La triunfante ultraderecha neerlandesa tienta a democristianos y liberales
La victoria del islamófobo Wilder supone un vuelco en la política neerlandesa pero augura arduas negociaciones con liberales, los grandes perdedores, y democristianos, ambos proclives a frenar la inmigración. La coalición socialdemócrata-ecologista, segunda fuerza, tiene difícil cuadrar los números.
La sorpresiva victoria del ultraderechista Partido de la Libertad (PVV) pone a la formación de Geert Wilders en la ardua tesitura de formar un gobierno en un país con una política muy fragmentada. La formación, con un discurso antiinmigración e islamófobo, es el partido con mayor número de escaños en el Parlamento neerlandés al hacerse con 37 de los 150 diputados en la Cámara Baja – más del doble de los que logró en 2021–, en el mayor giro político de la historia del país.
En un país con uno de los sistemas más proporcionales y multipartidistas del mundo, las negociaciones para formar gobierno pueden durar meses, cuando no hasta un año. La coalición entre laboristas y verdes (25 escaños, 8 más), liderada por el exvicepresidente de la Comisión Europea Frans Timmermans, ha confirmado que nunca pactará con el PVV.
Los liberales VVD del primer ministro en funciones, Mark Rutte, y liderados por la neerlandesa de origen turco Dilan Yesilgoz, son los grandes perdedores con 24 escaños (10 menos). Tanto el VVD como el Nuevo Contrato Social (NSC), sorpresa de estos comicios (20 escaños) pero que no ha cumplido las altas expectativas que le auguraban, aseguraron en campaña que no pactarían nunca con Wilders. Inmigración. Pero su líder, Pieter Omtzigt, quien mantiene una cerril posición contra la inmigración, se muestra ahora abierto a negociaciones, «que no serán fáciles».
Lacónica tras la debacle –Rutte ha aguantado 13 años en el poder–, Yesilgoz ha hecho suyo el discurso contra la migración y no ha cerrado la puerta a negociar con la ultraderecha, aunque ha señalado que «ahora es el turno de Wilders y debe demostrar que puede formar una mayoría».
«Trump holandés»
Aunque es comparado con el expresidente estadounidense, Wilders es un veterano de la política. En 2006 dejó el partido liberal VVD para protestar por la candidatura a la UE de Turquía y fundó su propio partido islamófobo y xenófobo. Paradójico, cuando es inmigrante de segunda generación (sus abuelos, de ascendencia mixta, llegaron tras la retirada de las Indias Orientales Neerlandesas y su madre nació en Sukabumi (actual Indonesia).
Pese a que ha rebajado su retórica en campaña, centrándose en el coste de la vida y en las consecuencias del apoyo a la agredida Ucrania –se alinea con Rusia–, y prometer que gobernará «dentro del marco legal constitucional», Wilders mantiene sus propuestas xenófobas e islamófobas (que le han valido condenas judiciales por insultar a los marroquíes) y propone un referéndum para salir de la UE. En materia de política extranjera, el lema del «niño charlatán» que puede convertirse en primer ministro es «Los Países Bajos primero». Trumpismo holandés.