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De Estambul a Gaza, una flotilla contra el bloqueo

Estambul se erige como epicentro de una acción humanitaria de gran envergadura: la Flotilla de la Libertad se prepara para partir hacia Gaza, con activistas, políticos y personal médico de 30 nacionalidades, con un firme propósito: llevar ayuda a un enclave asediado por la violencia israelí.

Parte de los integrantes de la Flotilla saludan desde el ferri Akdeniz, en el puerto de Tuzla, en Estambul. (FLOTILLA DE LA LIBERTAD)

El puerto de Tuzla, en Estambul, es uno de los centros neurálgicos de la industria naval en Turquía. Situado en la parte asiática de la ciudad, a orillas del Mar de Mármara, este puerto es conocido por albergar una importante cantidad de astilleros. Entre diques secos y talleres de ingeniería naval, se encuentra atracado el ferry Akdeniz, un buque de pasajeros que forma parte la Flotilla de la Libertad que en los próximos días tiene previsto zarpar para llevar ayuda humanitaria a la población de Gaza en una misión no coordinada ni con EEUU ni Israel.

«El objetivo de la Flotilla de la Libertad es llevar la ayuda, romper el asedio ilegal de Israel a Gaza y exigir un alto el fuego inmediato», apunta en rueda de prensa Ann Wright, una ex militar estadounidense y diplomática de 77 años que lleva años participando en misiones de este tipo. A sus espaldas, portavoces de la coalición, que agrupa a entidades de EEUU, Canadá, Nueva Zelanda, Malasya, Noruega, Turquía y la española Rumbo a Gaza, entre otros.

A esta iniciativa de la sociedad civil también se ha sumado una delegación vasca, que viajará junto a centenares de activistas, observadores internacionales, defensores de los derechos humanos, personal médico, representantes políticos y periodistas, con más de 30 nacionalidades representadas.

Pero también participan representantes políticos como la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el número dos de la lista de Sumar a las elecciones europeas, Jaume Asens; y la diputada de Podemos en el Congreso español Martina Velarde, que señala a GARA que «no tendríamos que llevar a cabo esta acción si la comunidad internacional estuviese haciendo lo necesario para parar este genocidio». «No se puede a hablar de paz mientras se aumenta el gasto militar ni se rompen relaciones con Israel», agrega.

Con salón de actos, comedor, cocina una amplia bodega y cientos de camarotes a punto, el Akdeniz está prácticamente preparado para salir de Estambul, pero una acción no violenta de tal envergadura se enfrenta a presiones diplomáticas y a un contexto geopolítico marcado por la escalada entre Israel e Irán, que junto a «problemas técnicos» comprometen la fecha de salida, en teoría programada para este domingo.

El ferry Akdeniz, buque de pasajeros que forma parte la Flotilla de la Libertad. (FLOTILLA DE LA LIBERTAD)

Los antecedentes tampoco arrojan mucha luz sobre los posibles escenarios. En 2010, la Flotilla de la Libertad fue atacada por la Armada israelí en aguas internacionales y el asalto se efectuó con munición real causando diez muertos –todos ellos de nacionalidad turca– y decenas de heridos. Un año más tarde, las autoridades griegas prohibieron la salida desde sus puertos a los barcos de la segunda Flotilla. Queda por tanto saber si finalmente el Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan, cuyo partido sufrió un histórico revés en las elecciones municipales este mismo mes, permitirá que el ferry Akdeniz zarpe.

El segundo barco de pasajeros, conocido como Conscience, también se encuentra en Tuzla, sometiéndose a una revisión y preparación exhaustivas para el viaje. Mientras tanto, el carguero Anadolu zarpó la semana pasada y ahora se encuentra en el puerto turco de Iskenderún, donde se cargará con 5,500 toneladas de asistencia humanitaria, incluyendo ambulancias, arroz, harina, agua potable y medicamentos.

En una de las cabinas, trabajadores se toman un respiro, apuran un cigarrillo y finalizan la disposición de las sábanas. Junto a ellos, Huwaida Arraf, activista palestino-estadounidense, comenta a GARA que «todos hemos visto a soldados cometer crímenes horribles y transmitirlo al mundo porque simplemente creen que nadie puede hacerles rendir cuentas, lo que aumenta el riesgo para nosotros. Pero, si cedemos a eso, estaremos cediendo a la idea de que esta brutalidad desquiciada gobierna el mundo».

Tras la visita de la prensa, representantes del IHH, la ONG que coordina la iniciativa Turquía y presente en 123 países, ultiman los preparativos y cierran las puertas del ferry. El argentino Carlos Trotta, cirujano cardiovascular y miembro de Médicos sin Fronteras, es de los últimos en salir. «Los cirujanos trabajamos en zonas de guerra, y tras mi experiencia en Gaza ya no puedo olvidar, es necesario movilizarse», sentencia.