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Entrevista
Mario Pardo Rodríguez
Actor y delegado de la Fundación AISGE en la CAV

«De cada cuatro artistas que intentan ser profesionales solo una lo logra»

Mario Pardo Rodríguez (1944, Berga, Catalunya), actor de actualidad por la película «Cerrar los ojos», es delegado en la CAV de la Fundación AISGE, entidad estatal sin ánimo de lucro que desarrolla actividades de carácter asistencial y promocional en beneficio de artistas del medio audiovisual.

Mario Pardo Rodríguez, en la presentación del estudio en Donostia. (Jon URBE | FOKU)

Solo una minoría de las y los artistas de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa puede vivir de su profesión sin sobresaltos. El 69% de las profesionales del sector se encuentran por debajo de la línea de la pobreza y casi la mitad debe recurrir a un plan B: un segundo trabajo al margen del artístico para subsistir.

Es la principal conclusión del estudio presentado esta semana en Donostia por la Fundación AISGE, entidad estatal sin ánimo de lucro que desarrolla actividades de carácter asistencial y promocional en beneficio de artistas intérpretes del medio audiovisual. Gracias a 3.410 encuestas realizadas en 2023 a sus socias y socios, 250 de ellas en la CAV, han recabado información inédita de la situación específica de aquí.

Aunque todos los indicadores son más positivos que la media estatal, la situación sociolaboral es desalentadora. Para leer los datos, y darles vida y testimonio, charlamos con Mario Pardo Rodríguez, actor consagrado y de amplia experiencia en cine y televisión que resume su trayectoria en una palabra: «Resistencia».

Esta es la quinta edición del estudio sociolaboral de la Fundación AISGE. En la anterior, de 2016, ya que en 2020 se centraron en el impacto de la pandemia, percibieron dos actitudes entre las y los profesionales: la «melancólica» y la «reivindicativa». En 2023, sin embargo, domina la posición «melancólica». ¿Cuál es la situación anímica?

Después de muchos años de lucha, de esperanza y de querer cambiar las cosas, se consiguen las cosas muy poco a poco, y claro, los profesionales están ya muy cansados. Unos resisten heróicamente buscando otro trabajo fuera de los escenarios; otros piensan que llegará el día del gran papel de su vida y mientras tanto aguantan y aguantan; y otros, nada, no tienen esperanza de ningún tipo.

Esa desesperación aflora en problemas de salud mental.

Sí. Es un trabajo que estamos iniciando, aún no tenemos muchos datos. Es natural, esto produce un estrés. Entonces cualquier tipo de apoyo sicológico es muy bueno. La fundación AISGE en su área asistencial está atendiendo a sus socias y socios también en este sentido.

Muchas fantasearán con abandonar la profesión artística, aunque sea su pasión y su vida, al no ver otra salida.

Es una defensa. Tres de cada cuatro personas no consiguen trabajo.

Con todos estos datos, ¿qué reivindica la fundación?

Pienso que no es esta nuestra labor. Sin embargo, existen ya el área asistencial y sus ayudas. Para muchos socios es el salvoconducto para mantenerse, seguir adelante, esperando a que un día te salga un trabajo y poder bailar una jota bien alegre sobre el escenario. Antes de la llamada pandemia, la inversión de ayudas rondaba unos tres millones de euros y se atendían peticiones de unos 750 socias y socios. Hoy, lenta pero imparablemente, la escalada supera ya los cuatro millones de euros de ayudas y se han apuntado unas 2.000 familias o socios. Estamos incrustados en esta sociedad y a medida en que la sociedad va decayendo empeora también nuestra situación. Los ricos se hacen cada vez más ricos, y algunos poquitos más se hacen ricos, mientras que los pobres se hacen más pobres y hay más pobres.
 
Ahí el miedo actúa como emoción básica que impide defender los derechos.

Si tú te enfrentas al poder de una forma aislada, lo más seguro es que pierdas. Entonces, los actores individualmente no nos atrevemos a enfrentarnos a las productoras porque nunca más nos volverían a llamar. Esas reivindicaciones hay que hacerlas mediante los sindicatos y colectivamente.

 

«Lo más atractivo de la encuesta en Euskadi es el descubrimiento de que al contrario del Estado, donde los hombres ganan y trabajan más que las mujeres, aquí es todo lo contrario»



El primer estudio lo realizaron hace ya veinte años. Lamentablemente, hablan de los mismos problemas. Además, hay un retroceso del poder adquisitivo.

Si bien desde 2004 hasta ahora hemos corregido algunas cosas con respecto a la patronal y hay más ofertas de trabajo, ha sido a cambio de salarios más bajos y un aumento de la carestía de la vida.

El promedio global de ingresos al año por actividades artísticas es en la CAV de 10.100 euros. Por sectores, el doblaje supera esa cantidad (14.600, superando por poco la barrera del mileurismo), mientras los ingresos medios en el audiovisual se cifran en 10.600 euros y en el teatro se quedan en unos exiguos 8.600 euros.

Los artistas de voz viven un pelín mejor que el resto. La peor parte se lleva el teatro, y el audiovisual está en medio. No obstante, lo más atractivo de la encuesta en Euskadi ha sido el descubrimiento de que al contrario de todo el resto del Estado, donde los hombres ganan y trabajan más que las mujeres, aquí es todo lo contrario: las mujeres trabajan y ganan más. Las artistas vascas acreditan unos ingresos medios anuales de 10.390 euros por su labor artística y superan con cierta holgura los 9.490 euros de los hombres. El desempleo artístico en Euskadi afecta al doble de hombres (38%) que de mujeres (19%). Ellas trabajan 76 jornadas y ellos 63.

¿Tienen alguna hipótesis de las razones de ello?

Por ejemplo, a la presentación de nuestro informe el miércoles en Donostia solamente acudieron actrices. Solo hubo un actor que estuvo un rato y se fue. Yo pienso que esto es debido al matriarcado vasco que no es solo una palabra sino una realidad.  

 

Mario Pardo junto con Iván Arpa, coordinador del área asistencial de la Fundación AISGE, en Donostia. (Jon URBE/FOKU)



¿Han obtenido datos específicos de Nafarroa?

Solo uno: el desempleo en sentido estricto presenta porcentajes más elevados en Nafarroa que la media estatal (más del 30% respecto al 14% estatal).

 

«Uno puede contemplar el boato de los premios. La gente va súper engalanada, pero los vestidos son alquilados o prestados. El estudio nos sitúa en la realidad»



Solo el 53% de los socios y socias de AISGE en la CAV se dedican exclusivamente a un trabajo frente a las cámaras, en los escenarios o en los estudios de doblaje. El 47% restante ha de complementar sus ingresos con otras ocupaciones. De ellos, dos de cada tres, en trabajos que nada tienen que ver con el arte.

Yo destacaría un dato: de cada cuatro personas que intentan ser profesionales solo una lo consigue.

Con una exitosa trayectoria, usted sería ese uno de cada cuatro. ¿Lo percibe así?

Un poquito. Pero también he pasado mis momentos en los que no he podido vivir por mí mismo y he tenido que pedir o buscarme la vida como fuera. Resistencia. Esa es la palabra con la que definiría mi trayectoria. Resistencia y luego confianza en la fundación AISGE, que realmente está apoyando a mucha gente que no tiene derecho a prestaciones sociales y que en AISGE encuentra un salvoconducto para seguir adelante. Tenemos más de 200 actividades de formación y profesión. 141 cursos y talleres de formación y reciclaje, más de cien premios... En definitiva, es un trabajo fascinante. El agradecimiento de los compañeros que reciben ayudas no tiene palabras de lo bonito que es.

¿Qué importancia tienen estos estudios?

Como en todo el mundo, en el sector artístico hay mucho aislamiento, poco conocimiento de nuestro entorno, y uno puede contemplar el boato que hay en los premios y festivales, donde la gente va súper engalanada, pero normalmente los vestidos son alquilados o incluso prestados o pedidos. Estos estudios lo que hacen es situarnos en la realidad. Eso es fundamental para saber dónde estás tú dentro de tu entorno. Por un lado, la información es muy lamentable, pero por otro lado, es muy positivo porque nos ayuda a orientarnos y unirnos para ver por dónde podemos salir.

Alguien en la presentación nos preguntaba cómo lo podríamos solucionar. Las soluciones son más del mundo laboral, de los sindicatos y empresas. Pero yo pienso que una sociedad que está basada en la corrupción, donde el dinero que manejamos es dinero corrupto y no está avalado por ningún valor, es muy peligroso porque crea unas relaciones laborales muy perversas. Cambiando al patrón oro, con el dinero respaldado en una riqueza real, es como se podrían solucionar los problemas laborales, no solo en nuestro sector sino en todos los que están en crisis, porque ya habría más ética.