicas como de dirección e interpretativas.