«Buenos días, egun on, bon dia, bos días»
Pedro Sánchez ha comenzado su discurso de investidura en cuatro idiomas oficiales que hay en el Estado español. A la espera de las muchas réplicas que le quedan por delante, esa es toda la asunción de la plurinacionalidad que ha hecho el futuro presidente del Gobierno en su discurso. Cabe suponer que cuando pasen por la tribuna de oradores los portavoces de ERC, Junts, EH Bildu y PNV, en orden de mayor a menor, afrontará esa cuestión que, al menos las dos últimas formaciones, han asegurado que será clave en esta legislatura.
De momento, por lo tanto, las formaciones que aspiran a superar el actual modelo territorial del Estado han tenido que conformarse con ese saludo inicial; con el hallazgo lingüístico de que «concordia» es «una idea que se expresa exactamente igual en nuestras cuatro lenguas; la de Machado, la de Espriu, la de Aresti y la de Castelao»; y con saber que el futuro «Gobierno progresista» que presidirá Pedro Sánchez tiene la convicción de que frente a lo que «sienten legítimamente ciudadanos y ciudadanas independentistas» es mejor para todos una España unida.
Unida más o menos de buen rollito, eso sí. No con la «imposición y crispación» que forzó el PP, sino con «el diálogo, el entendimiento y el perdón» que liderará su Ejecutivo. Luego, Pedro Sánchez ha asegurado que «la pregunta que tenemos que hacernos y que también creo que merece ser respondida ante nuestros ciudadanos es cómo garantizamos esa unidad». La respuesta debe estar en el viento. Porque salvo la defensa de la amnistía para los imputados en el procés, no ha dado ninguna respuesta a cómo llevar a la práctica el concepto de plurinacionalidad.
Así que mientras los partidos catalanes tienen sus propias preocupaciones y reivindicaciones, y parece que de momento requieren una mayor atención de Pedro Sánchez, EH Bildu y PNV tendrán que esforzarse en poner también su agenda en la mesa de la Moncloa. Y estaría bien que lo hicieran de forma conjunta, al menos, en la cuestión nacional.
PNV y PSOE, en su pacto de la semana pasada, han incluido algunas cláusulas sobre la negociación del autogobierno vasco, en las que se ponen a sí mismos como protagonistas de un futuro acuerdo «tanto en el seno de las instituciones vascas como en las Cortes Generales» que, según se dice, «deberá responder a las demandas mayoritarias del Parlamento de Euskadi» y hasta se ponen el plazo «que no superará el año y medio desde el inicio de la nueva legislatura vasca».
Y resulta llamativo puesto que el PNV no ha mostrado ningún interés en activar la Ponencia de Investidura en toda la esta legislatura. Es preciso recordar que la búsqueda de nuevo estatus que se dio en la anterior no decayó por la oposición de Madrid, sino por la falta de acuerdo en el seno de la Cámara autonómica.
Sobre aquel proceso frustrado, el pasado domingo, en una entrevista, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, aseguraba que «en la comisión de expertos del Parlamento Vasco hubo un grado de sintonía bastante elevado pero Bildu quiso rebosar por exceso y el Partido Socialista no quiso llegar a los mínimos imprescindibles. Creemos que lo que hace falta es que el Partido Socialista sea un poco más valiente y EH Bildu tenga un poco más de realismo y pragmatismo».
Cabe recordar que PNV y EH Bildu aprobaron inicialmente unas bases comunes. Se podrá discutir si después EH Bildu quiso rebosar por exceso lo acordado con los jeltzales. Pero lo que es indiscutible es que si el PSE «no quiso llegar a los mínimos imprescindibles» lo hizo de la mano del PNV. No se puede olvidar que sus respectivos expertos, Alberto López Basaguren (PSE) y Mikel Legarda (PNV), firmaron conjuntamente la misma «propuesta técnica», junto a Arantxa Elizondo (EP-IU).
Así que el primer paso que debieran dar quienes se definen como abertzales podría ser acordar en casa qué es lo que quieren, aunque puede entenderse por lo pactado entre Sánchez y Ortuzar que el PNV vuelve a concederle al PSOE capacidad de veto también a la hora de definir «las demandas mayoritarias del Parlamento en Euskadi».
Pero eso será en la próxima legislatura autonómica. De momento, en lo que a la sesión investidura se refiere, habrá que esperar a ver si en el resto de intervenciones Pedro Sánchez va más allá de los saludos protocolarios y los hallazgos lingüísticos. En su primer discurso de hoy, entre las ocho prioridades a las que ha hecho referencia, no estaba la de cómo dar forma a la «plurinacionalidad del Estado». A ver quién le fuerza a meterla.