«La cuestión social está íntimamente ligada al debate de la autonomía corsa»
El Estado francés encadenará este año una serie de reformas que alterarán su Carta Magna. La evolución institucional prevista para Corsica es una de las materias que centrarán el debate constituyente. De ese proceso, que «tiene lagunas», ha hablado NAIZ con el sindicalista Cristofanu Pistorozzi.
Tras el voto favorable de la Asamblea corsa se abrió un debate sectorial en la isla. ¿Qué papel han tenido las organizaciones sindicales en esa reflexión sobre la autonomía impulsada por las instituciones corsas?
Al calor de ese proceso de debate sobre la autonomía, nuestra central sindical demandó de manera pública que quería ser tenida en cuenta por los electos de la Asamblea corsa en materia social.
Sorprende que esa cuestión no figurara desde el principio en esos grupos de reflexión.
A raíz de que hiciéramos ese llamamiento hemos tenido ocasión de participar en un fórum para hablar de las implicaciones de un estatus de autonomía en materia social. En todo caso, nosotros hemos insistido en que el estatus de residente es un pilar esencial.
Evocado en relación al acceso a la propiedad en un territorio golpeado por la especulación inmobiliaria, ¿cómo afecta ese estatus a otros derechos más propios del ámbito laboral?
Es obligado reconocer que hasta ser puesto en cuestión por las reformas del Gobierno de Emmanuel Macron, el código de trabajo que rige en el Estado francés ha sido un ejemplo a la hora de garantizar una protección efectiva de los derechos de los trabajadores. Dicho esto, la reivindicación del estatus de residente tiene todo su sentido cuando se habla de una evolución institucional, ya que garantizar ese acceso prioritario a la propiedad permitiría, de entrada, a nuestros jóvenes contar con un lugar para poder vivir en su país. Para nosotros la cuestión social está absolutamente vinculada al debate de la autonomía. La necesidad está ahí, y no se puede relegar esa urgencia de dotarnos de un estatus de residente cuando la Asamblea de Corsica votó por amplia mayoría una moción en favor de la puesta en marcha de ese mecanismo.
Sus palabras dan a entender que su sindicato acusa cierta falta de concreción, quizás también de exigencia, en ese proyecto de autonomía.
Hay evidentemente lagunas que hemos puesto sobre la mesa. Sabemos que el Gobierno francés no va a aceptar todo lo que pedimos. Nuestra impresión es que quiere limitarse a dar una respuesta menor para dar a entender que se acepta una cierta diferenciación en Corsica, por motivaciones históricas, en razón de la lengua, y otros factores. Sin embargo, nosotros pedimos a los electos que miren más allá, que vean lo que se ha hecho ya en otros territorios, porque llegamos a este proceso con mucho retraso. Hemos pedido que se mire hacia Kanaky. A ese respecto, el ministro de Interior, Gérald Darmanin, marcó bien pronto las fronteras, lo que nos deja claro que París quiere ceder, como tiene por costumbre, lo menos posible. De ahí que no nos reconozcamos en muchas cuestiones de este proceso.
«No se puede relegar la urgencia de dotarnos de un estatus de residente que preserve nuestra tierra y permita a nuestros hijos vivir en su país»
Su sindicato celebra 40 años de existencia. ¿Cómo se proyectan en el nuevo escenario? ¿Qué pueden esperar los trabajadores de esa evolución institucional en ciernes?
En clave sindical la cuestión de los marcos de negociación es fundamental. Pienso por ejemplo en las negociaciones que llevamos a cabo antes de la pandemia con la patronal Medef y con el grupo comercial Géant Casino para garantizar la aplicación universal de la prima del transporte.
¿Temen una regresión?
Tenemos un conflicto permanente con las grandes compañías. También está el veto de organizaciones sindicales estatales. No estamos dispuestos a ceder. Tenemos la legitimidad, y necesitamos dotarnos de todos los medios para defender nuestras conquistas.
París entrevé ya un recorte en las prestaciones por desempleo. Un tercio de los trabajadores de más de 55 años no encuentran empleo en Corsica. ¿Cómo responder a esa situación específica con una norma pensada a escala hexagonal?
De entrada, con una autonomía integral que vaya más allá de la adaptación de las normas hexagonales y dote de auténtica capacidad legislativa a las instituciones corsas. Es imperativo contar con esa capacidad de promulgar leyes para cambiar nuestra realidad.
La Asamblea corsa ha respaldado ya ese proceso de «autonomía dentro de la República francesa» enunciado por Emmanuel Macron, pero queda el voto en el Legislativo francés, indispensable para que la singularidad corsa se inscriba en la Constitución gala. ¿Esperan sobresaltos en esa tramitación?
Hay que estar preparados para que se planteen dificultades. De hecho, ya en el aspecto más formal hay cuestiones, como ese voto previo (en París) antes del referéndum, que no se entienden bien. Es como poner el carro delante de los caballos. Por lo demás, tenemos cuatro electos en París que trabajan con los de otras naciones, como Polinesia. Finalmente, no hay que olvidar que el proceso arrancó con un drama, la muerte en prisión de Yvan Colonna, y de una fuerte movilización en la calle. La presión social es siempre clave.