Sunderland, orgullo y pertenencia que se expande hasta Euskal Herria
El equipo de fútbol de Sunderland es el mayor representante de la ciudad. Actualmente juega en Championship, segunda división inglesa, con el apoyo incondicional de su masa social comprometida que se expande hasta Euskal Herria con ‘Bilbao Black Cats’.
Es muy probable que, ser portador del único paraguas abierto en mitad de aquel aguacero, a 2º de temperatura, fuera lo que delató mi condición de turista en Sunderland.
Sea como fuere, el calor de sus habitantes impidió que me helara de frío y me olvidara de la lluvia por unas cuantas horas. Acogedora, coqueta y recogida, la ciudad se erige frente al mar, orgullosa de su pasado.
Estas tierras han resistido los ataques de romanos y vikingos, saqueos y dos guerras mundiales. Durante el siglo XIX el puerto naval de Sunderland fue uno de los referentes mundiales en la fabricación de buques mercantes de madera. Cuentan que, un tercio de los barcos del Reino Unido de la época, llegaron a fabricarse aquí. También destacaron en la extracción del carbón de sus minas e influyeron en las primeras construcciones del ferrocarril en la isla.
Para conocer cómo fue el declive industrial de la zona, recomendamos la película ‘Billy Elliot’, basada en la época de las luchas y reivindicaciones mineras ante las medidas inquisidoras de Margaret Thatcher.
Hoy en día sus habitantes viven, mayormente, de las industrias electrónica y química, así como de la fabricación de coches para la Nissan.
A sus simpáticos ciudadanos se les conoce como Mackems, que deriva de su propio dialecto y quiere decir ‘Make them’ (los hacemos), en referencia a la época naval, cuando la gente local construía los barcos (mackem) y luego los entregaban (tackem).
Se fueron los romanos y los vikingos, cerraron las fábricas, los astilleros y las minas, cambiaron las modas…, pero hay un emblema de la metrópoli que sigue resistiendo el paso del tiempo, el Sunderland Association Football Club.
El SAFC fue fundado en 1879 en una reunión de profesores. El club, que permaneció 68 años consecutivos en primera división, llegó a coronarse campeón de liga hasta en seis ocasiones.
El último gran título del legendario club data de 1973 cuando, siendo equipo de 2º división, derrotó por 1-0 al todopoderoso Dirty Leeds en la final de la FA Cup
El último gran título del legendario club data de 1973 cuando, siendo equipo de 2º división, derrotó por 1-0 al todopoderoso Dirty Leeds en la final de la FA Cup de la mano del mítico entrenador Bob Stokoe. Las fotos de semejante hazaña todavía adornan, orgullosas, pubs y locales.
‘Bilbao Black Cats’
De la mano de Lee, miembro de la peña ‘Bilbao Black Cats’ (grupo de hinchas del Sunderland con sede en la capital vizcaina), también pude conocer el actual estadio ‘Stadium Of Light’, que sustituye, desde 1997, al legendario y centenario Roker Park.
Este inquieto grupo de aficionados suele organizar quedadas para ver los partidos, salidas culturales y, este año, han organizado por primera vez la Weba CUP, un torneo de fútbol entre equipos de Bizkaia (el año que viene esperan que participen ingleses también), para fomentar e impulsar y mejorar el uso del inglés.
Otra de las labores importantes que están haciendo desde esta peña, es llevar adelante una investigación histórica que ha llegado a la conclusión de que, la camiseta del Athletic Club tiene su origen en la del Sunderland (rayas verticales rojas y blancas con pantalón negro), y no en la del Southampton como se cree. De hecho, hay un artículo del ‘Sunderland Daily Echo’ que habla de un amistoso en 1889, en Bilbo, entre marinos ingleses, veremos en qué queda.
Stadium of Light
No tuve la suerte de ver un partido in situ y disfrutar del ‘the hot bed’ del fútbol inglés, que es como los comentaristas deportivos llaman al Newcastle y Sunderland por su pasión. Aún así me sentí la persona más afortunada del mundo por tener el privilegio de que, el bueno de Chris Waters, responsable del club de hacer de enlace entre club y afición, se acercara a enseñarme el estadio un domingo por la tarde.
Cuando cruzas el icónico puente Wearmouth Bridge y vas llegando al Stadium of Light, te empiezas a dar cuenta de lo grande de esta entidad, cuyo complejo tiene capacidad para 48.700 espectadores, y la urbe no abarca más de 180.000 habitantes, esto supone que casi el cuarto de la población tiene sitio en el estadio.
Por fuera, destacan tres construcciones, por un lado está la deportiva y epicentro de todo, contiguo se encuentran las oficinas, custodiadas por un gran gato negro, (Black Cats es el apodo del equipo, con diferentes teorías sobre su origen, en el año 2000 fue el apodo elegido por votación popular entre los hinchas). Pero la joya de la corona, es, sin duda alguna, el mega edificio que corresponde al trabajo de la fundación del club, que cuenta con 150 personas empleadas, y tiene impacto sobre más de 20.000 en Sunderland, South Tyneside y el condado de Durham. Una prueba más de lo importante de la comunidad para el equipo y viceversa.
Dentro del recinto, Chris señalaba que para la actual temporada iban a introducir una ‘safe standing’ (grada de pie) de 3.000 localidades, para intentar impulsar el ambiente los días de partido, y volver al lugar que les corresponde en la Premier League. A parte de lo obvio, del mimo y el cuidado con el que lucen gradas y sus sillas rojiblancas, es por dentro de la estructura, donde se desarrollan dos proyectos pioneros.
Salas de visualización sensorial
Pioneros a nivel mundial, La Nathan Shippey Sensory Room es una sala de visualización sensorial en el Stadium of Light que lleva en marcha desde 2015. Diseñada por Peter y Kate Shippey, innovaron el concepto de salas de visualización sensorial en estadios deportivos, después de inspirarse en su hijo, Nathan, que quería ver fútbol en vivo.
Como muchos otros, Nathan tiene autismo y, como consecuencia, le molestan el ruido y las multitudes, por lo que necesitaba un entorno apropiado para él.
Tras el éxito de la Sala Sensorial, Nathan Shippey y debido a la demanda popular, se instaló una segunda sala sensorial en el Estadio de la Luz que proporciona cinco lugares más para los aficionados y cinco asistentes personales. Las entradas para la sala sensorial del Sunderland AFC se pueden comprar partido por partido directamente en la taquilla.
Con este tipo de proyectos nos muestran una vez más, la importancia que tiene para la entidad el que todo el mundo pueda formar parte de ella.
Otro lugar imprescindible para visitar en la ciudad es otra obra maestra y pionera en el mundo del fútbol. The Fans Museum, se encuentra ubicado en un edificio mágico, una antigua estación de tren, construida en 1848, que pasó a ser un museo ferroviario para después de una restauración minuciosa inaugurarla como museo en 2019.
Dirigido por Michael Ganley restaurador de profesión, nos enseñó parte de su gran colección de camisetas, que van desde Maradona y Pelé, a todo lo coleccionable del Sunderland. El edificio, del que es dueño, fue restaurado por él, con un objetivo claro: que todos los hinchas puedan disfrutar de él, de una manera libre y gratuita.
Dentro de sus innumerables iniciativas, está la de ofrecer un espacio a personas con enfermedad mental. Una de ellas, se desarrolla a través de un equipo de fútbol cuyos miembros tuve la suerte de conocer, y que, a lo largo de 2024, acudirán a Bilbo a jugar un partido amistoso contra otro equipo de la Fundación Athletic.
Dos descensos consecutivos
El carácter combativo pero abierto de los habitantes de wearside, viene heredado de las largas horas en la mina, de la pelea por los derechos laborales y su constante lucha por salir adelante, como en la época de Thatcher hundió esta urbe, a base de desempleo y represión, entre otras.
Como no iba a ser de otra manera, el equipo, que es el mayor representante de la ciudad, también ha caído en desgracia durante los últimos años con dos descensos consecutivos hasta recalar en la 3º división. Cuatro añitos pasó en el “infierno” hasta lograr ascender a segunda.
El drama de este enorme club, con una masa social comprometida, que llenaba el estadio cada 15 días aún estando en Championship, no podía ser el mejor guion para hacer un documental.
Con la idea de narrar el ascenso del equipo tras bajar por primera vez, varios productores audiovisuales decidieron crear la serie documental ‘Sunderland Till I die’ (Sunderland hasta la muerte), que relata desde dentro y sin filtros edulcorados, el fracaso y el infierno vivido por sus jugadores, técnicos, directivos, trabajadores del club, y por supuesto, sus fans.
Uno de los aficionados más carismáticos que sale en escena es Peter Farrer, taxista de oficio y abiertamente de izquierdas, habla sin tapujos de cómo se vive día a día la decadencia del mayor símbolo de su ciudad. La repercusión del filme a nivel mundial se puede resumir en la llamada del presidente de River Plate a Peter para interesarse acerca de la situación del Sunderland y charlar sobre fútbol.
Quizás la señal inequívoca de la trascendencia de esta obra haya sido la futura creación de un estudio de cine en la ciudad que dará empleo a más de 8.000 personas.
Abrumado, termino mi jornada exhausto, refugiándome de la lluvia en un karaoke repleto de gente sin complejos, alegres y abiertos, como los habitantes de Sunderland. No tengo sitio para tanto cariño en la maleta, pero como dice Lee «así es la ciudad, su club y su gente».