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La «crisis» de la democracia liberal que ha llevado a la «polarización» política

La sesión ‘El futuro de la democracia. ¿A dónde vamos?’ ha analizado las causas que han llevado a una mayor desconfianza hacia el modelo de democracia liberal por parte del electorado, quien ha acudido a los extremos para encontrar referentes. La Fundación Sabino Arana lo ha puesto a debate.

Silván, Arias Maldonado y González Férriz, este miércoles. (Andoni CANELLADA | FOKU)

La «polarización» de la política y la percepción de las élites por parte del electorado han sido los temas que se han tratado en el acto ‘El futuro de la democracia. ¿A dónde vamos?’, organizado por la Fundación Sabino Arana en su sede de Bilbo, que ha tenido lugar este miércoles.

Partiendo de la idea de que la democracia está «en crisis», el politólogo, escritor y catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Málaga, Manuel Arias Maldonado, y el periodista, escritor y analista político, Ramón González Férriz, han analizado el momento en que se encuentra el sistema de representación liberal hoy en día a nivel mundial, así como el papel de la política y los desafíos que hay por delante de cara a superar dicha falta de confianza. El acto ha estado presentado por la comunicadora Leire Palacios y moderado por la politóloga Eva Silván.

Cuestionados por Silván sobre qué ha llevado a la democracia liberal a estar «en crisis», Arias Maldonado ha expresado sus dudas sobre este punto, al considerar que se tiene que hablar de «percepción de crisis por parte de la población». Una percepción «más o menos justificada» según los contextos nacionales, políticos o sociales de cada sociedad. De hecho, el catedrático ha apuntado que «la democracia siempre ha estado en crisis», recordando la «violencia política» y la «polarización» de los años 60 y 70 del pasado siglo.

Por contra, González Férriz sitúa el inicio de la caída del bipartidismo en 2008, coincidiendo con el estallido de la crisis económica global. «El sistema democrático basado en la alternancia, entre distintas formas de democracia cristina y de socialdemocracia, construido en Estados Unidos, se ha roto porque las élites han dejado de hacer su trabajo. El 15M interpreta que las élites tradicionales han abandonado al pueblo, y entramos en un proceso de transición», ha indicado el periodista.

Racionalidad frente a sentimentalidad

Arias Maldonado ha añadido que los mensajes emocionales han irrumpido en la escena política, por encima de la racionalidad imperante en el pasado. Así, ha explicado que la esfera pública está «inherentemente orientada a la emocionalidad», lo que, a su vez, ha provocado una disminución en la capacidad de comunicación de un público que se ha fragmentado y polarizado. A esta etapa la ha denominado como «democracia liberal tardía».

De esta etapa, González Férriz ha destacado la «hiperpolitización» de la sociedad, que ha achacado, de nuevo, a la crisis de 2008 y los diagnósticos que se sacaron de ella. «El diagnóstico que hace nuestra generación es que no está suficientemente en política, que nos la han metido porque no estamos prestando suficiente atención. La respuesta de la izquierda dura es ‘vamos a politizarlo todo’ convirtiendo en asuntos políticos temas como el sexo, la dieta, la ropa o asuntos tradicionales», ha subrayado. Y le ha añadido que «la derecha radical responde» también, creando un debate político apartado de la racionalidad.

La «polarización» política y cotidiana, ha continuado González Férriz, ha provocado que la gente vea a los partidos como a «un equipo de fútbol». Siguiendo esta idea, Arias Maldonado ha explicado que, por ello, los militantes de los partidos están cada vez más «politizados», siendo también los más «dogmáticos». La «radicalización» de las bases, que en muchos casos son las encargadas de elegir a los líderes de sus formaciones, ha conllevado la «extremización» de los partidos.

Desafección y crisis de confianza

Ambos expertos han coincidido en que la desconfianza hacia las élites es negativa para toda la sociedad. Sin embargo, algunos partidos se han aprovechado de ella para sacar rédito político ante un electorado que no encuentra representación. González Férriz ha denominado a quienes basan su discurso en este aspecto como «élite antielitista», y ha incluido en este saco a Podemos, «que provenía de las élites académicas», pero también a Donald Trump, Marine Le Pen o Vox, «élite en algunos casos desde el siglo XVII».

Este tipo de «populismos», ha proseguido Arias Maldonado, atraen a gente que no se siente representada y que busca «redención» en torno a un líder, como una especie de «esperanza primitiva»: «El populismo es efectivo porque a través de mensajes comunicativos muy directos, muy tergiversados y muy manipulados consigue conectar con aquellos con los que no se está contando».

Como solución, González Férriz ha propuesto volver a la política de pequeña escala, ya que la «fanatización» lleva a «observar la política con cierta distancia» e impide llegar a acuerdos en temas como la monarquía o el cambio climático, pero «si discutimos sobre si hacemos peatonal una calle, estamos obligados a ponernos de acuerdo». Discutir sobre políticas cotidianas, por tanto, ofrecería una moratoria al sistema para avanzar en lo que el analista ha considerado que son «discrepancias legítimas».