La Vuelta, último tren para salvar la temporada
Sin la presencia del podio del Tour –Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard y Remco Evenepoel–, la Vuelta 2024, que se inicia este sábado y cuenta con varias importantes novedades, puede ser el último tren para salvar la temporada en el caso de algunas estrellas del pelotón.
Por su ubicación cronológica desde 1995, la Vuelta siempre ha sido considerada como la última gran oportunidad de salvar la temporada para aquellos ciclistas que el resto del curso no han conseguido ofrecer el rendimiento esperado.
La edición de 2024 acrecienta todavía más ese carácter, dado que en la lista de participantes figuran un buen número de corredores cuyo protagonismo en lo que se lleva de ejercicio no ha estado, por unas causas u otras, a la altura de lo que ellos mismos pretendían, incluidos algunos de los máximos favoritos a ganar la carrera.
Para empezar, un Sepp Kuss (Visma) que aspira a reeditar su inesperado triunfo del año pasado, después de que no pudiese participar en el Tour al no recuperarse a tiempo de un episodio de coronavirus, circunstancia que le impidió ayudar a Vingegaard en las etapas de alta montaña, algo que echó en falta el danés.
Sin embargo, ese menor desgaste físico le permite ahora al estadounidense llegar mucho más fresco que sus rivales, amén de que dispondrá de un equipo muy potente, con la destacada presencia de Wout van Aert, Dylan van Baarle o Steven Kruijswijk.
Su principal oponente al triunfo final será Primoz Roglic (Bora). Vencedor de manera consecutiva en las ediciones de 2019, 2020 y 2021, el veterano corredor esloveno no para de encadenar desgracia tras desgracia en forma de caídas.
Estuvo en la múltiple de la Itzulia que le dejó todo el cuerpo magullado y volvió a dar con sus huesos en el suelo por partida doble en la 11ª y 12ª etapas del Tour, lo que acabó obligándole al abandono, protagonizando así su enésimo capítulo de desamor con la ronda gala.
El balcánico quiere desquitarse de tantas decepciones recuperando la sonrisa en su competición fetiche, donde ya marcó una época, aunque tanto Evenepoel como Kuss –compañero de equipo en la edición pasada– no le permitieron prolongar su reinado en los dos últimos años.
Adam Yates, el tapado
En la terna de candidatos se puede incluir también a Adam Yates (UAE), después de que el británico exhibiese en el Tour un sobresaliente estado de forma, siendo el último lanzador de Pogacar en los ataques finales del esloveno.
Caso de que llegue a la Vuelta en similar condición física, el mancuniano cuenta también a su servicio con todo un bloque de campanillas, empezando por un Joao Almeida que también podría ejercer como jefe de filas, además del prometedor Isaac del Toro, Jay Vine o Brandon McNulty.
Por detrás de estos tres favoritos, toda una pléyade de nombres dispuestos a reivindicarse como protagonistas de la carrera. Entre ellos, un Mikel Landa (T-Rex para la Vuelta) que, si mantiene el nivel mostrado en la ronda gala y sin tener que asumir el papel de escudero, puede estar peleando por la clasificación general.
Durante las tres semanas que duró la prueba siempre estuvo hasta los últimos kilómetros en el grupo de los mejores y en la Vuelta no se va a encontrar con ningún oponente que le supere claramente en la alta montaña.
Así, ha admitido que «ganar serían palabras mayores. Este año ya tengo una grande en las piernas y no sé cómo va a responder el cuerpo. Tengo un poquito ese miedo, pero bueno, si estoy como en el Tour podría ser, podría ser luchar por el maillot rojo».
«Llego con ganas, no sé muy bien cómo estoy físicamente. Después del Tour desconectas bastante, y luego cuesta coger de nuevo la tensión de la competición. Creo que, con el paso de los días, iré encontrándome mejor y espero hacer una gran vuelta», ha ampliado.
El de Murgia será jefe de filas de su equipo. «Sí que noto un poco esa presión de ser el líder y de sentir esas ganas que tiene la gente de que haga algo importante, de que me vaya bien, de que tenga ese mismo estado de forma del Tour», ha reconocido.
En cuanto a candidatos a hacerse con el triunfo, Landa considera que «la carrera se abre un poquito más. No creo que haya un favorito claro, quizás sea Roglic, que ha ganado tres Vueltas, quien tenga ese punto más de favoritismo. Luego, los demás estamos muy parejos y se abren las opciones al podio».
Otros animadores de la carrera
En esa lista se encuentran corredores como Richard Carapaz (EF), Carlos Rodríguez (Ineos), Felix Gall (Decathlon) o Giulio Ciccone (Lidl-Trek), que gozaron, en diferente medida, de cierto protagonismo en el pasado Tour.
Otros, como Enric Mas (Movistar), Ben O`Connor (Decathlon), David Gaudu (Groupama) o Jack Haig (Bahrain) –tercero en la edición de 2021– necesitan imperiosamente impulsar de nuevo su trayectoria.
Entre los nuestros, además del citado Landa, destaca un Oier Lazkano que buscará cerrar su periplo en Movistar –defenderá el maillot de Bora durante las tres próximas temporadas– con esa victoria parcial que persiguió con ahínco en el Tour.
También estarán en la línea de salida los Cofidis Ion Izaguirre y Jonathan Lastra. Especialmente importante para el primero es su presencia en esta Vuelta e intentar hacerlo bien para resarcirse de la decepción que supuso el Tour, tras tener que abandonar como consecuencia de una infección que arrastró varios días.
La presencia vasca la coparán Euskaltel Euskadi y Kern Pharma, quienes participan en calidad de invitadas, toda vez que ya lo hizo el año pasado Caja Rural, que en esta edición se ha quedado fuera.
Con los naranjas correrán Mikel Bizkarra, Jon Aberasturi, Gotzon Martín, Xabier Isasa, Txomin Juaristi y Xabier Berasategi, mientras que en la escuadra navarra lo harán Urko Berrade, Unai Iribar e Ibon Ruiz.
A ellos hay que sumar al burlatarra Óscar Rodríguez (Ineos), brillante vencedor de una etapa en la ronda ibérica de 2018 que finalizó en el puerto leonés de La Camperona.
Sin Pirineos
Por segunda vez en su historia –antes lo hizo en 1997–, la Vuelta se iniciará en tierras portuguesas con una contrarreloj individual de 12 kilómetros por las calles de Lisboa. En total, 3.301,4 kilómetros divididos en 21 etapas.
Y apuntada en rojo para la afición vasca, la 18ª, que se disputará el 5 de septiembre, jueves, y que discurrirá parcialmente por Araba, con inicio en Gasteiz y final en el Parque Natural de Izki, después de recorrer 179,3 kilómetros, con los puertos de Herrera (1ª) y Rivas de Tereso (2ª) como principales escollos.
En esta edición, no habrá jornadas pirenaicas, pero no faltarán un buen número de ascensiones. De hecho, la organización ha catalogado como ocho las etapas que son de montaña, más otras cinco de media montaña. A ello hay que sumarle cinco más que califica de «onduladas» –dos de ellas con final en alto–, dos cronometradas individuales y una sola considerada como llana.
Después de tres días por las carreteras lusas, el primer final en alto llegará ya en la cuarta etapa, con llegada en el Pico Villuercas (1ª). A partir de ahí, cinco jornadas por la geografía andaluza, no exenta de perfiles escarpados y donde el intenso calor veraniego –se prevén temperaturas superiores a los treinta grados– puede ser un factor diferenciador.
Posteriormente, traslado y primer descanso en tierras gallegas, donde no se van a encontrar un mercurio muy diferente los ciclistas. Cabeza de Manzaneda, Ancares –ya en León– y el puerto asturiano de Pajares serán los principales escollos de la segunda semana.
Tras el segundo descanso en Oviedo, afrontarán la subida a los Lagos de Covadonga, Moncalvillo –ya en Burgos– y la exigente etapa entre Villarcayo y Picón Blanco –con las fuerzas ya muy justas–, para rematar con la contrarreloj final de 26,4 en Madrid por si todavía no está claro el ganador y el podio.