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La muerte de Jon Urzelai hace 50 años, un relato trampeado

Hace 50 años Jon Urzelai caía abatido en una emboscada en Zorrotza. Su muerte fue la venganza por las lesiones de un agente de la Guardia Civil, en un tiroteo con un miembro de ETA. La versión moderna imputó a Urzelai la muerte del agente. Testigos, archivos policiales y judiciales lo rechazan.

Jon Urzelai, muerto hace ahora 50 años en una emboscada en Bilbo. (Euskal Memoria Fondoa)

Cuando Jon Urzelai falleció contaba con 26 años. Había nacido en Arano en 1948 y su familia se trasladó posteriormente a Ataun. Tras estudiar en la escuela nacional y en los sacramentinos de Tolosa, compaginó el futbol -fue portero del Ilintxa de Legazpi- con el trabajo, ya con 17 años, en Seat de Beasain.

Urzelai, a la izquierda de pie con sus compañeros del Ilintxa. (Euskal Memoria Fondoa)

Más tarde, en Forjas de Bernedo hasta su cierre, lo que le llevó a ganarse la vida en tareas forestales durante medio año, situación que aprovechó para, en clases nocturnas, estudiar electricidad en la Escuela Profesional del Goierri. Cuando su familia se trasladó a Beasain entró en la fábrica Estanda.

Después de realizar el servicio militar en Ceuta, y tras haber tenido algún susto con la Guardia Civil cuando llevaba en la moto propaganda de ETA, Urzelai encontró trabajo en una empresa de Andoain. En marzo de 1973, la Guardia Civil y la Brigada Político Social practicaron decenas de detenciones, la mayoría en Gipuzkoa, donde buscaban a Eustakio Mendizabal, Txikia. Entre los detenidos, varios militantes de comandos de ETA, uno de ellos el que había participado en el secuestro del industrial franquista Felipe Huarte. El propio Txikia logró escapar con suerte en un control en Zumarraga, echándose al monte Irimo. Un mes más tarde falleció en una emboscada en Algorta.

En una de esas redadas fueron detenidos varios miembros de una cuadrilla, entre ellos Urzelai y Bixente Apalategi. Conducido al cuartel donostiarra de El Antiguo, la Guardia Civil encontró una pistola en su taquilla de la empresa de Andoain. Fue torturado en una sala especial que haría tristemente famosa a la Comandancia 551, conocida como ‘La carpintería’.

Trasladados a Martutene, Bixente Apalategi fue condenado a 24 años de prisión. Jon tenía otros planes antes de llegar a juicio. El primero, en septiembre de ese año, falló. La Policía desbarató un intento de fuga de la prisión de Martutene. El segundo, un año después, se saldó con éxito.

Barandiaran y la fuga

Con una enfermedad nefrítica crónica, Urzelai consiguió que le trasladaran al Hospital de Donostia, un 28 de junio de 1974. Entre tanto, recibió la visita de Joxemiel Barandiaran, que le habló de Adur, un personaje mitológico vasco ligado con Amalurra. Desde entonces, Urzelai adoptaría el sobrenombre de Adur entre sus compañeros.

Y la fuga fue preparada en pocos días. Custodiado por dos policías armados –uno en su habitación, la número 426, y el otro en la puerta–, los miembros del que llamaron ‘comando Jon Goikoetxea’ (en recuerdo a un militante tiroteado por la Guardia Civil dos años antes en Elizondo), aprovecharon la hora de visitas.

Sin embargo, los dos policías estaban en el interior de la habitación, junto a numerosos familiares que visitaban a los cuatro enfermos que albergaba el cuarto. Improvisaron y los cuatro militantes (Josu Apalategi, Mariano Ibarguren, Andoni Campillo y Bixente Gurrutxaga) entraron en la habitación, desarmaron a los policías, rápidamente sacaron al preso y, corriendo por los pasillos, lograron salir al parking sin percances.

Cuatro militantes entraron en la habitación del hospital, desarmaron a los policías y sacaron al preso sin percances

 

En el exterior les esperaba, al volante del vehículo para la huida, Félix Egia. Alcanzaron en el mismo Donostia la casa de seguridad, donde Urzelai estuvo varios días escondido, para trasladarse posteriormente a Bilbo. La Guardia Civil, reforzó la muga, esperando que huyese a Ipar Euskal Herria.

La fuga apenas concitó unas líneas en la prensa franquista, entonces centrada en la terrible tragedia de la empresa de Unión de Explosivos Río Tinto de Galdakao, donde un accidente laboral provocado por la deflagración de una fuga de éter originó la muerte de 22 trabajadores y heridas a más de 30. Durante esos días, asimismo, el dictador Franco, que contaba 81 años, era ingresado en un hospital con su mismo nombre, en Madrid, aquejado de flebitis. Así que el habitual currículo mediático se quedó en un sencillo «Juan José Urcelay, militante no liberado de ETA, acusado de tenencia ilícita de armas».

Urzelai permaneció en Bilbo, uniéndose a sus compañeros de militancia, sin superar su afección nefrítica. Había rechazado la propuesta de la dirección que le había animado a huir a Ipar Euskal Herria para tratarse su enfermedad. En Gipuzkoa, mientras, la Policía hería de gravedad a dos jóvenes que escaparon de un control. Uno de ellos, José Antonio Garmendia, recibiría el tiro de gracia.

El 2 de setiembre, un comando de ETA, compuesto por el propio Urzelai, Andoni Campillo, Bixente Gurrutxaga, Xanti Zapirain y Félix Egia, asaltaba la fábrica Tubacex de Laudio, llevándose nueve millones de pesetas. Tres de los componentes del comando habían participado en la fuga del hospital. Días más tarde, en la muga del Bidasoa, Bixente Gurrutxaga fue detenido por la Guardia Civil cuando esperaba, junto a otros compañeros, a una embarcación que llegaba desde Lapurdi. El resto consiguió huir.

El «interrogatorio» a Bixente Gurrutxaga desencadenó la operación contra la infraestructura de ETA en Bizkaia que derivaría en su muerte

 

El «interrogatorio» al detenido desencadenó una intensa operación policial en Bilbo contra la infraestructura de ETA en Bizkaia. El día 11, por la mañana, comenzaron a instalar controles en los accesos a Bilbo y en los barrios periféricos y la Guardia Civil registró varias viviendas. La primera, a las doce del mediodía, fue la sexta planta del número 59 de la calle Areilza. Allí fue detenida una joven estudiante, Isabel González Katarain. Mientras, la Guardia Civil se quedó esperando en el interior de la casa.

Hacia la una y media llegaron a la casa dos jóvenes. Uno de ellos, José Antonio Insausti, fue detenido en el lugar, mientras que el segundo huyó escaleras abajo. Perseguido por guardias civiles, aunque resultó herido de bala en el bíceps, giró y disparó escaleras arriba. Un agente cayó herido, muriendo cuatro días después.

Al mediodía, en dos lugares diferentes, las fuerzas policiales detuvieron a la pareja Ester Aizpuru y Javi Etxebarria. El resto de militantes desplazados a Bilbo tenían una casa habitual en la que se refugiaban los liberados. Vivían en ella los cinco de Tubacex, junto a Dolores González Katarain, Yoyes, en la calle Astillero (Untziola) de Zorrotza, a nombre de la recién detenida Ester. Por la mañana, Jon, acompañado de Yoyes, había estado en el médico para tratarse de su enfermedad. Tras la comida, Egia y Yoyes marcharon hacia la calle Areilza. Yoyes conocía la presencia de su hermana en el lugar.

Al salir, notaron presencia extraña en las inmediaciones, hecho que también captaron Urzelai y Campillo. Zapirain y Gurrutxaga lo habían abandonado días atrás, siendo detenido este último, como ha sido relatado, en el cruce del Bidasoa. Cuando Yoyes y Egia retornaron al piso de Zorrotza, después de que comprobaran efectivamente la operación policial en Areilza, distinguieron que la vivienda estaba rodeada por la Guardia Civil. Y huyeron.

Los agentes habían ejecutado a Jon en el descansillo del piso, mientras Andoni Campillo logró huir. Todos los indicios apuntan que ambos salieron al exterior para comprobar si la casa estaba rodeada y al no sentir nada especial, retornaron, y les estaban esperando. Los registros de ambos pisos se habían producido con agentes de paisano, incluido la emboscada de Astillero.

Dolores González y Félix Egia se refugiaron en un piso de Algorta durante diez días, hasta que se unieron a otros huidos en Donostia. Poco más tarde, un grupo más numeroso, entre ellos Andoni Campillo, cruzó la muga hacia Ipar Euskal Herria. Un año después, en una emboscada similar, Andoni fue muerto por la policía en Barcelona. Unas semanas después, los presos vascos en Segovia enviaban una carta a la familia de Jon: «Nos hemos sentido orgullosos de ser compañeros suyos». Años más tarde, amigos de Jon pusieron el nombre de Adur a sus hijos en recuerdo.

El relato fue transformado años después, pero Urzelai nunca estuvo en el piso de la calle Areilza donde murió el guardia civil

 

Las dos primeras versiones oficiales fueron levemente contradictorias (Urzelai y Campillo estaban en el interior de la casa o volvían del exterior), pero coincidían en que no situaron a Jon Urzelai en los dos escenarios de Bilbo: al mediodía en la calle Areilza y por la tarde en la vivienda de Zorrotza. Años más tarde, en cambio, el relato fue transformado. Sin embargo, Jon Urzelai nunca estuvo en el piso de Areilza y únicamente había pasado por el de Zorrotza.

La noticia del operativo policial, en la prensa de la época.

En marzo de 1975, el juzgado militar de Bilbao, con el apoyo de testimonios policiales e informes balísticos, procesó a otro miembro de ETA como autor de los disparos que acabaron con la vida del guardia civil.

La pistola incautada a Jon Urzelai no coincidía con la de los hechos de la mañana de aquel día. El relato de Covite y otros de parte, sirvieron, sin embargo, para mantener una versión que ni siquiera hoy en día sustentan los archivos policiales, ni entonces las diligencias judiciales.

En los retratos municipales del Gobierno de Lakua, Jon Urzelai aparece brevemente citado en el caso del agente muerto, tanto en el trabajo de Portugalete como en el de Bilbo: «En el operativo policial muere también un miembro de ETA, Juan José Urzelai Imaz». Ni siquiera como «pendiente de investigación», expresión habitual en otros casos. Aburto dio por buena una falsedad.

El alcalde de Bilbo, en el acto de entrega de los retratos municipales por parte del lehendakari Urkullu. (Irekia)