Alertan del riesgo que provoca tener Emergencias sin medios ni personal
El de Emergencias es un servicio esencial que en el caso de la CAV tiene una parte gestionada directamente por Osakidetza y otra subcontratada. Tanto en una como en la otra los y las trabajadoras llevan años relatando todo tipo de problemas, y el retrato general actual del sector es muy preocupante.
Los sindicatos denunciaron el miércoles la grave situación en Emergencias de Osakidetza, haciendo hincapié en lo que se está viviendo este verano, en el que frecuentemente no se están cumpliendo siquiera las mínimas condiciones requeridas. Lo hicieron en un comunicado que se suma a otros que durante años han llamado la atención sobre problemas concretos que afectan a ese servicio. El retrato general, sin embargo, es aún más alarmante que la suma de las partes, y pone de relieve la necesidad de un cambio profundo en un sector que cuenta con profesionales excelentes, tanto como laboralmente maltratados.
«El problema es estructural. Tenemos que darle una vuelta a Emergencias, lo que necesitamos es un plan estratégico definido y que se implante cuanto antes», resume a este diario Ruth Salaberria, médica de Emergencias y delegada de ESK en esta OSI, cuya estructura es compleja, con una parte gestionada directamente por Osakidetza y otra que funciona a través de subcontratas.
En concreto, Osakidetza gestiona los tres centros coordinadores, uno por provincia, y las ambulancias medicalizadas de Araba y de Bizkaia. En Gipuzkoa, de las cinco ambulancias medicalizadas que hay, dos las lleva Osakidetza, la de Oñati y la de Bidasoa, en la de Donostia la enfermera y el médico son de Osakidetza y la ambulancia y el técnico son de la subcontrata, y las de Tolosa y Elgoibar son subcontratadas.
Además, están subcontratadas todas las ambulancias sanitarizadas y las de soporte vital básico; a cargo de Ambulancias Gipuzkoa en ese herrialde, y de La Pau en Araba y en Bizkaia. En resumen, una especie de «Frankenstein», en palabras de Salaberria.
«Bajo mínimos»
Tanto en la parte subcontratada como en la gestionada por Osakidetza se han reportado problemas, y aunque las características difieren, el malestar es coincidente en la plantilla de ambas.
En Osakidetza, según expone la delegada de ESK, hay una problemática muy importante sobre todo en el tema del personal. «Desde la pandemia, nuestra actividad ha aumentado brutalmente, sin embargo, no se ha contratado a más gente, no se ha redimensionado nuestro servicio, y encima hay trabajadores que por la mala situación en la que nos tienen se han ido», concreta. Y explica que «ahora mismo estamos bajo mínimos». «Lo que está pasando en este verano –añade–, que ya lo veíamos venir, es que hay un montón de turnos que están sin cubrir».
Y claro, eso tiene un coste. Recuerda que Emergencias «es un servicio esencial, que tiene que estar cubierto al 100% 24 horas al día 365 días del año». «Nadie entiende que vayas a operarte y que te digan que el cirujano no está, pero aquí eso está pasando todos los días», lamenta, y advierte de que ha habido «múltiples incidentes». A su juicio, el equipo que rige Emergencias «no sabe gestionar esto y está tomando decisiones muy peligrosas».
Como ejemplo, menciona la decisión de enviar al médico de la ambulancia medicalizada de Oñati a Bidasoa, «priorizando a una comarca sobre otra, algo que es muy injusto y peligroso». «¿Los habitantes de Debagoiena no se merecen una ambulancia medicalizada?», se pregunta. En la misma línea, añade que «también han decidido priorizar el centro coordinador de Bizkaia frente al de Araba», de modo que muchas veces el médico de este herrialde lo llevan al otro.
Salaberria recuerda que «nosotros atendemos situaciones emergentes vitales; una parada cardiorrespiratoria, un ahogamiento, un atragantamiento, un infarto agudo de miocardio...», y la ambulancia medicalizada debe llegar cuanto antes para intentar salvar esa vida. Sin embargo, denuncia que «nos ha ocurrido llegar a más de veinte minutos a una parada cardiorrespiratoria, más de 35 en un parto, a un incendio en 40 minutos». «Eso no se puede permitir, es intolerable totalmente», concluye.
Lamenta, en este sentido, que sus demandas han caído en saco roto. El pasado miércoles los sindicatos tuvieron una reunión con el consejero de Salud, pero más allá de escuchar sus quejas, no se adoptó ningún compromiso concreto.
«El consejero de Salud, Alberto Martínez, mantuvo el miércoles una reunión con los sindicatos, que le trasladaron sus demandas, aunque, según fuentes sindicales, del encuentro no salió ningún compromiso concreto»
La delegada de ESK señala que «piensan que la problemática es cuestión de dinero», cuando no es así. «La solución que plantean es ‘haced horas extra y os pagaremos más’. Pero nosotros no queremos dinero, queremos que haya un plan estratégico, que contraten a más gente, sobre todo en los centros coordinadores», donde, explica, se hacen turnos de doce horas con quince minutos de descanso, y a veces sin descanso, porque solo hay una persona y no se puede dejar sin atender el teléfono.
Salaberria insiste en su crítica: «El equipo de gestión está escondido y dejando a las trabajadoras solas», y apunta, en otro elocuente ejemplo, que «esta noche, en el centro coordinador de Gipuzkoa solo va a haber una enfermera, cuando debería haber un médico y una enfermera. ¡Una enfermera para 700.000 personas!».
Un sector maltratado
No están mejor quienes trabajan en la parte subcontrada, en un sector «que ha sido muy maltratado históricamente», indica Jonathan Resurrección, “Resu”, delegado de LAB en La Pau y presidente del comité de empresa de la Red de transporte sanitario urgente (RTSU) en Araba. Refiere descuelgues de convenios, pagas extra adeudadas –como la de 2019– y otros problemas de calado que han provocado un cansancio muy grande en la plantilla.
Un sentimiento que corrobora Gaizka Uriarte, enfermero y delegado de UGT en La Pau, que constata que esta situación viene de lejos. «Antes estuvo Ambulancias Bizkaia, que terminó sancionada; más tarde Ambuibérica, cuya gestión también fue nefasta... Y luego llegó La Pau, al principio con buenas palabras, pero después con muy mala actitud. Además, ha ido empeorando».
Dentro de este contexto histórico, “Resu” también señala la pandemia como hito. Destaca que «fue una situación muy dura para los trabajadores: sin información, sin mascarillas en su momento, teniendo que pedir la vacuna públicamente haciendo manifestaciones, con falta de material». «Y aun así seguimos yendo a trabajar, porque este es un trabajo muy vocacional», afirma, para agregar que los años siguientes no han supuesto un alivio en sus condiciones, más bien al contrario.
De hecho, el «maltrato» laboral al que son sometidos los trabajadores, en este caso los de La Pau, ha causado, según indica el delegado de LAB, que «a día de hoy en Araba y en Bizkaia las bajas estén en torno a un 40%», lo que, a su vez, «ha provocado que haya una plantilla que no tiene experiencia. Se está tirando de gente de fuera de Euskal Herria, de gente de 18 años con el título recién sacado, y está habiendo muchos problemas». Considera la situación «muy preocupante», porque «vas a trabajar con gente sin experiencia, que no sabe qué tiene que hacer... y al final a la gente que tenemos experiencia y ganas, se nos han ido acabando».
Indica asimismo que la empresa tiene muchas denuncias por no cumplir los tiempos de descanso de los trabajadores. «Yo sé de gente que ha trabajado incluso más de 48 horas seguidas», afirma, aunque admite que «es muy difícil demostrarlo», porque «no nos pasan la información». Añade que cuando desde Inspección de Trabajo se les requiere, «ellos prefieren pagar las pequeñas multas antes que reconocer la situación existente».
Uriarte corrobora que La Pau –que también gestiona el transporte no urgente y ha recibido fuertes críticas– «tiene un montón de faltas de Inspección de Trabajo, pero les da igual», y critica que siendo mala la actitud de esa empresa, «el Departamento de Salud, que es el que tiene que controlar, pasa olímpicamente».
Explica que hay muchos recursos que no se cubren, y cita a modo de ejemplo las ambulancias de Plentzia y de Bakio, que «muchos días no las ponen, aunque les estén pagando por ello». «Y no pasa nada, se sienten impunes», lamenta.
Falta material básico
Para “Resu”, «el problema más importante es la falta que tenemos de todo». «Material básico, como gasas, compresas, material de inmovilización, parches de desfibrilar, que muchas veces hemos tenido que insistir los trabajadores por activa y por pasiva para que nos lo traigan... Todo eso quema». «En 18 años que llevo en esto –añade– nunca he ido tan a disgusto a trabajar, y gran parte de la plantilla está igual».
«Ibon Etxeberria, ex alto cargo de Salud destituido durante la pandemia por saltarse las restricciones para ir a jugar al golf, fue nombrado en abril gerente de La Pau en la CAV, algo ‘sangrante’ para una plantilla que sufre penurias»
Apunta que «cuando vas a atender a una persona lo que quieres es atenderla lo mejor que puedes, con los materiales que necesitas para hacer bien tu trabajo. Y eso no estamos pudiendo». De hecho, «ha habido momentos en los que no se podía ni echar gasolina a las ambulancias, días en los que se nos ha mandado un mensaje diciendo ‘hoy no se puede repostar’. ¿Cómo que no se puede repostar? La gente no es muy consciente de todo esto».
Critica además la «connivencia» entre la empresa y el Ejecutivo. «Se ayudan entre ellos», sostiene, y censura que «se destinan un montón de millones de nuestros impuestos se supone que para garantizar un servicio básico y esencial, y luego todo eso no repercute ni en los trabajadores, ni en lo que tiene que repercutir, que es en tener un servicio de calidad», denuncia.
Uriarte indica por su parte que «el sentimiento de los trabajadores es que hay una dejadez impresionante», y apunta que «si fuera un servicio de paquetería no pasaría nada por llegar más tarde, pero estamos hablando de urgencias vitales». Recuerda que «nosotros también vivimos aquí, tenemos familia aquí, y que no se atiendan bien las Emergencias por dejadez nos parece alucinante».