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Electroshock a la España machista

TARDES DE SOLEDAD
Estado Español, 2024. 125 minutos. Dirección: Albert Serra. Guion: Albert Serra.

Fotograma de ‘Tardes de soledad’. (ZINEMALDIA)

Albert Serra pone a toro y a torero delante del capote. El torero, un Andrés Roca Rey de pocas palabras y mirada ida, es amortajado dentro de un inhabitable calcetín de oro y borlas. El Rey solo existe antes o después de las corridas, dopado por la adrenalina y por el pánico, adulado hasta el ridículo por sus secuaces. Dentro de la palestra su cuerpo es terso, su mirada simiesca; parece un bailarín de noh.

El documental de Serra reconoce a un verdugo sin justificarlo, es anti-humanista. En el espectáculo no hay belleza sino poder, uno que deberíamos haber erradicado tiempo atrás. ‘Tardes de soledad’ encuadra sin pudor los regueros de sangre y músculo que salpican del cuerpo del animal moribundo. Desde el ‘Guernica’ de Picasso, pasando por el ojo de Buñuel, hasta el día de hoy.

Los asesinatos se suceden encuadrados con la frialdad pausada de quien toma una radiografía, escrita de una violencia que satura los cuerpos de blanco y hace vibrar los bordes del teleobjetivo. Ahora los ojos, luego las patas, de torso arriba o en ligero picado… Toro y torero se pintan sobre el fondo arenoso de un Tàpies. ¿Podremos relajarnos en su abstracción, aburrirnos incluso? ¿Acaso debía el espectáculo entretenernos un rato?

Albert Serra se mantiene a una distancia prudencial, esteta, pero sí trabaja con aquello que la pintura no pudo: el sonido. Aun fuera de plano, los insultos de la comitiva al animal herido son perfectamente audibles: lo llaman ‘puta’. La España de los toros no termina en el ruedo.