El conflicto arrecia en el noreste kurdo de Siria
La neblina no permite ver a más de 10 metros, el frío penetra hasta los huesos y no todos han dormido con calefacción, porque hay cortes constantes de luz y el combustible es caro. 14 años de guerra han dejado un país roto, pero el comité de mártires se reúne en la helada mañana en Kobane.
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Cerca de un centenar de combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) han muerto desde el rápido avance de las fuerzas lideradas por Haya Tahrir Al-Sham (HTS), ahora en el poder en Damasco.
Las FDS, cuya columna vertebral son las Unidades de Protección Popular (YPG) y las YPJ (unidades de mujeres), continúan enfrentándose con las milicias del Ejército Nacional Siria (ENS), respaldado por Turquía no solo económicamente y con armamento, sino con implicación directa. Un dron turco mató hace días a dos periodistas kurdos cerca de la represa de Tishrin, uno de los frentes de la guerra en el noreste kurdo de Siria.
El consejo de los mártires se encarga de velar por las familias de las y los combatientes kurdos muertos. Aunque activas desde 2004, según algunas fuentes kurdas, no fue hasta 2011, cuando estalló la revolución siria, que hicieron su aparición las YPG y rápidamente tomaron el control del Kurdistán Oeste (Rojava, en kurdo), en el noreste de Siria.
Desde entonces, han estado luchando contra el Estado Islámico (ISIS), contra las fuerzas del ya depuesto régimen y contra Turquía y las facciones de lo que un día fue el opositor Ejército Sirio Libre.
En la ya empobrecida región de la destrozada Siria, es poco lo que el consejo puede hacer por las familias de los «mártires»: ubicarlos en alguna casa, darles una pequeña mensualidad.... También se están realizando proyectos para reforzar sus capacidades en oficios y que puedan ganarse la vida con algún trabajo.
El nuevo frente
«No puedo ver sus fotos porque me quiebro», dice el padre de dos hermanos kurdos, caídos recientemente en combate. En una pequeña casa a la salida de Kobane está la familia de Omar y Mohammad, dos jóvenes de 20 y 24 años que murieron combatiendo contra las milicias del ENS los primeros días del avance de HTS hacia Damasco. Muchas familias y personas han tenido que abandonar desplazadas forzosamente localidades como Afrin, Tall Rifat, Shehba, Manbij y zonas cercanas a Kobane.
La línea del frente se extiende desde las cercanías de Kobane, Manbij, la represa de Tishrin y sus alrededores. Los ataques se han intensificado con drones, aviones de combate, artillería pesada e infantería, lo que ha obligado a muchas personas a marcharse.
Kobane y sus habitantes se preparan para un ataque masivo, un prolongado conflicto o un sitio permanente.
El comandante de las FDS, Mazloum Abdi, ha mostrado su disposición a negociar la integración de sus fuerzas en un futuro nuevo Ejército. Incluso ha ofrecido a Turquía que las fuerzas del nuevo poder en Damasco sean las encargadas de controlar la frontera norte de Siria con Turquía. Pero sin negociaciones políticas directas entre la Aanes y HTS, la incertidumbre se mantiene. Por el momento, el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan continúa empecinado en desterrar a las milicias de las FDS, YPG y YPJ del noreste de Siria.
Los muertos siguen llegando al cementerio de los mártires en Kobane y las tumbas antiguas se mezclan con las recién cavadas. En el último entierro de un combatiente del FDS, algunos de los asistentes que acompañaban la procesión lloraban sobre las tumbas recién cavadas de los suyos. Huérfanas, viudos y viudas que alargan la lista de los muertos de la guerra de Siria, unos 620.000, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Mujer, vida y libertad
Las mujeres siguen siendo un pilar fundamental del proyecto político en Rojava y la organización Zora, que desde la época de Al-Assad trabajaba como sindicato en la clandestinidad, lo confirma. Desde el comienzo del proyecto de autogobierno en el noreste de Siria, Zora ha estado trabajando los temas de violencia de género, llevando a los perpetradores a los tribunales y acompañando a las agredidas. «Damos herramientas a las mujeres para que conozcan sus derechos y continúen manteniendo un rol de liderazgo tanto en la sociedad como en la familia», explica una de sus integrantes.
Pero también luchan contra las fuerzas ocupantes turcas y las milicias del ENS, y alertan del riesgo que supondría para ellas un Gobierno conformado por antiguos yihadistas y salafistas que practican un rigorismo que niega los derechos a las mujeres.
Lojain al-Salem, una mujer árabe de 40 años, milita en Zora desde el inicio de la guerra, cuando huyó de Dara y buscó refugio en Kobane. Había oído hablar del proyecto en Rojava y del rol de las mujeres. Comenzó a leer libros y se le abrieron los ojos, cuenta emocionada. Empezó sumándose a las unidades de protección civil que cuidaban los barrios. En la cruenta batalla de Kobane, cuando las YPG resistieron el ataque del ISIS, Al-Salem se quedó. Cocinaba para los combatientes en el frente, que era toda la ciudad. Desde entonces es la coordinadora general de la organización.
Muchos proyectos se han parado desde la caída de Al-Assad, pero ahora afrontan otro, entrenarse en el uso de armas a la espera de un ataque inminente.