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Denuncian la actitud de la Ertzaintza hacia una víctima de violencia machista en una comisaría

Una mujer que acudió a la comisaría de la Ertzaintza de Zabalburu, en Bilbo, no fue correctamente atendida y tuvo problemas para denunciar un posible quebrantamiento de la orden de alejamiento de su expareja, según ha dado a conocer Bizitu.

Protesta contra la violencia machista. (Jon Urbe | Foku)

Bizitu, asociación de supervivientes de la violencia machista, ha denunciado la actitud que agentes de la Ertzaintza mantuvieron cuando una mujer acudió el pasado 18 de noviembre a la comisaría de Zabalburu, en Bilbo, para denunciar un posible quebrantamiento de la orden de alejamiento de la expareja de una mujer.

Según relata Bizitu en una nota, María (nombre ficticio) quería denunciar que había desaparecido un espejo colocado en el rellano para ver si su expareja la espera y también la aparición de un teléfono móvil apagado en el mismo rellano.

«Recalcamos que el único motivo por el que nuestra compañera tiene un espejo de protección es el miedo a que su agresor, su expareja, se acerque a ella de nuevo para agredirla. Una orden de alejamiento no garantiza que los agresores no se acerquen a sus víctimas, sólo su sanción por quebrantamiento de condena», destaca Bizitu.

Según relata Bizitu, María acudió a la comisaría destacando que es víctima de violencia machista y que tiene una orden de alejamiento. «A pesar de ello el agente que le atendió mostró una gran resistencia a recoger la denuncia. La situación generada fue tan violenta que María asegura que, de no haber ido acompañada de otra miembro de Bizitu, se habría marchado sin poner la denuncia, es decir, sin ejercer su derecho como ciudadana», señala la asociación.

«Sobre el teléfono encontrado, lo primero que le dijeron fue que estaba sin batería y que en la comisaría no había ningún cargador para activarlo y averiguar si pertenecía o no a su expareja. Acto seguido, le propusieron que ella misma se llevase el teléfono a casa para tratar de cargarlo y devolvérselo después a la policía. María rehusó, ya que consideraba que había cumplido con su deber, llevarlo a comisaría y denunciar para que se investigara su procedencia. A partir de ese momento era la policía quien debía encargarse del aparato», relata Bizitu.

«Hostilidad y desprecio crecientes»

«Al ver la hostilidad y el desprecio crecientes, María, que había acudido tranquila a comisaría, empezó a ponerse nerviosa. Pero lo más indignante y preocupante vino a continuación, cuando un segundo agente que estaba cerca le preguntó: pero a ver, ¿tu ex es violento? Las dos quedaron boquiabiertas. La compañera de María respondió que, puesto que tenía una orden de alejamiento, era evidente que sí y que no se podía creer que un agente de policía hubiese hecho semejante pregunta. María ya no sabía ni qué decir. Entonces, el agente dijo que la veía muy nerviosa, que se calmase y le preguntó si necesitaba que llamasen a una ambulancia. Ella respondió que por supuesto que no, que lo que necesitaba era que cogiesen su denuncia y dejasen de cuestionarla. Por fin, lo hicieron», añade la nota de Bizitu.

Ante lo sucedido, la asociación interpuso una queja formal por el trato recibido. La respuesta de la Ertzaintza, mediante una carta, fue que se consideraba que «la actuación de todo el personal implicado fue acorde con los procedimientos establecidos».

Sin referencias al móvil

«El 22 de diciembre, un mes después de lo sucedido, María recibió la llamada habitual de su agente de referencia. Este es un servicio al que tienen derecho las víctimas de violencia de género que han interpuesto denuncia y que son reconocidas como tales: estas mujeres cuentan con una ertzaina que hace un seguimiento de su situación mediante llamadas periódicas en las que la víctima debe responder a una serie de preguntas. En esta llamada María preguntó si se sabía algo sobre el teléfono que había encontrado en su rellano. La agente de referencia dijo que no le constaba en el expediente nada acerca de un teléfono, que era la primera noticia que tenía. Nadie había incluido en el informe de seguimiento de María lo que ella había denunciado. Nadie había informado de la posibilidad de que su expareja hubiese quebrantado la orden de alejamiento», continúa Bizirik relatando los hechos.

«¿Qué es lo que ha fallado? Es la pregunta más habitual cuando una mujer que ha denunciado por violencia machista es asesinada. Se suele hablar de cúmulo de errores, de fallos en el sistema de protección. Lo sucedido con nuestra compañera es uno de esos errores. ¿Qué podría ocurrir si, en efecto, fuese su agresor quien ha entrado en su portal? ¿Y si lo que está haciendo es poner a prueba su impunidad ante el quebrantamiento de la orden de alejamiento? Esto es algo que vemos cada día: agresores condenados que aparcan el coche en la puerta del portal de la víctima, que hacen que las vecinas les vean para que se lo cuenten a ella, que dejan pequeñas señales, etc. Son formas de poner a prueba su impunidad y son, sobre todo, formas de seguir ejerciendo violencia psicológica machista sobre aquellas a quienes siguen considerando su propiedad», añade la asociación de víctimas de violencia machista.

Reclamaciones a Lakua

Bizitu solicita a la Consejería de Seguridad del Gobierno de Lakua que haga público el procedimiento al que la Ertzaintza se refiere en su carta de respuesta a la queja formal presentada y que se revise. «Exigimos saber si existen auditorías centradas en la atención a las víctimas de violencia machista y, de existir, queremos conocer tanto en qué consisten como los resultados obtenidos hasta ahora», añade.

«Las víctimas y las asociaciones que las representan deben ser siempre escuchadas», concluye.