INFO

Kristen Stewart causa el pánico (gay) en el Festival de Berlín

La expresidenta del Jurado Oficial vuelve a la Berlinale con una venganza ‘bollera’ culturista y empapada en fluidos. Lo nuevo de Matthias Glasner y de Mati Diop han redondeado la jornada.

Kristen Stewart, en la Berlinale. (Odd ANDERSEN | AFP)

La ‘buena representación’ como medio y fin ha sido criticada por la teoría queer desde los años noventa, y este lunes ha sido el turno del hartazgo de Kristen Stewart: «No podemos seguir haciendo lo mismo... Se acabó la era en la que las películas queer eran solo eso».

Asimismo, la actriz ha atacado el encasillamiento, alegando «sentir que tienes que plantarte en una maldita tribuna y ser la portavoz de todos». Stewart se ha convertido en una de las caras más visibles del colectivo lésbico. De hecho, recientemente apareció en la portada de ‘‘Rolling Stone’’ en una pose abiertamente sexual, sobre la que ha criticado haber sido «censurada» por la «incomodidad» que despierta un deseo no «diseñado solo para hombres». En todo caso, ha bromeado, «no es la gran cosa».

‘Love Lies Bleeding’ (o cómo no cortar con tu novia)

El nuevo thriller erótico-lisérgico de A24 cuenta los enredos criminales de un pequeño pueblo del sur de los Estados Unidos donde los cadáveres empiezan a amontonarse tras la llegada de Jackie, una culturista salvaje (Katy O’Brian) que irrumpe en la pax del capo local (Ed Harris) y padre de su nueva pareja, Lou (Stewart), esforzada en ocultar el reguero de sangre.

Parecería un thriller de los Cohen, pero la segunda película de Rose Glass emprende la escalada de violencia con el dramatismo hipertrofiado de los mejores cotilleos, y siempre con un punto de humor. Basta decir que cuando Jackie pide mudarse con Lou a las horas de conocerla, toda la fila de butacas estallamos en una carcajada.

El lesbianismo aquí se vive cual espectáculo de wrestling. Hiperestético, el cine de Rose Glass gotea y se engancha igual que el sudor, la sangre seca o el lubricante. Va en la línea de la anterior ‘Saint Maud’ y otras películas ‘con gancho’ de A24, billete asegurado al estatus de culto.

‘Sterben’ o la necesidad de abandonarse a la butaca

Breve nota para una película que quizás sea olvidada en el palmarés, pero evidencia la calidad del cine alemán en Competición (va a la par con ‘In Liebe, eure Hilde’ de Andreas Dresden, en ser demasiado larga aunque inspiradora). La nueva cinta de Matthias Glasner (‘El libre albedrío’) se descubre como finísimo entramado entre lo cómico y lo trágico, demasiado oscura para conducir a la risa, al tiempo que inexplicablemente irrisoria, eso sí, solo para quien ose escuchar con atención y mirando de frente al ‘morir’ que anuncia el título alemán: lento, sucio y absurdo.

Una familia, madre (Corinna Harfouch, a quien recordaremos por ‘La profesora de piano’) e hijos (Lars Eidinger y Lilith Stangenberg), serán incapaces de reconstruir los vínculos emocionales que les ataban –que no unían– ni bajo la presión por la muerte inminente del patriarca. No es odio, sino pura indiferencia… Nada más lejos de la reacción gutural que sus diálogos vivaces suscitan. Una clase magistral para enólogos del habla.

Mati Diop lleva a juicio la generosidad poscolonial

Situar a Mati Diop dentro del firmamento de cineastas-estrella es confrontar un intrincado cruce de caminos entre el progreso y el conformismo de un Occidente que se sabe en deuda para con el panorama africano artístico y social, pero que no está dispuesto a renunciar a todo el privilegio de golpe (por suerte, la buena mano de la cineasta no depende de la voluntad ajena).

Por ello es tan pertinente que ‘Dahomey’, tercera película de la responsable de ‘Atlantique’, aborde las luces y sombras de la repatriación de 26 obras expoliadas por el Estado francés, un gesto visto por unos como un pequeño paso generoso y por otros como un insulto. Diop recoge intervenciones de un debate en Benin sobre esta enmienda, desde lo puramente observacional, y las teje con fragmentos metafóricos donde los dioses nativos toman cartas en el asunto. Y quizás sea persiguiendo una necesaria amplitud de miras, pero la misma Diop parece pendular sin remedio entre los dos acercamientos… ¿Pero cómo filmar sin tener una propuesta estética coherente?