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¿Qué sabemos de Pradales? Nada Urkullu, algo Ibarretxe y muy Imaz

Hasta el pasado 25 de noviembre pocos fuera de Bizkaia conocían a Imanol Pradales. La afirmación de Andoni Ortuzar de que respondía a un «retrato robot» no mejoró su carta de presentación. Cinco meses después, se apresta a tomar la makila de lehendakari. En estos meses ha ido dibujando un perfil.

Pradales, entre Ibarretxe y Urkullu en un posado de campaña en Gernika. (EAJ-PNV)

Aunque haya encadenado tres legislaturas al frente de áreas económicas de la Diputación de Bizkaia, el nombre de Imanol Pradales que salió a la luz por sorpresa aquel 25 de noviembre como reemplazo de Iñigo Urkullu era desconocido para casi todos. Hoy ya no lo es; de hecho, se convertirá en unas semanas en el sexto lehendakari de la etapa posfranquista, lo que disparará su popularidad. Pero sí persisten múltiples dudas sobre cuál será su voluntad política, su capacidad de liderazgo desde Ajuria Enea o su grado de autonomía respecto a Sabin Etxea.

La afirmación del presidente del PNV, Andoni Ortuzar, de que el Pradales candidato era producto de un «retrato robot» previo del partido quizás intentaba ser un elogio, pero resultó demoledora. Entre otras cosas, porque para robot ya estaba Urkullu. Teniendo en cuenta que además este había sido su profesor en la ikastola de Portugalete, cundió la impresión de que Sabin Etxea solo buscaba un Urkullu más joven (les separan 14 años, Pradales nació en 1975).

¿Es realmente así? En campaña ha quedado claro que Pradales no es Urkullu bis. En lo que puede parecer más banal, el futuro lehendakari ha remarcado más de lo lógico que le gustan la fiesta, la cerveza «con alcohol» y que tiene sus multas de tráfico por velocidad, en un claro intento de marcar distancias respecto al carácter rigorista del hasta ahora mandatario de Lakua.

Lo realmente trascendente es que Pradales no muestra hasta el momento las fobias y obsesiones que han caracterizado a su antecesor contra la izquierda independentista, condicionando con ello tanto su política de pactos como su estilo general de mandato.

De la cerveza «con alcohol» a la gestión del incidente del gas pimienta, el sustituto ha marcado clara diferencia con los modos habituales de Urkullu

 

En esta línea, sobresale el modo en que el nuevo referente del PNV gestionó el incidente del ataque sufrido con un spray de gas pimienta, quitándole hierro, evitando señalamientos políticos improcedentes y esquivando la tentación de ahorrarse el debate de ETB-2. No está tan claro que Urkullu hubiera actuado igual. Tampoco que hubiera afrontado siete entrevistas en el último día de campaña con la paciencia intacta, buen humor y sin salidas de tono.

Entonces, ¿será Pradales más cercano a Ibarretxe en la faceta puramente política? Con todos sus claroscuros, este último sigue siendo a día de hoy el único lehendakari que cerró un acuerdo parlamentario con la izquierda abertzale (en la era Lizarra-Garazi) y lideró una demanda de nuevo estatus ante Madrid. De momento, aquí el futuro lehendakari esconde sus cartas y lanza mensajes ambiguos. Si bien se ha reivindicado como independentista, le ha puesto coletilla: «Con los pies en el suelo».

En las entrevistas de campaña, Imanol Pradales ha modulado claramente su discurso según a qué medio se estuviera dirigiendo. En los estatales ha remarcado que su prioridad es hacer cumplir el Estatuto, algo a estas alturas casi absurdamente básico (al final de esta legislatura habrá casi medio siglo, 49 años, de su aprobación). En los abertzales ha puesto el acento en otros pasos posteriores, citando el proceso de nuevo estatus y apuntando a que si hay acuerdo «habrá que defenderlo juntos en Madrid», lo que sí remite a la foto de Ibarretxe en el Congreso en 2005, entonces ante Zapatero.

Ha modulado su discurso (autogobierno o nuevo estatus) según a qué medio se dirigiera, pero EH Bildu le forzará a ir aclarando posición en tres meses

 

Su posición real deberá revelarse en breve. Más allá de lo que pueda decir en la investidura, EH Bildu ha avanzado que reclamará la reactivación de este debate en los tres primeros meses de legislatura. Pradales ha argumentado en campaña que el PNV tiene dos acuerdos en esta materia, uno con EH Bildu (las bases del nuevo estatus) y otro con el PSOE, pero es el primero que sabe que son incompatibles. Además de la decantación, tendrá que aclarar si toma el liderazgo en esta materia que corresponde a un lehendakari o hace como Urkullu, que se lavó las manos alegando que esto era cosa de los partidos.

En lo económico sí está cantado qué es Pradales. Y es que no tiene trayectoria política en el EBB, pero sí, y sobrada, en las carteras económicas de la Diputación de Bizkaia, donde en los últimos doce años ha llevado Desarrollo Económico e Infraestructuras, además de dirigir antes la agencia Bizkaia Talent. «¿Usted sabe qué es la empresa?», le espetó a Pello Otxandiano desde esa posición, con un punto de superioridad, en el debate de ETB-2.

Pradales comparte principios económicos con el exconsejero de Industria ahora en Repsol. Y que le gusta el dinero como a él lo reflejó el patinazo con las acciones de Sacyr

 

En campaña Imanol Pradales se ha retratado sin remilgos como un ultraliberal, reivindicando que los médicos tienen derecho a elegir entre la esfera pública y la privada; las personas, entre comprar y adquirir vivienda; las empresas, a un modelo de transición ecológica «compatible con el empleo»... Incluso ha citado el espantajo de Venezuela como su antítesis, un clásico en la retórica neoliberal. Todo esto le sitúa en la estela de un Josu Jon Imaz, de quien emanaron normas como la relajación de los controles públicos sobre la industria que salió a la luz tras el desastre de Zaldibar. Si Urkullu ha tenido estrecha relación con Petronor o Iberdrola, con Pradales no lo será menos.

Como a Imaz, tampoco hay dudas de que a Pradales le gusta el dinero. La compra de 7.200 acciones de la constructora Sacyr cuando era responsable de Desarrollo Económico de Diputación en 2015 lo delató. Él mismo lo aceptó como «un error» y lo revirtió vendiéndolas a un precio inferior.