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Centenario Marlon Brando, las mil caras de la bestia y su mito

Marlon Brando irrumpió como un ciclón en el el cine gracias a títulos como ‘Un tranvía llamado deseo’, o 'Julio César', de Joseph L. Mankiewicz. Su mítica filmografía siempre fue proporcional a su compleja personalidad. Este 3 de abril, el protagonista de 'El padrino' hubiera cumplido 100 años.

Marlon Brando como el coronel Kurtz en 'Apocalypse Now'. (ZOETROPE STUDIOS)

En 1956, Truman Capote se sentó a entrevistar a Marlon Brando. Lo que siguió a este encuentro de divos fue una explosiva controversia. La entrevista, una vez publicada, desató la ira de Brando de una manera que pocos podrían haber anticipado.

Capote, conocido por su estilo mordaz y sin pelos en la lengua, no dudó en incluir confesiones íntimas que Brando había compartido off the record. Detalles oscuros sobre la tumultuosa relación del actor con su madre alcohólica salieron a la luz, revelando un retrato crudo y perturbador de su vida personal.

Brando, un hombre conocido por su sensibilidad y aversión a la fama, se vio repentinamente expuesto de una manera que lo dejó atónito.

La idea de que sus sentimientos más profundos fueran exhibidos en la portada de ‘The New Yorker’ provocó en él un estado de furia y desesperación. Amenazó con emprender acciones legales contra Capote, e incluso amenazó con «matar a ese pequeño bastardo».

Dicho episodio ilustró la lucha constante que Brando mantuvo por preservar su vida privada fuera del escrutinio público. A pesar de su fama y éxito en la pantalla, Brando valoraba su privacidad por encima de todo. Para él, la exposición de sus emociones más íntimas era una violación intolerable de su espacio personal.

En la mencionada entrevista, el actor dijo lo siguiente sobre su forma de entender la amistad: «¿Sabe cómo hago amigos yo?. Procedo con mucho cuidado. Doy vueltas y vueltas. Luego, gradualmente, me acerco. Luego extiendo una mano y los toco, con mucho cuidado... Luego, me alejo. Espero un poco. Hago que se queden pensativos. Justo en el momento preciso, me vuelvo a acercar. Los toco. Doy vueltas. No saben qué está pasando. Antes de que se den cuenta, están enredados, comprometidos. Los tengo. Y de pronto, en algún momento, soy todo lo que tienen. Muchos de ellos, sabe, son personas que no encajan en ninguna parte, nadie los acepta, han sido heridos, lisiados de una manera u otra. Pero yo quiero ayudarles, y ellos pueden concentrarse a mi alrededor. Yo soy el duque. Soy una especie de duque de mis dominios».

Brando en 'Un tranvía llamado deseo'. WARNER BROS
Brando en 'Un tranvía llamado deseo'. WARNER BROS

Un actor libre y salvaje

Marlon Brando nació el 3 de abril de 1924 en Omaha, Nebraska. Su madre era muy aficionada al teatro, incluso trabajaba como actriz en pequeñas producciones. El joven Brando creció imitando todo tipo de personajes, pero su infancia no fue feliz.

En uno de los monólogos que improvisó ante las cámaras durante el rodaje de ‘El último tango en París’ explicaba que su padre era un hombre amigo de prostitutas, vulgar, ordinario y borracho, y que su madre era muy romántica, pero también alcohólica, unos hechos que se asemejaban bastante a la realidad. Con 19 años decidió seguir a sus hermanas y trasladarse a Nueva York para estudiar Arte Dramático.

Ya en la ciudad de los rascacielos, y gracias a Stella Adler, miembro de una conocida familia de actores, comenzó a interesarse por las enseñanzas del actor, director y empresario ruso Konstantin Stanislavski, cuyo lema era «piensa en tus propias experiencias y utilízalas a la hora de actuar con verdad».

Debutó en Broadway en octubre de 1944 en la obra ‘I Remember Mama’, que se convirtió en un gran éxito. En el cine lo haría seis años después con ‘Hombres’ de Fred Zinnemann en la que encarnaba a un soldado parapléjico. Antes del rodaje, Brando pasó un mes en un centro de rehabilitación para preparar el papel.

En 1956 ganó su primer Óscar por ‘La ley del silencio’, aunque ya había dejado antes su sello de calidad en títulos como ‘¡Viva Zapata!’.

La industria de Hollywood pensaba que tenía entre sus manos un auténtico diamante en bruto pero pronto quedó claro que Brando era un diamante difícil de pulir.

El inolvidable Vito Corleone de 'El padrino' . PARAMOUNT PICTURES
El inolvidable Vito Corleone de 'El padrino' . PARAMOUNT PICTURES

Ascensión y declive

Representaba el inconformismo, el desprecio por las reglas establecidas y la rebeldía juvenil de la década de los cincuenta y principios de los sesenta. Encadenó escándalos, romances y matrimonios, y sus rodajes se convirtieron en una pesadilla para productores y directores, que terminaron por vetarle en muchos proyectos.

Gracias a la insistencia de Francis Ford Coppola, consiguió el papel de Vito Corleone en ‘El padrino’, por el que ganó su segundo Óscar, un premio que se negó a recoger. Una actriz vestida de nativa norteamericana subió al escenario y rechazó el galardón alegando que el actor protestaba así por cómo la industria de Hollywood trataba en el cine a su pueblo.

Después de ‘El padrino’ volvieron los éxitos. Transmitió como nadie la angustia de la soledad en ‘El último tango en París’ y fue un enigmático y divinizado militar obsesionado con el horror de la guerra de Vietnam en ‘Apocalypse now’.

Pero sus trabajos se iban espaciando y, además, como ocurría con ‘Supermán’, cuando aparecía en un filme, solo lo hacía unos pocos minutos. Además su vida personal se truncó trágicamente.

En 1990 su hijo Christian fue encarcelado por haber asesinado al novio de su hermanastra Cheyenne y ésta se suicidó en 1995.

En su declive definitivo, el rostro de Brando asomó en películas que pasaban sin pena ni gloria como ‘Don Juan de Marco’ o ‘La isla del doctor Moreau’ para recluirse después en la soledad de su casa.