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¿Puede el cine vasco morir de éxito?

El sector audiovisual vasco, sobre todo el cine, están viviendo un momento dulce, con éxitos en lo creativo y un aumento desorbitado de los rodajes, gracias a los incentivos fiscales. Pero, la pregunta que se ha hecho el sector, reunido en Zinebi, es: ¿será flor de un día o se va a crear industria?

De izquierda a derecha, José Luis Escolar, Joseba Retolaza, Roberto Butragueño, Elixabete Larrinaga, Estibaliiz Urresola y Agustin Atxa. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

Nuestro sector audiovisual atraviesa un buen momento, tanto creativo como económico. Nadie lo pone en duda: el cine vasco está en un momento dulce: los y, sobre todo, las cineastas –ahí está uno de los cambios respecto al pasado– llevan gente a las salas, y son reconocidos por la crítica y el sector. También el euskara, y ese es otro buen dato, va ganando espacio en parcelas que hasta ahora parecían vedadas, con series y largometrajes que ganan premios  o se ven en plataformas internacionales.

A su vez, en los dos últimos años se ha producido un incremento importantísimo de los rodajes, gracias a los incentivos fiscales que han articulado las diputaciones, donde destaca la de Bizkaia. Según los datos que ha lanzado este miércoles Agustín Atxa, director de comunicación de Bilbao Bizkaia Film Commission, en este herrialde, en 2023 los incentivos fiscales tuvieron un impacto económico de 58 millones de euros, se rodaron 12 largometrajes y 7 series, y se contabilizaron más de 1.000 días de rodaje, que se han efectuado en 71 municipios de los cien con los que cuenta Bizkaia.

La situación, ha dicho, es de pleno empleo... pero no es todo tan idílico como parece o, al menos, preocupa en el sector por cómo se articulará todo esto en un futuro. Porque, ¿cuál es el techo? ¿Todo esto traerá consigo que se cree una industria audiovisual vasca fuerte o solo servirá para que nos convirtamos en un gran plató de cine, al que vengan a rodar y a cobrar el incentivo fiscal, para luego marcharse? ¿Están las administraciones y el sector dispuestos a repensar qué industria audiovisual queremos? La división administrativa dentro del sur de Euskal Herria y la muga con Ipar Euskal Herria no es que ayuden mucho; al contrario.

¿Rodajes, para qué?

Este tipo de cuestiones, y más, han surgido en el encuentro de trabajo que ha tenido lugar este miércoles en la Alhóndiga de Bilbo, dentro del festival Zinebi. Una mesa de trabajo organizada por la asociación de productores Epe Ibaia y Bilbao Bizkaia Film Commission, la oficina impulsada por el Ayuntamiento y la Diputación, orientada a la atracción, atención y gestión de producciones audiovisuales en la ciudad y el herrialde.

«Se rueda donde hay incentivos; es una necesidad creada por las actuales dificultades de financiación», ha sentenciado el productor José Luis Escolar (Calle Cruzada). Así funciona el sector en la actualidad, ha apuntado. Por los incentivos fiscales que se les han ofrecido ha traído él, por ejemplo, un rodaje internacional al puerto de Bilbo. Es ‘En agua salada (In salt water)’, una serie del suizo Denis Rabaglia, protagonizada por la actriz francesa Maud Wyler (‘La vida de Adele’) y en la que participa Carlos Bardem. Este thriller psicológico, que se desarrolla en un carguero de la marina mercante suiza, estará en las pantallas de streaming en 2025.

En solo dos años, los incentivos fiscales puestos en marcha por la Diputación de Bizkaia han dado muy buenos resultados, ha añadido Joseba Retolaza, director corporativo de Elkargi. Esta entidad financiera, dedicada al sector industrial y con 23.000 socios, busca inversores y da acceso a financiación a los proyectos audiovisuales. Pero Retolaza ha puesto el dedo en la llaga: «Tenemos un entramado muy enfocado a la industria. Se conoce mucho el I+D, pero no se conoce ni la cultura ni el audiovisual, y que hay una industria detrás. Estamos haciendo una labor pedagógica en ese sentido, para que esta industria se quede y esto nos sirva para que haya un caldo de cultivo de la creatividad, por supuesto, pero también para que se genere empleo. Hay que conseguir crear una industria y que esto no sea flor de un día».

Repensarlo todo

Roberto Butragueño es CEO de Elamedia Estudios, una productora creada en Madrid que ha abierto delegaciones en Donostia y Bilbo. Cubren producción, distribución y hasta dotación de servicios para rodajes. Tal vez por esa visión global de los que es el sector, ha lanzado algunas de las reflexiones más profundas, cara a medio y largo plazo. Y, ha dicho, «hay miedo de que éxito se vaya de las manos».

Butragueño ha abogado por una apertura de miras, cara a reflexionar sobre qué se quiere hacer para crear una industria vasca del audiovisual: porque, ha dicho, incentivando únicamente los rodajes no se establecen las bases de una industria real. Siempre podemos convertir el herrialde en un mero plató de rodaje... ¿pero, queremos solo eso?

Una de las bases para tener una industria es disponer de técnicos y mano de obra. Aquí, todavía, andamos cortos. De hecho, esto está obligando a la universidad a ‘mutar’, para cubrir las necesidades reales de la industria. Elixabete Larrinaga, vicedecana de prácticas y orientación laboral del UPV-EHU, ha dado algunos ejemplos de esa necesidad de «conectar con el sector». Uno: los jefes de localización de los rodajes realizados en Bizkaia han salido todos directamente de entre los alumnos de la Universidad.

Crear industria aquí

«Estamos hablando de límites cualitativos, pero quizá podríamos empezar a hablar de qué forma toda esta riqueza, buenísima, maravillosa y superfavorable para la industria, se plantee con conciencia de que tiene que fortalecer la industria local y no solo atraer a agentes externos que se instalen aquí. Que sirva para promover a que los que vivimos aquí, que queremos seguir viviendo aquí, contando las historias desde aquí y en el idioma nuestro. La pregunta es ¿en qué forma, todo ese beneficio que está generando esta industria se puede empezar también a articular, a pensar, a politizar y a normativizar?», ha añadido la cineasta Esti Urresola (‘20.000 especies de abejas’).

Ha puesto como ejemplo del programa de cortos Kimuak, que incluye también cortos en euskara de Nafarroa e Ipar Euskal Herria y que, aunque «como medida es realmente muy pequeña, el efecto es que se obtiene es muy grande por el paraguas institucional».

«Tenemos que aprovechar esta ola para que esto no se convierta en una tierra quemada –ha añadido–. Yo siempre hablo del audiovisual como un ecosistema, un sistema que hay que cultivar y cuidar, y que a veces hay que dejar en barbecho para que la tierra se regenere y pueda seguir creando», ha añadido. «Hay que crear una industria bien, no aprisa y corriendo», ha sentenciado. Es decir, toca sentarse, escuchar, pensar y fijar una política para el audiovisual vasco.