Las pancartas sanfermineras, 90 años repasando la actualidad del momento en clave de humor
La Federación de Peñas de Iruñea ha recopilado en su página web un total de 861 pancartas sanfermineras que van desde 1931, con la tela de La Veleta, hasta las de este año. Son 90 años plasmando en dibujos la actualidad del momento con el humor sarcástico que les caracteriza.
La página web de la Federación de Peñas de Iruñea ofrece en uno de sus apartados un total de 861 pancartas sanfermineras que van desde 1931 hasta las de este año.
La búsqueda de las telas se puede realizar a través de años o mediante una peña concreta. En este último caso, en el listado aparecen las 16 peñas actuales, a las que se han sumado otras ya desaparecidas, pero que en algún momento exhibieron su pancarta y se ha conservado una imagen, como La Veleta, Imoztarra, La Madera o Los 13 de Tejería.
Desde el punto de vista cronológico, arranca con la pancarta de La Veleta de 1931 y en la que ya están muy presentes elementos que se repetirán en una constante, como la presencia del toro del encierro o de mozos que están disfrutando de la fiesta.
Esas primeras pancartas, conservadas aunque sea a través de la imagen, tenían un carácter de saludo a las personas que se acercaban a Iruñea para disfrutar de los sanfermines. Con el paso de los años y ya en las décadas de los 40 y 50 del pasado siglo, se fueron incorporando otros elementos y las primeras referencias a la actualidad especialmente local, aunque también abriendo el foco a otros acontecimientos destacados.
Eran años de censura franquista y había que hilar fino, de tal manera que los políticos aparecían representados mediante unos señores vestidos con frak y chistera, aunque sin que se reconociera a nadie en particular, con el pueblo representado por una famélica vaca a la que le llovía todo tipo de desgracias.
Con el final de la dictadura, las pancartas recogieron una mayor sátira social, aunque no faltaron las de denuncia simbólica de la situación que se vivía y sobre todo de la herida que iba a dejar en la ciudad los sucesos de los sanfermines del 78, que siguió muy presente en las décadas siguientes, en especial a través de la figura de Germán Rodríguez.
A partir de los 80 llegó el momento en el que se reconocía perfectamente a los personajes de las pullas de las pancartas gracias a las caricaturas realizadas por sus creadores, que consiguen condensar en unos metros de tela principalmente la actualidad de Iruñea y Nafarroa, en general, aunque no falten los temas de proyección más amplia.
Incluso han llegado a ser ellas mismas elemento de protesta. En 2010, hartas de los ataques sufridos desde el Ayuntamiento de UPN gobernado entonces por Yolanda Barcina, las peñas acordaron salir a la calle con sus pancartas pintadas en tela negra y mostrando lemas a favor de la libertad de expresión y abogando por unos sanfermines populares.
El siguiente momento excepcional tuvo que ver con el covid. En 2020 y 2021, las fiestas fueron suspendidas a causa de la pandemia, pero las peñas decidieron que, de alguna manera, los sanfermines tuvieran una continuidad en forma de pancarta adaptándose a las circunstancias. En lugar de las habituales telas, se realizaron digitalmente, con el covid-19 como inevitable protagonista.
Con el retorno de los sanfermines, las pancartas volvieron a ser ese espacio fugaz de nueve días en el que, de un golpe de vista, se condensa con humor o la seriedad que algunos temas requieren, lo sucedido en el último año.
Mediante sus dibujos y comentarios recogen de manera ingeniosa lo que pasará a los libros de historia, pero también esa intrahistoria iruindarra que despierta infinidad de recuerdos entre todas aquellas personas de la ciudad que han vivido y comentado esos acontecimientos, y que muchas veces son las únicas que llegan a captar en toda su esencia lo que representan esos dibujos cuando ya ha pasado un tiempo.
La experiencia de realizar 80 pancartas
Una de las personas que ha firmado algunas de esas creaciones es Txema Esteban, quien, con tan solo 14 años y siendo socio txiki de la Peña Rotxapea, empezó a crear pancartas y «aquí estoy, con 50 años y muy a gusto».
A lo largo de décadas, ha realizado unas 80 pancartas, ya que algunos años ha llegado a hacer hasta siete y tan solo la pandemia frenó parcialmente esa actividad, ya que los dos años de suspensión de las fiestas supuso que no pintara una tela, aunque hizo su trabajo digitalmente.
Esteban explica que el trabajo de elaboración de una pancarta arranca «prácticamente desde el momento en que acaban los sanfermines, porque nunca dejo de estar atento a las noticias locales, estatales e internacionales, que siempre voy guardando. Y voy viendo lo que sucede como un chiste simplemente o como un reflejo de una crítica de algo que no ha gustado socialmente».
Por lo tanto, va realizando un trabajo de recopilación de información «en un cuaderno en el que voy apuntando temas y de los que empiezo a hacer bocetos».
La información es muy abundante y hay que hacer la correspondiente criba, una tarea que se acomete de diferentes maneras. En este terreno, el dibujante de pancartas ha vivido «de todo, porque hay peñas que proponen temas, que marcan líneas del estilo de que sean temas del barrio, como ocurre con Rotxapea; otras con las que igual es un trabajo más conjunto y las que confían totalmente en lo que haga».
Cómo se desarrolla ese proceso es muy aleatorio, ya que «puede ir todo muy bien o ser como una asamblea de portal, con todos los jaleos que puede haber y la variedad de vecinos que suele existir». Así que «intento llevar cosas en boceto, aunque sea en bruto, más un listado de temas o de posibles chistes que he revisado para que vaya al gusto de todos».
Para hacer los bocetos, Esteban aprovecha la Semana Santa, que es «cuando empieza la ‘fiesta’». Como la fecha de esos días varía de año en año, «tengo que estar atento para que no me pille el toro cuando toca más tarde».
Por ese motivo, el creador de telas sanfemineras se marca un calendario de trabajo, «ya que las juntas de las peñas se reúnen una vez a la semana y para cuando te das cuenta, el tiempo se echa encima». El 1 de mayo es la fecha en la que «tengo que estar con las telas y recopilando el material, como pinturas y pinceles».
Cada pancarta consta de dos telas en las que se hacen los dibujos del frontal y los de la trasera. Están hechas de algodón y la pintura es al agua, lo que facilita su secado.
Una vez concluida la obra, Esteban entrega las telas a la correspondiente peña con tiempo suficiente para coser las dos partes y colocarlas en los palos. Todo tiene que estar listo para el momento de la presentación en el Día de las Peñas.
Ya solo falta que arranquen las fiestas y que las pancartas luzcan en los días sanfermineros al son de la música de las txarangas. Con el Pobre de mí, les llegará el momento de descansar y pasar a la historia, para dejar espacio a la siguiente creación. Pero no siempre es así y en alguna ocasión, esas telas han tenido un recorrido más largo de lo esperado y en un lugar tan sorprendente como los juzgados.
En esa circunstancia se ha visto Txema Esteban en dos ocasiones. La primera de ellas fue a raíz de la pancarta que realizó en 1993 para la peña Rotxapea. En un extremo de la tela aparecía el rey español Juan Carlos de Borbón montado en una vespa, marchándose a España llevando un ataúd y sacos de dinero. El autor recuerda que «estaba empezando, era muy joven y no pensé que pudiera haber delito alguno. Había muerto el conde de Barcelona y estaba todo el jaleo de que la familia real andaba yendo y viniendo por aquí».
Al final, «todo quedó en nada, porque no había delito», como sucedió años más tarde, en 2009, cuando fue acusado de «enaltecimiento del terrorismo», en un nuevo caso «con trasfondo de venganza política», señala. En la pancarta de la Peña San Fermín de ese año, «hice una referencia a un socio que estaba en la cárcel para recordarle y hubo gente que la aprovechó para promocionar su carrera política».
Esteban recuerda que «me citaron en la Audiencia Nacional como una causa de terrorismo y yo estaba alucinado. Pero una jueza de Navarra consideró que no era un tema para llevarlo a Madrid y nos tomó declaración aquí. Envió la declaración a Madrid y el juez que llevaba el caso lo dio por sobreseído».
La procesión por la tela del Muthiko
Este segundo caso tuvo lugar tan solo dos años después de que la pancarta del Muthiko Alaiak también generara revuelo en la ciudad. En la tela aparecía el entonces arzobispo de Iruñea, Fernando Sebastián, con el símbolo de Falange en el pecho y sosteniendo un crucifijo con Cristo haciendo el saludo fascista sobre huesos de republicanos. De esa manera se criticaba unas declaraciones de Sebastián en las que animaba a tener en cuenta a formaciones ultraderechistas a la hora de votar en las elecciones.
Pese a las presiones de los sectores conservadores, la pancarta salió a la calle, lo que desembocó nada menos que en una procesión de ‘desagravio’. Al día siguiente de terminar las fiestas, el 15 de julio, y con el apoyo del Ayuntamiento, que destinó personal del servicio de limpieza a despejar de cristales y suciedad el recorrido, el arzobispo se paseó por varias calles de Iruñea descalzo y portando un crucifijo.
Estos casos ponen en evidencia que lo que aparece en las pancartas tiene su trascendencia pública a niveles incluso insospechados, y por ese motivo «hacer humor con personajes políticos y con crítica social resulta complicado». Sobre todo, teniendo en cuenta que «hay gente que puede ver el dibujo como un chiste muy bueno y otra que se ofende. Lo que está claro es que nunca va a ser del gusto de todo el mundo», concluye Esteban.
Así que a pesar de su vida fugaz y de su tono sarcástico, «esos dibujos tienen su importancia, porque recogen lo que le importaba a la gente en ese momento». Algo que ha quedado al alcance de cualquier persona interesada en la página de la Federación de Peñas de Iruñea.