Natalia Arroyo se queda con el cariño de la gente, la apuesta del club y el aprendizaje
En su primera rueda de prensa tras el anuncio de su marcha, la entrenadora catalana ha subrayado que la decisión no se debe a los malos resultados de las últimas semanas, sino a cierto «desenamoramiento» que ya daba señales antes.
Dos días después de confirmar que abandonará la Real Sociedad a final de temporada, Natalia Arroyo ha ofrecido hoy a los medios su habitual comparecencia semanal. Como es lógico, ha habido poquito espacio para el encuentro que enfrentará el domingo a las txuriurdines con el Levante en una rueda de prensa monopolizada por su salida del club tras cuatro temporadas en el banquillo.
Una salida que, contra lo que alguien pudiera pensar, no se debe a los resultados que ha cosechado el equipo en los últimos tiempos, sino al desgaste que produce el tiempo. La decisión, de hecho, ya estaba encarrilada hace algún tiempo aunque ha sido recientemente cuando se ha acabado de darle forma y hacerlo público, probablemente la parte más difícil. «Venimos desde septiembre, octubre, hablando y entonces estábamos ganando más –ha explicado la entrenadora–. Luego el calendario y los fantásticos retos que ha estado abordando el primer equipo masculino, nuestros retos..., han ido aplazando el sentarnos adecuadamente y mirar hacia adelante. No es una decisión que se tome porque en el último mes no estemos ganando, ni el renovar habría sido va, ganas la Copa y sigues. Esto ma más allá. Tiene que ver con seguir dándoselo todo al club y entender que después de cuatro años hay momentos que estás más a tonterías, a algo que te está quitando energía y quizá es que hay un ligero desenamoramiento, un roce que te está haciendo estar menos en la luz, en lo positivo. Y creo que es un síntoma que notábamos las dos partes».
Reconoce que «quizá habría preferido hacerlo antes como hicimos con la renovación» pero entiende que éste también es un buen momento porque deja tiempo tanto para armar el siguiente proyecto por parte del club como para afrontar con la suficiente concentración los retos inmediatos, que pasan fundamentalmente por la final de Copa. También para pensar en su propio futuro, que ahora mismo aparece en blanco. «También tenía que tener tiempo para mentalizarme de que voy a tener que hacer una mudanza aunque no se a dónde. No tengo ahora mismo un siguiente paso, no cierro aquí porque me voy a no se dónde», ha asegurado.
No sabe a dónde pero sí con qué se va. Con el cariño de la gente, la apuesta que hizo el club por ella y el aprendizaje y la experiencia que ha acumulado en estos cuatro años. «En lo personal me quedo con el carilo de esta tierra, de esta ciudad, de su gente, cuando después de un buen resultado o uno malo sales al monte, en bici, o a pasear con el perro y siempre te juntas con gente que te dice aupa Real, ánimo Natalia... No lo había vivido hasta ahora y es una maravilla. Es un orgullo haber merecido ese apoyo. También el cariño que te da el Z7 cuando sales, es un poco tomar conciencia de que la gente está notando que estás intentando darlo todo».
En el plano «profesional, el club apuesta por mi sin que tuviera una trayectoria, no sabía qué iba a salir de esta apuesta. Con el staff aprendo lo que es el día a día, a ordenar las ideas y darles forma de lunes a sábado y competir el domingo. Estoy superagradecida a cada una de las personas que ha trabajado conmigo por la paciencia que han tenido, por la generosidad de darme sus conocimientos y una experiencia que yo no tenía. El club me ha dado todo eso, ese entorno. Un día a día con una base metodológica muy potente, que ha ordenado cosas, que me ha enseñado conceptos nuevos, que me ha hecho mirar y ordenar el fútbol de una manera diferente».
En sus últimas semanas como entrenadora de la Real, afrontará dos grandes retos, acabar la Liga de la mejor manera posible y, sobre todo, disputar una final de Copa a la que no mira ahora, sabiendo que se va, con mayor ambición «porque ya la quería ganar antes. No tiene que ver con que sea mi último partido, sino con volver a darle un trofeo al club, que encima por la dimensión del rival lo hace gigante. No es más o menos. Es una final que, afortunadamente, estamos teniendo tiempo de ir preparando aunque sabes que de aquí al 18 de mayo cambian cosas. Me encantaría que pudiéramos estar al nivel que más se pareciera a lo que siempre hemos sido, un equipo competitivo, un equipo que es capaz de soñar. Ojalá estemos muy vivas en la final, lo que más me gustaría, y ojalá la derivada de eso sea ganarla».