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Incursiones israelíes en Gaza tras el ultimátum para desplazar a la población

El Ejército israelí llevó a cabo las primeras incursiones localizadas en Gaza poco después de lanzar un ultimátum para forzar el desplazamiento de más de un millón de personas, lo que agencias de la ONU consideraron ir «más allá de la crueldad». Pero Israel fue aún más allá y atacó a los que huían.

Un grupo de palestinos intenta huir de los bombardeos israelíes en Gaza. (Mahmud HAMS | FRANCE PRESSE)

«No hay un lugar seguro, No sabemos adónde ir», clamaba Mohammed Abu Ali en el campo de refugiados de Chati, el más grande de Gaza. En coche o a pie, los palestinos huían por miles después de que el Ejército israelí ordenara a los habitantes del norte de la Franja que abandonaran sus hogares y se dirigieran hacia al sur. Pero ningún lugar es seguro mientras las bombas golpean por todas partes sin distinguir viviendas, hospitales o escuelas.

Tampoco la evacuación es sinónimo de seguridad. Al menos 70 personas murieron cuando la aviación israelí atacó uno de los convoyes que huía.

El Ejército israelí comunicó a la ONU el ultimátum para evacuar a unos 1,1 millones de residentes en un plazo de 24 horas, que luego amplió. Entre ellos, los 440.000 desplazados que han buscado refugio en los colegios y otras instalaciones que la ONU gestiona.

Desde entonces, en las carreteras se ven familias cargando algunas pertenencias en bolsas de plástico, un niño que sostiene con fuerza su almohada en la mano, una mujer que reunió todo lo que pudo guardar en un bolso de cuero que lleva al hombro... Y luego están los que deciden quedarse porque ya no circulan taxis, porque no hay combustible, porque no conocen a nadie que pueda recibirlos en el sur o porque se niegan a dejar tierras que Israel podría ocupar.

«Vinimos a refugiarnos en la Unrwa –la agencia de la ONU encargada de los refugiados palestinos–. Y frente a sus instalaciones pregunto a la ONU: ¿hacia dónde vamos ahora?», lanzaba Ali. Pero incluso la Unrwa decidió dirigirse al sur, donde transfirió su centro de operaciones y su personal.

La cuestión del desplazamiento es crucial en Gaza, donde más del 80% de los 2,3 millones de habitantes que la habitan ya son refugiados o descendientes de refugiados expulsados ​​de sus ciudades y pueblos tras la creación del Israel en 1948. Y los gazatíes volvieron a revivir la Nakba cuando el Ejército israelí arrojó los panfletos instándoles a que huyan inmediatamente.
Hamas advirtió contra cualquier evacuación y calificó el ultimátum como «guerra psicológica». También el presidente de la Autoridad Palestina (ANP), Mahmoud Abbas,  denunció «una segunda Nakba», la «catástrofe» que constituyó para los palestinos la creación del Estado de Israel. Su primer ministro, Mohamed Shtayeh, acusó a Israel de cometer un «genocidio».

A la vez, el Ejército israelí afirmó que había llevado a cabo incursiones localizadas dentro de Gaza –sin detallar cuántas ni con qué medios– para intentar encontrar pistas sobre los 130 rehenes cautivos en la Franja. Indicó que atacaron a milicianos palestinos y su infraestructura, y que recibieron también disparos de misiles antitanque mientras los aviones de combate israelíes bombardeaban el área. Hamas había asegurado la víspera que 13 rehenes murieron en los intensos bombardeos israelíes sobre la Franja.

Sea cual sea el objetivo del ultimátum–expulsar al máximo de población posible definitivamente hacia Egipto, aumentar el número de víctimas, facilitar una eventual invasión terrestre, una limpieza étnica, o bien todos ellos– Israel lo lleva a cabo, no ya con el silencio, sino con el apoyo «inquebrantable» de EEUU, y la UE, cuyos representantes sumaron a sus declaraciones, visitas «diplomáticas» para respaldar este castigo colectivo.

Condena a muerte de enfermos y heridos

La Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que evacuar los hospitales del norte de Gaza es imposible, porque muchos pacientes morirían en el traslado y los hospitales en la parte sur de la Franja también están desbordados y no tienen capacidad para atender a los que llegarían. «Mover a pacientes muy enfermos, incluidos niños, que dependen completamente de apoyo médico vital para sobrevivir, y pedir al personal médico que evacúe, va más allá de la crueldad. Sería condenarlos a muerte», advirtió el portavoz de la organización, Tarik Jasarevic.

De hecho, todas las organizaciones humanitarias de la ONU pidieron a Israel anular su orden de evacuar totalmente el norte de Gaza «para evitar transformar lo que ya es una tragedia en una situación calamitosa».

En el sur, el único paso no controlado por Israel por el que escapar de Gaza o por el que pueda llegar asistencia humanitaria es el de Rafah, en la frontera con Egipto.

Pese a los llamamientos humanitarios para que abra ese cruce, Egipto lo mantiene cerrado desde que el miércoles el Ejército israelí también lo bombardeó. Pero además de las razones de seguridad, El Cairo teme una llegada masiva de refugiados que no está dispuesto a aceptar. Un temor que comparte la UE, que prefiere bloquear en Gaza a los palestinos o, cuando menos, negociar con Egipto un acuerdo similar al de otras dictaduras como la tunecina o la marroquí, para que ejerzan de policía fronterizo.

Un hombre lleva el cadáver de un niño, víctima de un bombardeo, envuelto en una manta. (Said JATIB/AFP)

Mientras, en Gaza el asedio total impide la entrada de bienes o combustible y el suministro de alimentos, agua y electricidad. Desde hoy Israel también ha cortado internet intentando extender el silencio sobre las matanzas.

Desde la operación de las milicias palestinas del sábado, en la que murieron al menos   1.300 personas, Israel ha bombardeado sin descanso el territorio palestino y las víctimas mortales ayer eran ya más de 1.800, entre ellos más de 580 niños. La devastación de viviendas e infraestructuras es generalizada.

Human Rights Watch y Amnistía Internacional denunciaran el lanzamiento por parte del Ejército israelí, tanto en Gaza como en los ataques a Líbano, de fósforo blanco, que causa severas quemaduras.

Simultáneamente, en Cisjordania aumentan la violencia y los pogromos del Ejército y colonos judíos. Han matado a 40 palestinos desde el sábado pasado y otros 13 se encontraban hospitalizados en estado crítico o grave.

Civiles
El presidente israelí, Isaac Herzog, justificó que se castigue a toda la población palestina: «Hay una nación entera ahí afuera que es responsable. Que los civiles no estaban al tanto, no están informados de lo que iba a pasar, es completamente falso».

Hospital
Cuando el personal, todavía estaba tratando a pacientes, Israel dio dos horas para evacuar el hospital Al-Awda, aviso de que prevé bombardearlo. Médicos Sin Fronteras, que presta apoyo a este centro público, condenó esta amenaza, el continuo derramamiento de sangre y los ataques a la atención sanitaria. Posteriormente, Israel amplió el ultimátum hasta las 06.00 horas.

Apoyos expresos y tácitos a la amenaza sionista

La amenaza sobre la población de Gaza para que abandone el norte de la Franja contó con el apoyo de las instituciones europeas. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, mostraron su total apoyo a Israel visitando la zona donde actuaron las milicias palestinas, ignorando cualquier mención a las víctimas de Gaza y sin reproches a su ultimátum. La Comisión Europea alabó que Israel haya «avisado» a la población civil.

Esa postura se ve acompañada por el intento de acallar la solidaridad con Palestina en Gran Bretaña, Estado francés y Alemania, donde sus Gobiernos han prohibido las manifestaciones de apoyo al pueblo palestino y Londres, incluso, la bandera palestina. El ministro británico de Defensa, Grant Shapps, argumentó que «Israel tiene derecho a defenderse» e «ir a por Hamas», y «si esconden dentro de la población, es correcto dar un aviso a esa población para que pueda moverse». El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, que visitó Qatar y Jordania en una gira por Oriente Medio para afianzar el apoyo «inquebrantable» a Israel, eludió hablar del ultimátum. Washington se limitó a considerar que evacuar a un millón de civiles es una «tarea complicada», sin cuestionarla. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, aunque condenó el bloqueo israelí de la Franja, que comparó con el sitio de Leningrado, y juzgó que las condiciones a la que podría ser sometida Gaza son «inaceptables», optó por la equidistancia al señalar que Israel tiene que responder a «un ataque sin precedentes» en su historia.

El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, afirmó que la causa del conflicto es una «injusticia histórica» contra los palestinos que no ha sido corregida. El Gobierno israelí transmitió al chino su «profunda decepción» por no condenar «sin ambages» el ataque de las milicias palestinas ni mencionar «el derecho de Israel a defenderse».

Irán advierte sobre los «ejes de resistencia»

El ministro iraní de Exteriores, Hosein Amir Abdolahian, aseguró en Beirut que el resto de «ejes de la resistencia» –Siria, Hizbulah, facciones palestinas, milicias iraquíes y hutíes de Yemen, entre otros– responderán a Israel si sus crímenes de guerra contra Palestina y Gaza continúan. Abdolahian se reunió ayer en el Líbano con el líder Hizbulah, Hassan Nasrallah, para abordar la situación en Palestina mientras el número dos del grupo chií libanés, Naim Qassem, afirmó que sus miembros están «completamente preparados» para intervenir.

Ayer el Ejército israelí volvió a atacar Líbano con artillería y desde carros de combate, alcanzando, además, un puesto del Ejército libanés. Otro de los objetivos fueron periodistas bien identificados que informaban desde la zona. Mataron a un fotógrafo de Reuters e hirieron a cuatro de Al-Jazeera. A su vez, Hizbulah atacó cuatro puestos militares israelíes. Desde el pasado domingo, la formación chií ha lanzado varios misiles desde el sur de Líbano matando al menos a un mando militar israelí, y ha perdido, por su parte, a tres miembros en acciones de Israel contra el territorio libanés.