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La urbe, núcleo de la crisis que atiza sobre todo al Sur Global

La crisis climática afecta en todo el mundo, pero es el Norte quien más ensancha la herida y la sangre brota sobre todo en el Sur Global. Las grandes culpables y, por tanto, portadoras de la solución, son las ciudades. Lo explicaron en Donostia las investigadoras Marta Olazabal y Marcelle Mardon.

Las investigadoras Marcelle Mardon y Marta Olazabal, antes de comenzar la ponencia titulada «Las ciudades ante el cambio climático». (Jon URBE | FOKU)

Si las ciudades, sobre todo las del Norte Global, son en sí mismas potencias generadoras de gases de efecto invernadero y las mayores consumidoras de energía, ¿cómo adaptarlas para los peligros potenciales de una crisis climática que ya causa estragos y, de seguir así, tenderá a recrudecerse? ¿Cómo mitigar las emisiones o el consumo de energía en las ciudades y, a la vez, cultivar la resiliencia ante el calentamiento global en las comunidades del sur del globo para que no paguen los efectos de un problema del que apenas son responsables?

Estas son algunas de las cuestiones que plantearon Marta Olazabal, investigadora asociada de Ikerbasque en BC3, y Marcelle Mardon, integrante del Grupo de Investigación en Asentamientos Humanos, en el coloquio ‘Las ciudades ante el cambio climático’ que se celebró el jueves en el Palacio Miramar de Donostia.

Para arrancar la ponencia organizada por Donostia Sustainability Forum, Olazabal demostró con varios datos una «preocupante» radiografía de la simbiosis entre crisis climática y ciudades. Señaló que el 50% de la población mundial vive en las ciudades, y la situación es «mucho peor» al hacer zoom en Europa: el 80% de sus habitantes vive en las urbes. La paradoja es que las ciudades ocupan solamente el 3% del territorio mundial y, a causa de la gran densidad de la población en ellas, consumen el 60% de la energía en el mundo. «No solo eso –apuntó–, el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero se pueden relacionar con las ciudades».

La investigadora del CB3 lanzó una alerta: «El crecimiento de población que se está viendo en las ciudades se dará a más velocidad en el Sur Global. Nos veremos con ese dilema».

«Hay poca conciencia del impacto del transporte privado. Una ciudad es rica por la calidad del transporte público. Vivimos demasiado cómodos»

Pero, en realidad, de momento el problema mayormente es de los países del Norte Global, ya que, según apuntó Mardon, África, por ejemplo, solamente contribuye al 4% de las emisiones del mundo. Sin embargo, las nefastas consecuencias del cambio climático recaen sobre todo en los países del hemisferio sur. Mardon conoce la realidad de varias comunidades que habitan en «barrios informales», asentados en la alegalidad, de diferentes ciudades del continente africano. En concreto, detalló, el 60% de la población en África vive en estas zonas que se caracterizan por tener «poca infraestructura, viviendas inadecuadas y por carecer de bienes básicos como el agua, las carreteras, los inodoros». «Allí es donde la crisis climática está afectando brutalmente», advirtió.

Afecta, prosiguió, en forma de olas de frío y de calor –que pueden superar los 50 grados– o de inundaciones, lo que genera más insalubridad en poblaciones ya de por sí vulnerables, el empeoramiento de sus condiciones de vida, desplazamientos...

En este contexto, «¿cómo pueden adaptarse al cambio climático? ¿Por qué tienen que pensar en el cambio climático si no es su culpa?», preguntó la investigadora de Zimbabwe.

«Pero les está afectando a ellos», incidió, por lo que su grupo de trabajo actúa junto a estas comunidades –con ellas, y no para ellas, pues «estas personas conocen el efecto del cambio climático mejor que los investigadores», comentó– para potenciar su resiliencia ante el calentamiento global, ya que algunos gobiernos tratan «casi como basura» a las personas de estos asentamientos «que no son considerados legales», explicó.

Alertó, por tanto, que «lo que tiramos aquí, acaba allí». «La enorme cantidad de basura textil que desde aquí llega a los mercados informales de allí va a parar al río. Todos estamos conectados. Tenemos que pensar dónde va a parar la basura tecnológica cada vez que cambiemos de móvil Tenemos que preguntarnos dónde va este trozo de plástico. Tenemos la responsabilidad de preguntarnos más cosas. Hay trabajo que hacer», manifestó.

«La basura textil que desde aquí llega a los mercados informales de allí va a parar al río. Todos estamos conectados. Tenemos la responsabilidad de preguntarnos más cosas»

Espacio público, movilidad y edificación

Hay mucho que hacer todavía, pero Marta Olazabal apuntó que hay planes esperanzadores en marcha. Por ejemplo, el Pacto de los Alcaldes, donde se concentran ciudades y municipios de todo el mundo para planificar y contrastar acciones para frenar la crisis climática. «Hay más acción es en las ciudades del Norte Global, sobre todo en Europa, donde están 10.000 ciudades que cubren a 280 millones de personas. En el África subsahariana hay 360 ciudades, pero solamente esas cubren a 160 millones de personas», expuso.

No obstante, planear no es lo mismo que actuar. Olazabal lamentó que muchas veces los planes de acción contra la crisis climática «se quedan en el cajón» por falta de financiación, falta de recursos, o incluso por falta de determinación política. «En los países que tienen una legislación que obliga a los municipios a tener planes de adaptación y mitigación, como Francia, vemos un gran progreso. Sin embargo, en España, hay un plan nacional de adaptación a la crisis climática y de mitigación de energía, pero es voluntaria, y esa no obligatoriedad nos deja en situación de desamparo», advirtió.

La investigadora asociada de Ikerbasque apuntó tres cuestiones sobre las que las ciudades deben actuar si quieren estar mínimamente preparadas para adaptarse a los cambios del clima y mitigar sus emisiones –que son dos asuntos indivisibles, según Olazabal–: espacio público, movilidad y edificación.

«Es necesario renovar nuestras edificaciones para poder evitar que el calor salga de la vivienda y así ahorrar energía. La renovación del espacio público es muy importante, hay que introducir espacios verdes para promover el confort térmico y hacer frente a las inundaciones ante precipitaciones intensas», expuso, como ejemplo.

Pero lo más importante, para esta investigadora, es realizar cambios en la movilidad de las ciudades. «Hay poca conciencia del impacto del transporte privado. Una ciudad es rica por la calidad del transporte público. Tenemos que darnos cuenta de que vivimos demasiado cómodos», determinó.