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Centenario de ‘El moderno Sherlock Holmes’, la magia surreal y onírica de Buster Keaton

‘El moderno Sherlock Holmes’ es una de las películas más aclamadas de la historia del cine. Una cinta llena de surrealismo, magia, escenas peligrosas y efectos visuales que, un siglo después de su estreno, siguen fascinando. Fue una de las grandes obras maestras del mago Buster Keaton.

El siempre genial e impasible Buster Keaton en 'El moderno Sherlock Holmes'. (NAIZ)

El mago del celuloide Buster Keaton inició su travesía artística en los escenarios del vodevil neoyorquino a la edad de tres años, compartiendo números acrobáticos con sus progenitores y el mismísimo Houdini.

Su juventud se entrelaza con los albores del séptimo arte, una era de descubrimientos y maravillas donde la imaginación se fusionó con la técnica.

Actor, guionista y director, Keaton siempre dio sobradas muestras de su ingenio y creatividad, creando clásicos inolvidables en la década de los años 20, entre los que destaca ‘El moderno Sherlock Holmes’, una sinfonía cinematográfica que trasciende el tiempo.

En esta obra maestra, Keaton hizo posible la fantasía encarnando a un operador de cine que, al igual que Alicia hizo en el espejo, cruza al otro lado de la pantalla para cumplir su sueño, convertirse en el legendario detective Sherlock Holmes.

El filme marcó un hito en la historia del cine, fusionando el contenido onírico propio del argumento con la magia de los efectos técnicos innovadores que el propio keaton ideó.

Su maestría inspiró a generaciones futuras de cineastas como Luis Buñuel y Woody Allen –el cual le rindió homenaje con ‘La Rosa Púrpura del Cairo’– y poetas como Federico García Lorca.

Keaton cruzando al otro lado de la pantalla. NAIZ
Keaton cruzando al otro lado de la pantalla. NAIZ

La chistera de Keaton

Dentro del repertorio de trucos deslumbrantes que Keaton se sacó de su chistera, dos brillan con luz propia, recordándonos su genio innovador.

La escena en la que Sherlock Jr. entra en la película es un prodigio de ilusión cinematográfica, donde la realidad se entrelaza con la ficción en un baile hipnótico. Todavía hoy, la meticulosa planificación y ejecución de cada plano sorprende y maravilla, invitándonos a explorar nuevos mundos imaginarios.

Una de las anécdotas más conocidas del rodaje y que propició una gran secuencia, tuvo lugar cuando Keaton tuvo que rodar rodeado de leones.

En aquellos días, se filmaban dos tomas, una destinada al mercado estadounidense y la otra para el europeo.

Cuando la cámara comenzó a funcionar, de forma inesperada, uno de los leones se mostró excesivamente agresivo tras la escena del precipicio, cuando el aspirante a detective aparece de forma imprevista entre dos leones, un momento de peligro palpable que transformó la película en una experiencia visceral. Finalizada dicha toma, Keaton dijo: «Esta toma no se verá en Europa».