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Oakland llora la pérdida de los equipos de las grandes ligas estadounidenses

La ciudad de Oakland históricamente ha sido una buena plaza para situar equipos deportivos profesionales, gracias a la fidelidad de la afición. El espíritu del deporte norteamericano cambia con rapidez y recién acabada la temporada de béisbol, Oakland se ha despedido de sus queridos Athletics.

Un aficionado de Oakland A's llora frente al jugador Dallas Braden antes de comenzar el partido contra Seattle Mariners. (Christopher MAST | AFP)

El despiadado sistema del deporte profesional de los Estados Unidos, con dueños multimillonarios que solo buscan rentabilidad, considera a la ciudad californiana un “mercado pequeño” ante otros emergentes como Las Vegas. En cinco años, se han ido de allí los Golden State Warriors, los Rangers y, a partir de la siguiente temporada, los Athletics de béisbol.

Situada en la costa californiana, justo enfrente de San Francisco, la ciudad de Oakland es uno de los puertos más activos de la Costa Oeste de los Estados Unidos, una localidad conocida por su diversidad, su tolerancia y sus ideas abiertas. Una fuerte identidad que la gente de allí defiende con orgullo. Es por ello que históricamente ha sido una buena plaza para situar equipos deportivos profesionales, gracias a la fidelidad de la afición, que supone una ventaja frente a ciudades más grandes pero menos comprometidas. Sin embargo, el espíritu del deporte profesional norteamericano cambia con rapidez, sin sitio para el romanticismo, y no ha tenido piedad con Oakland que, recién acabada la temporada de béisbol, se ha despedido de sus queridos Athletics, o A’s, y se queda sin franquicias de las grandes ligas.

La MLB de béisbol, la NFL de fútbol americano, la NHL de hockey hielo y la NBA de baloncesto, todas masculinas, son las cuatro grandes ligas, poderosas competiciones organizadas en franquicias que son desde hace décadas parte del ‘American Way of Life’, con espectaculares audiencias y una inmensa fortaleza económica. Ser sede de una franquicia en alguna de esas ligas supone un impulso social y económico para cualquier ciudad.

Pues bien, en los años 1970, Oakland llegó a formar parte del reducido grupo de ciudades que tenía una franquicia en todas las grandes ligas, cuatro en total, aunque la aventura de los California Golden Seals de hockey duró pocos años. Así, en las últimas décadas, tres equipos históricos han paseado el nombre de la ciudad por todo el país y han ganado importantes títulos, para alegría de su entregada afición.

De hecho, hace menos de una década, los fans disfrutaron de la época más gloriosa de Golden State Warriors, dirigidos por Steve Kerr y con jugadores como Stephen Curry y Kevin Durant. Tras ganar con autoridad la NBA en 2015 y 2017, el triunfo de 2018 fue agridulce: tras más de medio siglo en Oakland, la franquicia se trasladó al moderno Chase Center, en San Francisco, abandonando la ciudad en la que más éxitos había cosechado.

El consuelo de la afición fue que, al menos, seguían teniendo a sus queridos Warriors bastante cerca, al otro lado de la bahía, ya que Oakland y San Francisco son dos ciudades vecinas. De hecho, ni siquiera le cambiaron el nombre al equipo, que sigue siendo Golden State Warriors. Por desgracia, esa pérdida solo era la primera y la menos dolorosa.

El jugador Stephen Curry de Golden State Warriors durante un entrenamiento. (Noah GRAHAM/AFP)

Lo peor estaba por llegar

En 2020, apenas un año después de quedarse sin NBA, la franquicia de fútbol americano también hizo las maletas. Los Oakland Raiders se fueron mucho más lejos, a Las Vegas, donde les esperaba un futurista Allegiant Stadium recién inaugurado. En Nevada encontraron un mercado nuevo y prometedor, grandes magnates dispuestos a invertir una fortuna y un carísimo estadio que permitiría a los Raiders explotar el show hasta el extremo, en contraste con el vetusto Oakland-Alameda County Coliseum. En California, la franquicia había ganado la Super Bowl en 1976 y 1980, pero el dueño Mark Davis no entendía de sentimentalismos.

Por desgracia para la gente de Oakland, lo peor estaba por llegar, el momento en el que los Athletics también se marcharan para dejar a la ciudad huérfana de deporte del más alto nivel. Tras años de amagos, esa temida despedida se ha producido este 29 de septiembre, cuando los A's disputaron su último partido representando a Oakland, antes de trasladarse a Las Vegas. Sí, otra vez Las Vegas.

La decisión del dueño de la franquicia, John Fisher, se ha encontrado con una unánime oposición de fans, políticos y exjugadores, que le acusan de menospreciar a la ciudad, poniendo trabas a los proyectos para construir un estadio más moderno en la zona e ignorando a una afición que ha disfrutado de su equipo desde 1968.

De hecho, es tal el empeño de Fisher en llevarse el equipo a Las Vegas, que lo ha trasladado allí sin ni siquiera tener el nuevo estadio terminado. Por lo menos hasta 2028 deberá jugar provisionalmente en Sacramento. Muchas voces acusan al dueño de pensar únicamente en su bolsillo, con un proyecto endeble en Nevada pero que le permitirá seguir aprovechándose de las ayudas de la propia MLS y las instituciones públicas.

«Nos han utilizado»

Sheng Tao, alcaldesa de Oakland denuncia que la propiedad nunca ha tenido un interés real por permanecer en Oakland, «nos han utilizado para obtener un mejor trato en Las Vegas, nuestros ciudadanos y fans se merecen algo mejor». Incluso en Las Vegas existen críticas por el excesivo gasto público que supondrá acoger a los A's, como muestran las 102.000 firmas que recogió la iniciativa Schools over Stadiums (escuelas antes que estadios) para organizar un referéndum sobre el asunto. La consulta nunca se realizó.

Con la sombra del traslado planeando sobre Oakland, los partidos de los Athletics se habían convertido últimamente en una protesta continuada contra Fisher. El lema principal en camisetas y pancartas siempre fue Sell!, es decir, una petición para que vendiera la franquicia a alguien más comprometido con la historia y la ciudad. Además, en junio de 2023, cuando aún había esperanzas, hicieron un “boicot al revés”, llenando el Oakland Coliseum hasta la bandera. Hasta la afición de San Francisco Giants, enemigo número uno de los A's, se solidarizó con sus vecinos.

Y es que los seguidores de toda la vida cada vez ven con más claridad que los magnates que dirigen sus equipos favoritos se mueven por la codicia de crear franquicias más poderosas y rentables, primando cualquier beneficio económico sobre sentimientos forjados generación tras generación, una tendencia que en Europa también conocemos de sobra. La NFL lleva años jugando varios partidos al año en grandes ciudades europeas para ampliar mercado, y planea establecer una franquicia a este lado del Atlántico, una idea que también ha surgido en la NBA.

Mientras, Oakland se ha convertido en el paradigma de los efectos que acarrea un modelo de deporte-espectáculo alejado del sentimiento popular, sin raíces ni sentimientos. Los fans de los A's se dividen ahora entre los que seguirán acudiendo a ver al equipo mientras siga en Sacramento, que está relativamente cerca, y los más desencantados, que ya no tienen a quién seguir. Eso sí, acostumbrada a no rendirse, la ciudad apoyará ahora a dos equipos de fútbol recién creados, Roots masculino y Soul femenino, aunque tendrán que pasar años hasta que adquieran la dimensión de los añorados Warriors, Rangers y Athletics.