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Embriagado de impunidad, Israel está llevando a la región a un precipicio

En Líbano, Israel ya no parece librar una guerra solo para hacer regresar al norte a su población desplazada, ni siquiera para asegurar su frontera: según admite el propio primer ministro, Benjamin Netanyahu. El Estado hebreo pretende remodelar la región y acabar con todo el «eje de resistencia».

Una mujer llora la muerte de un familiar. (Alexandra HENRY)

Más de quince días después del comienzo de la ofensiva terrestre israelí, sigue siendo difícil saber qué es lo que está ocurriendo en el sur de Líbano. El terreno es inaccesible –bloqueado por Hizbulah y sometido a un metódico bombardeo israelí–.

Una cosa es cierta: el Partido de Dios, debilitado y decapitado, no parece ceder terreno por el momento. Más bien al contrario: además de tender emboscadas a los soldados israelíes, Hizbulah advierte, en árabe y hebreo, a los habitantes de Haifa y de otras ciudades del norte de Israel – hasta el lago Tiberíades– que evacúen sus casas cercanas a instalaciones militares.

Una advertencia similar a las emitidas en árabe a diario por el portavoz del Ejército israelí, Avichai Adraee, quien, en Gaza como en Líbano, aterroriza a la población día y noche con  órdenes de evacuación.

Mientras Israel prepara su respuesta a la salva de misiles procedentes de Irán,  la región contiene la respiración.

Esta guerra regional, que nadie excepto Israel deseaba, se está convirtiendo en una realidad. Aunque Líbano ya se ha derrumbado  ­– 2.000 muertos, 1,5 millones de desplazados y una población sometida a bombardeos masivos e indiscriminados–, los objetivos bélicos de Israel van ahora mucho más allá. La vieja estrategia del «cambio de régimen», tan apreciada por EEUU a pesar de su probada ineficacia histórica, está de vuelta, con un nuevo jefe de proyecto.

La política de tierra quemada en Líbano

El objetivo oficial de la Operación «Flechas del Norte», de Israel en Líbano era devolver a sus hogares a los ciudadanos del norte del Estado hebreo y asegurar la frontera entre ambos países.
Ahora, Netanyahu amenaza a Líbano con «destrucción y sufrimiento como los que estamos viendo en Gaza» si el pueblo de la Tierra de los Cedros no se «libera» de Hizbulah. En otras palabras, guerra civil, o una política de tierra quemada como en Gaza.

Un experto del partido chií, bajo condición de anonimato, explica: «Desde el 8 de octubre, Hizbulah se contentaba con un frente de apoyo y no con un frente abierto. A pesar de que Israel ha violado todas las líneas rojas, Nasrallah intentó reiteradamente restablecer las “reglas de enfrentamiento” . Los israelíes lo analizaron, lo vieron como un signo de debilidad y aprovecharon la oportunidad. Aunque conserve sus capacidades operativas, Hizbulah ha recibido un golpe enorme y está debilitada hasta un punto difícil de imaginar».

Karim el-Mufti, investigador franco-libanés, coincide: «En realidad, los israelíes han estado trabajando muy activamente en el dossier de Hizbulah desde su debacle en la guerra de 2006, que sus confiados líderes nunca vieron venir».

Mientras que el Partido de Dios mantiene, de momento, sus líneas a lo largo de la frontera, los israelíes extienden poco a poco sus ataques a todo el país. Como resultado, el objetivo ya no es solo Dahieh, el suburbio del sur de Beirut, sino toda la capital, así como regiones que antes no se veían afectadas. Muchos libaneses temen que un estancamiento israelí en la frontera provoque un derramamiento de sangre en el resto del país, con los civiles como objetivo directo.

«Por mi experiencia, puedo decir que los daños colaterales no pueden llevarse a cabo sin aprobación política. Siempre son los poderes los que determinan las proporciones aceptables, y si el Ejército israelí ya no respeta nada es porque el propio Netanyahu ha abierto todas las compuertas», señala el exoficial francés Guillaume Ancel, que añade que en Gaza, como en Líbano, «estos daños colaterales se están volviendo tan importantes que uno se pregunta si estos civiles no se han convertido en el objetivo principal».

 

Netanyahu amenaza a Líbano con «destrucción y sufrimiento como en Gaza» si no se «libera» de Hizbulah. En otras palabras, guerra civil, o una política de tierra quemada como en la Franja

 

Embriagados de impunidad, los israelíes ya no parecen respetar a nada ni a nadie. El 30 de septiembre pidieron a la Finul que desplazara sus tropas cinco kilómetros al norte de la Línea Azul, pero la agencia de la ONU se negó. Desde entonces, las fuerzas de mantenimiento de la paz han sido objeto de disparos israelíes, y varios de sus miembros han resultado heridos en ataques considerados «deliberados».

Esta dinámica ha provocado una protesta internacional, pero a Netanyahu no parece importarle, como explica en X el investigador libanés Joseph Bahout: «Además de servir de castigo a la ONU, a la que Israel percibe como hostil, el objetivo es cambiar por completo la ecuación de seguridad sobre el terreno, y en particular la Resolución 1.701 en vigor».

¿Y sustituirla por qué? Una nueva resolución será difícil de aplicar, y probablemente será bloqueada por un veto ruso o chino. En cambio, una zona tampón de seguridad dependerá del éxito de una invasión y de la capacidad de Israel para mantener este territorio ocupado», añade.

La «duplicidad estadounidense»

El clamor por lo que se considera un «crimen de guerra» según el derecho internacional ha avergonzado a EEUU.  
Amos Hochtein, enviado especial de Joe Biden, calificó de «inaceptables» los disparos contra la Finul e insiste en que Washington trabaja «incansablemente» por un alto el fuego para «poner fin a los bombardeos» sobre Líbano.

Al pedir a los países aliados que impongan un embargo a las entregas de armas a Israel, el presidente francés, Emmanuel Macron apuntó directamente a su socio estadounidense, al que no dudó en acusar de duplicidad.

Según diversas fuentes, Francia, que ha mantenido un canal abierto con Hizbulah se tomó el magnicidio de Nasrallah por los israelíes como «una traición», dando credibilidad a las informaciones que apuntan a que el líder del Partido de Dios acababa de aceptar la propuesta franco-estadounidense de alto el fuego.

«La lógica de Biden es casi patética. Un padre que se queja de que su hijo ignora sus consejos y hace lo que le da la gana. Cuando se le pregunta “qué haces al respecto”, le sube la paga», declara el exministro libanés Ghassan Salame al diario “L'Orient-Le Jour”. El reciente acercamiento irano-saudí, auspiciado por Pekín, ha enfrentado a EEUU a una realidad que antes no quería ver: potencias emergentes rivales consiguen  progresivamente extender su influencia en Oriente Medio. Siendo Israel el aliado por excelencia de la región, los estadounidenses parecen seducidos por esta idea de «cambio de régimen» que Netanyahu parece decidido a llevar hasta el final.

La supervivencia de Irán está en juego

En el estado actual, solo hay dos cosas que podrían frenar temporalmente el contagio regional: que el eje de resistencia aseste golpes muy duros a Israel, lo cual restauraría su poder de disuasión, o una presión internacional significativa.

Dado que ninguno de estos escenarios parece plausible por el momento, solo cabe esperar que Netanyahu continúe con su huida hacia delante.

«La diplomacia estadounidense está completamente congelada por la proximidad de las elecciones, y su administración es prisionera de Netanyahu, que tiene vía libre para imponer su ley», afirma una fuente de los círculos diplomáticos europeos en Líbano.

«La ventana de oportunidad antes de las presidenciales de EEUU va a ser excepcionalmente violenta», pronostica Karim el-Mufti. «Si no tienen garantías de que Harris o Trump les dejen golpear a Irán después de su investidura, los israelíes podrían hacerlo antes de estas elecciones».

En una posición de fuerza, si sus aliados no le obligan a renunciar a sus ambiciones regionales –poco probable pero aún posible–, Israel tendría de este modo dos posibles vías de acción: podría intentar decapitar la cadena de mando del «Eje» atacando directamente a Irán, o podría permitir que la República Islámica sobreviviera, a cambio del sacrificio de sus apoderados regionales, encabezados por Hizbulah.

El caos o el caos.