El incesante derramamiento de sangre en Líbano
Con una serie de mortíferos ataques, el Ejército israelí ha desatado de nuevo su furia sobre el país mientras los libaneses conmemoraban el cuadragésimo día de la muerte de Sayyed Hassan Nasrallah.
Hay personas ausentes que nos acompañan cada día, y Sayyed es una de ellas. Su espíritu inmortal sigue apoyando a la resistencia cada día». En un barrio céntrico de Beirut recientemente golpeado por un ataque israelí, Zeinab A., de 42 años, no quiere perder la esperanza. A su alrededor, numerosos retratos del antiguo secretario general de Hizbulah, Sayyed Hassan Nasrallah, están pegados en todos los muros. Ella asegura: «Nadie se rinde, la Resistencia, a pesar de los golpes recibidos, sigue en pie».
Ayer se cumplieron 40 días de la muerte de Nasrallah, un día muy simbólico, lleno de emoción pero también de tensión. Después de que por la mañana una salva de misiles lanzados por Hizbulah alcanzaran por primera vez las inmediaciones del aeropuerto de Tel Aviv, el fuego israelí llovió sobre el país durante todo el día.
«La resistencia está construyendo un futuro»
Poco después, hacia las 15.00 horas, el nuevo secretario general de Hizbulah, Naim Qassem, tomó la palabra por segunda vez. Para la nueva voz del partido, una ardua tarea: mientras que los discursos de Sayyed Hassan Nasrallah tenían un alcance mundial, el clérigo chií intenta reunir a su alrededor a un país maltrecho y a una base militante aún aturdida por las pérdidas. Su discurso, que pretendía ser tranquilizador para los suyos, adoptó también la forma de desafío al primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu. «Líbano está en una posición de fuerza y está sufriendo, pero usted debe saber que nosotros también les estamos haciendo sufrir. ¿Que hace tan fuertes a los israelíes? El salvajismo y la masacre de inocentes, la supremacía en el aire y en la tecnología, el apoyo infinito de Estados Unidos, el gran Satán, y finalmente sus batallones en las fronteras», declaró, asegurando que los soldados israelíes «no podían avanzar» en el sur del país. «La victoria es nuestra, estamos preparados para una guerra larga y nos mantendremos firmes. Ganaremos», insistió.
Aunque es difícil hacerse una idea real de la virulencia de los combates en la frontera sur, una cosa es cierta: más de un mes después del inicio de lo que se suponía iba a ser una ofensiva terrestre limitada, el Ejército israelí no parece avanzar.
Según datos del Instituto para el Estudio de la Guerra, un think tank estadounidense, el Tsahal está haciendo incursiones en algunos pueblos adyacentes a la frontera, como Meis el-Jabal, Blida y Maroun el-Rass, sin establecerse realmente en la zona. «Hasta ahora, los israelíes no parecen haberse decidido a movilizar tanques, temerosos de las defensas de Hizbulah, que ya han neutralizado varios de ellos. Están sufriendo pérdidas militares, que mantienen en secreto para no minar la moral de sus tropas», afirma una fuente bien informada cercana al partido chií.
Pero la destrucción en el lado libanés de la frontera parece ser enorme. Según la Agencia Nacional de Noticias, 37 pueblos han sido destruidos casi en su totalidad y 40.000 viviendas arrasadas por completo. Una verdadera política de tierra quemada.
Nuevas masacres
Mientras el número de muertos sigue aumentando en Líbano -más de 3.000 muertos y 14.000 heridos-, la jornada abrasadora de ayer trajo su propia cuota de tragedias. Fue el caso de la llanura de Bekaa, donde se registraron una treintena de incursiones israelíes que mataron al menos a 55 personas, según cifras provisionales.
En Barja, pueblo de la región montañosa de Chouf, la población sigue aterrorizada: durante la noche, un ataque israelí destrozó edificios residenciales. Mahmoud, un policía de unos 30 años, está de pie en medio de su casa derruida, a unos diez metros de la casa atacada. «Estamos vivos, de milagro. Dicen que su objetivo era Hizbulah, pero aquí no hay nada, es mentira».
Mientras dos hombres lloran por sus arruinadas vidas, los rescatistas, exhaustos, lo asimilan todo. «Hemos sacado treinta cuerpos, pero hay más bajo los escombros. Durante la noche conseguimos sacar a un niño de tres años, pero acabamos de saber que ha muerto en el hospital», explica uno de ellos, cubierto de polvo.